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Arte&letras

El toque Anderson

De las simetrías arquitectónicas al cromatismo intenso o el gorro rojo de Bill Murray. Un libro analiza la caligrafía creativa del director

Wes Anderson

Anderson Carles Gámez

«Lo que hace que las películas de Wes Anderson resulten tan exquisitamente conocidas es esa singularidad que las hace tan diferentes de lo que hace todo el mundo», señala el crítico anglosajón Ian Nathan, autor de monografías sobre Tim Burton o los hermanos Coen, y que ahora se sumerge en la obra del director de The Life Aquatic (2004). La frase pertenece al libro Wes Anderson. El mágico mundo del director más singular del cine norteamericano (Libros Cúpula), un minucioso estudio de la filmografía del director Wes Anderson, sin duda, como indica el autor, uno de los creadores más inconfundibles del actual cine norteamericano. A través de un examen cronológico y al detalle de la obra del realizador tejano, nos adentramos en el universo andersoniano, esa «filmografía, diez películas límpidas, brillantes, desconcertantes, idiosincrásicas» en palabras de Nathan que ha supuesto una gran ventana de aire fresco y renovador para la pantalla en estos últimos años. Desde su debut y opera prima Bottle Rocket (1996) la historia de tres amigos de Dallas empeñados en convertirse en delincuentes hasta La crónica francesa (2020), su última realización, la trayectoria cinematográfica de Anderson está señalada por un estilo «difícil de describir como los de todos los mejores, porque son sutiles» según el director Peter Bogdanovich y autor de estudios sobre Orson Welles y John Ford. Es ese estilo, visible en cada una de sus películas y puesto de manifiesto en la dirección artística o el diseño de vestuario de los protagonistas- cada personaje lleva su propio uniforme-el ADN que reviste y da forma sus historias; argumentos donde «realidad, ficción y sensación» se mezclan, construyendo esa originalidad característica de la obra de Anderson.

Wes Anderson. El  mágico  mundo del  director más singular  del cine norteamericano  Ian Nathan Traducción de Rocío  Valero. Libros Cúpula. 2021.

Wes Anderson. El mágico mundo del director más singular del cine norteamericano Ian Nathan Traducción de Rocío Valero. Libros Cúpula. 2021.

Como en otros creadores, Ian Nathan señala el particular y propio «toque Anderson» que ha ido marcando títulos como Academia Rushmore (1998), Los Tenenbaums.Una familia de genios (2001), Moonrise Kingdom (2012) o experiencias singulares en el cine de animación como Fantástico Sr. Fox (2009) o Isla de perros (2019). Una caligrafía cinematográfica visualizada por las simetrías perfectas, ese plano organizado donde los elementos principales quedan perfectamente centrados. Una puesta en escena que remite, entre otros, a la influencia del director japonés Yasujiro Ozu, el realizador de Cuentos de Tokio. «Lo que comparten Anderson y Ozu es el principio de que el desequilibrado mundo interior de sus personajes se acentúa, y también resulta más conmovedor, cuando se lo sitúa en contraste con la geometría pura» señala Nathan. Otro acento estilístico del «toque Anderson» es el cromatismo de sus películas, los colores «que escoge para sus películas son siempre significativos, pero también sirven para marcar un tono general». Desde los tonos leñosos, otoñales, de piel de zorro de Fantástico Sr. Fox a las tonalidades rosas de caja de bombones de El Gran Hotel Budapest, la obra andersoniana está teñida por un elegante, impactante y expresivo cromatismo. Parte de estos detalles alimentan la exitosa cuenta de Instagram Accidentally Wes Anderson donde fans y admiradores de la estética Anderson reconstruyen diariamente, a partir de los propios escenarios reales existentes en cualquier parte del mundo, los decorados y paisajes de sus películas.

Arquitecturas bañadas en colores pop, hoteles tamizados de tonos pastel, paisajes de simetrías impecables, un look distintivo para las protagonistas, el gorro rojo de Bill Murray, el explorador de The Life Aquatic, o esa mezcla que parecía imposible de Gwyneth Paltrol en Los Tenenbaums, de abrigo Fendi y ropa deportiva Lacoste; toda una puesta en escena estudiada al milímetro como si tratara de un gran cuadro académico. Un universo fascinante y de una gran plasticidad que cuenta con su propia Royal Anderson Company encabezada por el actor Bill Murray, «el talismán y padre cinematográfico de Anderson» presente en la filmografía del realizador desde su primera colaboración en la película Academia Rushmore. Añadamos al elenco interpretativo nombres como Owen Wilson, Jason Schwartzman, Anjelica Huston, Tilda Swinton o el actor de origen hindú, Kumar Pallana, propietario de una cafetería de Dallas frecuentada por Anderson que cambiaría la restauración y los cafés por la interpretación.

En ese repaso del estilo Anderson, no faltan tampoco las referencias a las fuentes o influencias que han ido conformando su lenguaje particular, una mixtura de nombres donde se mezclan realizadores como François Truffaut, Martin Scorsese, Louis Malle o el director indio, Satyajit Ray, inspiración mágica para Viaje a Darjeeling, junto con escritores, J.D. Salinger, dibujantes, Charles M. Schultz, el padre de los Peanuts o Herge, el creador de Tintin.

Anderson señala Nathan «retrata el mundo con toda la afectación de un teatro de juguete, pero, por otro lado, pocos cineastas como él para iluminar las verdades humanas». «En un primer visionado, sus películas son muy divertidas. En el segundo son desgarradoras». Como el conserje interpretado por Ralph Fiennes en El Gran Hotel Budapest, ciudadano de un mundo que se había desvanecido mucho antes de que él entrara en él pero que seguía manteniendo «la ilusión con elegancia singular». «Ese -señala Ian Nathan- es Anderson, el hombre que mantiene la ilusión con elegancia singular».

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