Diario de Ibiza

Diario de Ibiza

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

ENTREVISTA
SONSOLES ÓNEGA PRESENTADORA Y ESCRITORA

"Combatir la soledad debería ser responsabilidad del Estado, pero lo hace la tv"

“Es más duro aguantar un reality con tacones que una boda”, asegura

Sonsoles Ónega en la presentación de su libro en Vigo.

Un amor de juventud se cruza en la vida de la abogada Constanza una mañana en Madrid en la Gran Vía. Es Mauro, un joven ahora sacerdote atravesado por la culpa. Es el punto de partida de 'Mil besos prohibidos', la última novela de Sonsoles Ónega (Madrid, 1977).

–¿Cómo surgió la historia de Constanza y Mauro?

–Llevaba tiempo queriendo escribir una novela contemporánea y bucear en lo que supone la segunda oportunidad para un primer amor recuperado pasados los años. Esta historia trata de eso, de personajes que creen que ya han jugado todas las cartas de su vida y se encuentran con una baraja nueva en un momento determinado. Son personajes cargados de culpa y sufrimiento, que viven en un entorno de una sociedad catapultada por la corrupción.

–¿Está presente en alguno de los personajes o son ajenos a usted?

–Yo creo que no podemos abstraernos de lo que somos. Me apetecía crear personajes que han vivido cosas de nuestro tiempo como el banquero que comete un desfalco; nos recuerda a los juicios mediáticos y los escraches en la calle. Yo lo viví como periodista. ¿Lo he trasladado a la literatura? Seguramente sí. Al final, el escritor tiene un compromiso con su tiempo para narrar lo que está pasando y agitar al lector.

–Porque su objetivo como escritora es impulsar que el lector se haga preguntas...

–Cada uno tiene un impulso distinto cuando coge un libro. A mí, me gusta encontrar en la literatura palabras que definen sentimientos que experimento en un momento dado, me gusta encontrar en los libros explicaciones a determinados momentos o los contextos de los grandes acontecimientos históricos. No hay nada más gratificante que un lector se sienta identificado con tu personaje.

–En una página, señala “el amor de joven es un tatuaje en el corazón Nadie puede borrarlo”. ¿Habla realmente Sonsoles aquí?

–Hablo yo. Si cerramos los ojos nos acordamos del primer amor, del primer beso. Ahora bien, que este primer amor persiga de manera obsesiva le ocurre a los personajes de esta novela. A mí, no.

–En otro capítulo habla de que “tampoco se aprende a olvidar”.

–El olvido es difícil. Nos cuesta olvidar. Según qué cosas, tenemos que hacer un ejercicio de olvido porque de lo contrario no avanzamos, pero una persona más que olvidar tiene que perdonar sino acaba bloqueada. Lo estamos viendo con la docuserie de Rocío Carrasco. En todo el relato, echamos de menos algún gesto de perdón que pueda reconciliar posiciones en toda una familia.

–Hablando de Rocío, ¿cómo valora su experiencia de presentadora en el reality 'La casa fuerte', le decepcionó?

–No, no, no me decepcionó en absoluto. Fue una experiencia muy constructiva y gratificante por todo lo que aprendí. Fue un master en entretenimiento. La enseñanza más importante es lo duro y exigente que son estos formatos de televisión: cuatro horas de entretenimiento en directo. No hay obra de teatro, espectáculo, que dure cuatro horas en vivo. Yo aprendí a valorar más los reality. Detrás hay mucho talento, trabajo y resistencia porque Jorge no lleva tacones pero las que los llevamos es más duro que una boda.

–Transitar del periodismo al reality es difícil...

–Yo me encuentro más cómoda en los formatos de actualidad. He tenido que abrir el abanico de temas con “Ya es mediodía”, ahora hablo de temas sociales y me gusta.

–Hay gente muy crítica con los medios actuales.

–Yo creo que el periodismo lleva muchos años en crisis en parte por nuestra culpa y en parte por la rapidez de los tiempos que nos han tocado vivir. El tiempo es el gran enemigo de nuestro oficio. Dicho esto, nunca vimos tanta oferta para el ciudadano en tele, prensa, radio... Cada uno es libre de ver lo que quiera. Defiendo Tele5 porque vi cómo le hacía compañía a mi abuela. Combatir la soledad debería ser una responsabilidad del Estado pero lo hace la televisión. El ciudadano debe ser un poco más exigente y no contentarse con lo que ve en las redes sociales y no ceñirse solo a lo que va con sus ideas.

Compartir el artículo

stats