El Reina Sofía continúa abriendo nuevos espacios que corresponden a su paulatina reordenación desde un punto de vista tanto conceptual como histórico para abarcar el arte contemporáneo desde perspectivas inéditas que nos hacen reflexionar en torno a los procesos sociales e ideológicos que han ido sustentando los diferentes movimientos creativos. Ahora es el turno de las vanguardias, en este cuarto episodio en el que cobran una especial relevancia las ciudades, las exposiciones y las revistas. 

¿Cómo se generaron las vanguardias en España? ¿Qué sinergias se establecieron entre los distintos artistas y su posicionamiento intelectual a la hora de configurar su estilo? Es lo que propone este nuevo recorrido a través de diferentes salas, en el que se ponen de manifiesto los choque entre la burguesía y el pueblo, entre la necesidad de reivindicación política a través de la cultura y las formas de comunicar todos estos nuevos planteamientos estéticos desde el punto de vista gráfico y divulgativo. 

No se puede entender la modernidad en nuestro país sin pensadores como Carl Einstein, sin las teorías de George Bataille, sin la aportación de galeristas como Joan Dalmau. Tampoco sin establecer lazos con el cine, con Luis Buñuel y ‘La edad de oro’, sin la lucha obrera y sindical, sin la reivindicación de las raíces folclóricas. Todos estos elementos aparentemente dispares son clave para entender las obras de Salvador Dalí, de Joan Miró, de Juan Gris.

El arte ya no era exclusivo de las élites, ahora se intentaba acercar al público para debatir ideas y nuevas formas de pensamiento artístico y reivindicativo. Y se hizo a través de carteles, de escaparates, de fancines y de otros elementos de consumo visual. 

‘Los territorios de la vanguardia’ comienza a finales del siglo XIX y principios del XX, un periodo de convulsa transformación hacia una nueva sensibilidad. Vuelve a adquirir la arquitectura un papel crucial en el museo, por ejemplo, a través de numerosos materiales que documentan la visión de Idelfonso Cerdá, artífice de la reforma urbanística de la Barcelona del siglo XIX y que creó el actual barrio del Eixample, o del papel de iniciativas populares como La Flor de Maig, cooperativa que luchó por la vivienda y el entorno digno en el barrio de Poblenou

Refugio de la Primera Guerra Mundial

Catalunya está presente en todo el itinerario de una forma persistente. En la Primera Guerra Mundial sirvió como refugio del conflicto internacional, razón por la que muchos artistas se asentaron en Barcelona, como Robert y Sonia Delaunay, formando una comuna excéntrica que contribuyó a revitalizar el tejido cultural de la ciudad, a la que se sumaron figuras como la de Arthur Cravan, presente a través del mítico cartel del combate de boxeo que disputó contra el campeón del mundo Jack Johnson. 

La sala dedicada a Josep Dalmau, responsable de introducir todos estos movimientos en nuestro territorio, recoge su famosa exposición en torno a Francis Picavia, así como trabajos de Rafael Barradas, María Blanchard, Juan Gris, Joan Miró o Salvador Dalí, cuyas obras se diseminan dependiendo de sus influencias, como ocurre con ‘El hombre invisible’, que encontramos en la sala Einstein debido a la referencia del pensador cubista en una entrevista que apareció en el periódico catalán Le Meridian, o ‘Los esfuerzos estériles’ y ‘Angelus arquitectónico de Millet’ en la sala dedicada a la inspiración surrealista de George Bataille enfrentado a la vertiente defendida por André Breton, a la que se adscribiría el pintor con obras como ‘El rostro del gran masturbador’. Todos estos estos vasos comunicantes se encuentran en constante pugna y dada la naturaleza inmersiva de la exposición dentro de cada corriente, podemos entender e identificar sus característica e ideario. 

También hay espacio para la fotografía de Brassai, de Dona Maar y Man Ray, así como manifiestos antiburgueses que nos trasladan a la Exposición Internacional Surrealista de Tenerife, impulsada por Óscar Domínguez y apoyada por Breton y en la que participaron Juan Ismael y Maruja Mallo con su ‘Antro de fósiles’. 

El recorrido, compuesto por más de 400 obras, culmina con un homenaje a la noche española y el arte popular en el que convergen las Misiones Pedagógicas, La Barraca, la Residencia de Estudiantes y la influencia del flamenco a través del motivo de las guitarras y los abanicos.