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Arte&letras | Fotos inéditas del debut del 'Boss' en Barcelona

El fotógrafo residente en Formentera Francesc Fàbregas rescata fotos inéditas del primer concierto de Springsteen en Barcelona

El 21 de abril de 1981, el ‘Boss’ se estrenó en España con un recital en el Palau d’Esports de Montjuïc de Barcelona, del que el fotógrafo hoy residente en Formentera Francesc Fàbregas ha rescatado fotos inéditas

Arriba, un Bruce Springsteen de 31 años saltando en el escenario del Palau d’Esports, en la Barcelona de 1981. A la izquierda, dándolo todo, micro en mano. Arriba (derecha), con el batería Max Weinberg y, abajo, con Clarence Clemons, Steve van Zandt y Weinberg. Detrás de estas cinco instantáneas, el objetivo de Francesc Fàbegras. | FRANCESC FÀBREGAS

Los Beatles en 1965, los Rolling Stones en 1976 y Bruce Springsteen en 1981: tres estaciones en la normalización del país en torno a la cultura pop y al ritual del rock and roll; esos conciertos en los que todo el mundo estuvo, o mataría por haber estado, y cuya sombra pervive a través de las décadas. El del Boss, un 21 de abril, representó toparse con un regenerador de la palabra rockera en el momento justo de efervescencia, y no con años de retraso (aquella pega tan habitual entonces en España, o pensemos en los debuts tardíos de Dylan o Bowie), así como dejarse llevar por una mezcla de mística envolvente y pasión de vida muy oportuna y liberadora, tan solo unas semanas después de la sordidez del 23-F.

Dándolo todo, micro en mano

El 21 de abril se cumplieron 40 años de aquel concierto grabado en la memoria de las 7.000 personas que acudieron al Palau d’Esports de Montjuïc (faltaron unos centenares de entradas por vender, para fastidio del mánager Jon Landau, habituado a la rutina del sold out). Noche de emociones bautismales de la que siguen quedando todavía ases por mostrar, como las recuperadas fotos inéditas que ilustran este artículo, disparadas por Francesc Fàbregas, hoy residente en Formentera y organizador de Formentera Fotogràfica.

Springsteen con el batería Max Weinberg

Contratado entonces por la discográfica CBS, Fàbregas ejerció de fotógrafo oficial, colocándose «durante las primeras canciones en el foso, ante el escenario, y luego desde un lateral», recuerda, y tratando de sobreponerse a la intensidad de la situación con su buen oficio. «Fue un concierto espectacular, pero yo me lo pasé concentrado en mi trabajo, sin acabar de disfrutarlo como lo haría un espectador», reflexiona. Los negativos de estas fotos fueron a parar al archivo de la revista Vibraciones, heredado luego por Rockdelux.

El 'Boss' con Clarence Clemons, Steve van Zandt y Weinberg

Imágenes que dicen mucho de la fogosidad y del sentido de la diversión de Springsteen sobre las tablas aquella noche. Hablamos del que Dave Marsh, su biógrafo casi oficial, describió en el libro On tour (2005) como el greatest concert al que había asistido en su vida. El propio Bruce, en sus memorias, situaba los rostros de los fans barceloneses entre «los más hermosos y apasionados de todo el planeta».

Springsteen nunca visto

Lo bueno y lo excepcional

¿Hubo para tanto? La observación fría no predispone: concierto de dos horas y 35 minutos (sin contar la pausa); largo, sí, pero en línea con los demás de la gira europea (más cortos que los del previo tour norteamericano, que superaron siempre las tres horas), y repertorio sin singularidades, 26 canciones como las que sonaron, más o menos, en París, Estocolmo o Rotterdam. Pero hay un escalón que separa los conciertos muy buenos de los excepcionales, y esa distancia es perceptible por los observadores del gesto, del matiz interpretativo y del plus de entrega (del artista y del público).

Como Salvador Trepat, responsable de la web springsteenófila Point Blank, que asistió al concierto con 16 años y dice haber escuchado a través de grabaciones clandestinas «prácticamente todos» los conciertos de la gira ‘The river’. El del Palau d’Esports fue especial, concluye. «Oyes la vibración de la gente al cantar Because the night y te das cuenta», remarca. «Estocolmo, por ejemplo, es otra plaza fuerte de Bruce, pero escuchas la grabación y es una tumba».

Una mala fecha

El Boss no era todavía el ídolo de masas forjado tres años después con ‘Born in the USA’, pero CBS tenía interés en hacerlo debutar en España e hizo circular una recogida de firmas entre periodistas para armarse de razones e influir en la inclusión de Barcelona en la ruta. El timing era forzado: Gay & Co. anunció el concierto el 25 de marzo, y puso las entradas a la venta a principios de abril, plazos muy cortos, impensables en la actualidad. Y la única fecha posible era ingrata, un martes después de Semana Santa. Pero Gay apostó fuerte y contó con la complicidad de CBS, que se prestó a ayudarle si no le salían los números.

El 20 de marzo a primera hora de la tarde aterrizaron Springsteen y su corte en El Prat con destino al hotel Princesa Sofía. Queda para la historia la experiencia Gaudí, cuando, conducido el artista por Adrián Vogel, de CBS, a la Sagrada Familia, afirmó que contemplarlo era comparable a la primera vez que vio a Elvis Presley en el ‘Ed Sullivan Show’. Y la cena pre-concierto en el Amaya, y el paseo por la Rambla, de la que Bruce quedó prendado.

«Fue un concierto espectacular, pero yo me lo pasé concentrado en mi trabajo, sin acabar de disfrutarlo como lo haría un espectador», confiesa Fàbregas

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Algunos periodistas, como Ignacio Julià y Jordi Beltrán (Vibraciones), que pudieron entrevistarlo, accedieron a la prueba de sonido y vieron cómo Springsteen recorría las gradas del Palau d’Esports para comprobar las condiciones acústicas. Todavía estaban Bruce y la E Street Band ensayando canciones cuando comenzó a entrar el público, y le correspondió al recordado Jordi Tardà, entonces en Gay & Co, pedirles que dejaran de tocar.

A las 21.30, con puntualidad, un recogido ‘Factory’, acompañado de la armónica, dio comienzo al concierto tantas veces evocado y del que años después se supo que existía un registro parcial en vídeo, capturado por Gaspar Fraga (futuro director de la revista Cáñamo, fallecido en 2009) con su cámara adquirida aquel mismo día. Una cinta de 25 minutos (fragmentos de nueve canciones) de la que Salvador Trepat hizo copias y que el realizador Manuel Huerga, fan impenitente, colgó en la Red.

Ahí estuvo el repertorio completo de aquel Springsteen de 31 años, justo antes de convertirse en el gran ídolo pop de los 80 junto a Michael Jackson y Madonna. Las citas a Woody Guthrie y a Creedence Clearwater Revival, los rocks arrolladores y las baladas para perderte en ellas, y aquel Detroit medley con obstinados acentos soul. Un artista, escribió Gabriel Jaraba en este diario, del que no se observaba «ni un solo rastro de moda, de esnobismo, de culto a la imagen». A la salida repartían octavillas del inminente concierto de The Clash. Nuevos tiempos.

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