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Arte&letras

Lorca renovó la tragedia y el gran teatro del mundo

En un trabajo monumental, Biblioteca Castro publica todo el teatro de García Lorca con una excelente edición crítica del catedrático Soria Olmedo en un exhaustivo trabajo para comprender la trascendencia de uno de los más originales y grandes autores del siglo XX

Federico con el teatro La Barraca. | WIKIPEDIA Javier García Recio

La primera obra que García Lorca puso en escena, con algo mas de veinte años, ‘El maleficio de la mariposa’ -un amor imposible entre una cucaracha y una mariposa- fue un fracaso que el público pateó. Federico no se desanimó, al contrario, sabía que el fracaso se debía a los gustos del público de entonces por un teatro de salón, de comedia burguesa, un teatro que no afrontaba los grandes temas humanos como el amor, la muerte, el paso del tiempo, la opresión, la rebeldía, la fuerza del destino. Finalmente el triunfo le llegó con ‘Bodas de sangre’ y ‘Yerma’, y sobre todo con ‘La casa de Bernarda Alba’, pero este último no pudo disfrutarlo pues cuando se estrenó llevaba nueve años fusilado y muerto.

Teatro. obras completas Federico García Lorca Editorial Biblioteca Castro Precio: 50,00€

En un trabajo monumental, Biblioteca Castro, en el segundo volumen de la edición de sus obras completas, publica todo el teatro de García Lorca en una edición crítica firmada por el catedrático de Literatura de la Universidad de Granada, Andrés Soria Olmedo, gran estudioso de la obra de Federico, que primero explica el escenario y el tiempo en el que Lorca afronta la renovación de su teatro y su puesta en escena para avanzar después el significado de cada una de sus piezas teatrales, desde El maleficio de la mariposa hasta La casa de Bernarda Alba. Un trabajo que, pese a lo mucho que se ha escrito de Lorca, es clarificador por sus nuevas aportaciones en relación a como se fraguó cada obra, hurgando en las entrañas del propio Lorca.

Frente a ese fracaso inicial, Lorca persiguió con tenacidad la modificación sustancial de aquel teatro burgués; para ello buscó el teatro poético, el teatro de marionetas, la farsa y a la vez trabajó con un nuevo lenguaje estrechamente emparentado con el de su poesía. La renovación la aplicaba a su propio teatro, siempre en continua transformación. «El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana. Y al hacerse, habla y grita, llora y se desespera».

Para ello se aplicó en conocer y dominar los distintos lenguajes escénicos: dicción, actuación, movimiento de los actores, decorados, luminotecnia, atrezo, vestuario o música. Él mismo dirigió o participó en hasta 28 montajes escénicos propios y ajenos, en La Barraca, en el Teatro Cachiporra Andaluz, en el Club Teatral Anfistora y en el teatro comercial.

La Barraca -explica el catedrático Soria Olmedo- fue uno de los instrumentos de Lorca para renovar la escena española consiguiendo llevar el teatro donde estaba la gente, adaptando al gusto popular el teatro del Siglo de Oro y que este se integrase en los intereses de modernización ideológica que propugnaba la II Segunda República.

Aunque el triunfo del racionalismo a finales del XVII había desterrado el antiguo sentido trágico de la vida, Lorca, que leía y conocía bien a los clásicos, supo adaptar a su tiempo la existencia de esas fuerzas ocultas y no controlables por el hombre, capaces de destruir a éste. Esas fuerzas ocultas están muy presentes en Lorca cuando escribe Bodas de Sangre, y otras; esas fuerzas se encontraban en el museo vivo de Andalucía, siendo él su mejor intérprete. Su grandeza fue que huyó del drama español pueblerino con un teatro renovado que enlaza con el Siglo de Oro español, pero también con la Grecia de Eurípides o con la Roma de Seneca.

El defiende el teatro poético: «El teatro que ha perdurado siempre es el de los poetas», y con una base real, con temas rigurosamente auténticos, tomados de la vida misma. Luego él vuelca esa realidad en poesía, en una tragedia poética. Entender eso es lo que nos permitirá comprender la sabiduría artística de uno de los creadores más originales de la España del siglo XX.

Mariana Pineda

Escrito sobre la leyenda de Mariana a través de romances y cantares que corren por Granada de una viuda con dos hijos apresada por mandar bordar una bandera liberal y muerta a garrote vil.

Bodas de sangre

Fue su primer gran éxito teatral, estrenada en marzo de 1933, especialmente en Argentina y Uruguay donde Federico tuvo que viajar reclamado por ese éxito.

A partir de un suceso real ocurrido en la pedanía del Fraile, en Níjar, Almería, donde una joven huyó con su primo la mañana de la boda de ella. Luego unos invitados encontraron el cadáver del primo y a ella medio muerta. Al primo lo mató el hermano del novio, que salió en su búsqueda con la hermana de la novia, «para vengar el honor de la familia».

En la trama teatral, dos familias de labradores enfrentadas preparan la boda de sus hijos. El día de la boda aparece Leonardo, antiguo novio de ella. En plena celebración huyen a caballo. Los persiguen el novio y la madre de éste. Los hombres luchan y se matan entre sí. La trama se resuelve como una tragedia porque está dirigida por el fatum, el destino ciego que recae sobre la colectividad e impone a los personajes decisiones sin libertad.

Los caracteres de ‘Bodas de Sangre’ pertenecen al gran teatro del mundo y su trama de un caso de honra lavado con sangre, enraiza con el drama del Siglo de Oro. Hay un universalismo concreto, de ahí que no haya nombres, solo el de Leonardo, sino papeles familiares. Además del teatro clásico resuenan ecos de Shakespeare en el enfrentamiento entre familias y de Ricardo III: «Mi reino por un caballo».

Yerma

Se estrenó en diciembre de 1934. En un clima político de gran tensión tras la victoria de las derechas en las elecciones, la proclamación del Estado catalán y la represión a sangre y fuego del levantamiento de los mineros asturianos. Con todo, el estreno fue un éxito clamoroso. Allí estuvieron Jacinto Benavente, Miguel de Unamuno, Eduardo Marquina, los Álvarez Quintero; también sus amigos, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Moreno Villa, Jorge Guillén, Pedro Salinas Manuel Altolaguirre. Sólo faltó Alberti, ausente de España.

Yerma es la tragedia de la mujer estéril. Ella vive obsesionada por no poder tener un hijo, ante la indiferencia de su marido Juan y el recuerdo de Víctor, el hombre que la atrajo en su adolescencia.

El marco es el de una sociedad que no deja espacio a la libertad, que se alimenta de murmuraciones y lleva al marido a desconfiar de su honra. Pero el conflicto real ocurre en el interior de Yerma, por eso la palabra tiene un peso decisivo.

Alejo Carpentier, exilado en París viajó a Madrid a ver la obra y luego le escribió: «rara vez una obra escénica me ha producido tan fuerte e imborrable sensación, tu drama me ha devuelto la fe en el teatro».

La casa de Bernarda Alba

Su obra más famosa que Lorca no pudo ver estrenada por su trágica muerte. Se estrenó en Buenos Aires, en 1945.

Aquí, Lorca reduce drásticamente, aunque no del todo, los poemas en escena, en pro de un realismo puro donde hablan las palabras y los silencios. Hay unos escenarios en blanco y negro por el luto opresivo que Bernarda impone a sus hijas tras la muerte de su segundo marido y la férrea dictadura del mando que la madre impone a sus hijas: «En esta casa no hay un sí ni un no. Mi vigilancia lo puede todo».

Bernarda acaba de enterrar a su segundo marido y decreta e impone el luto absoluto para ella y sus cincos hijas. A la mayor, Angustias, hija de su primer marido y heredera de su dinero, la pretende Pepe el Romano; las dos menores, Martirio y Adela, se enamoran de él. Pero es la rebelde Adela la que se ve con él en secreto. Cuando lo descubren huyendo de la casa en la oscuridad, Bernarda le dispara, Adela cree que han matado a su amante y se suicida. La orden con que Bernarda cierra el drama es su último decreto de impotencia: «¡Nos hundiremos todas en un mar de luto!»

Cae el telón del gran teatro lorquiano.

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