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Arte&Letras

Cinco razones para llorar aDaft Punk

Separación. Juan Manuel Freire

El lunes se confirmaba la separación de Daft Punk, que esperemos no signifique el fin de una amistad iniciada por Thomas Bangalter y Guy-Manuel de Homem-Christo en la época escolar. «Pero tampoco pasa nada», dirán algunos. «Igualmente no lanzaban disco desde hace casi ocho años». Pero había esperanzas de escuchar, algún día, la continuación de Random access memories, y en realidad Daft Punk no habían dejado de marcar la música moderna de forma más o menos explícita. Hay muchos motivos para llorarles. Nosotros explicamos cinco.

Al oír las palabras Daft Punk, llega a la cabeza una cierta idea musical: un riff house, electro o disco acompañado de voces vocoderizadas. Si triunfaron fue por tener un sonido reconocible. Pero, a la vez, nunca dejaron de explorar distintas parcelas del pasado o tratar de adelantarse al futuro. Del rock de su época como Darlin’ pasaron al house de Homework y de ahí al nu-disco deliciosamente hortera de Discovery, en el que legitimaban referencias nada cool y entregaban uno de sus hits definitivos, One more time, bailado en todos los corrillos imaginables; recordemos la apropiación rap de Freeway y The Jacka en el tema titulado… One more time. A la altura del nostálgico Random access memories, su género de base era la Música Popular, sin más.

Thomas y Guy-Manuel se convirtieron en estrellas pop globales sin necesidad de dar la cara. Obsesionados por dar el protagonismo a la música, ya en sus inicios solo se dejaban fotografiar con algún tipo de máscara; por ejemplo, de Beavis y Butt-head. Para la promoción de Discovery lucen ya sus icónicos cascos de robot. Todo en Daft Punk empezó aquí a ser pura fantasía: apoyaron el lanzamiento del disco con una película anime, Interstellar 555, escrita por ellos mismos y dirigida por Leiji Matsumoto, creador del Capitán Harlock; de ella provinieron los clips de One more time, Aerodynamic o Digital love. Ya antes se habían preocupado por ofrecer clips memorables: recordemos una obra maestra como el dirigido por Michel Gondry para Around the world, con esas coreografías cruzadas de robots, atletas, nadadoras sincronizadas, esqueletos y momias.

También con sus directos quisieron volar cabezas: el 29 de abril del 2006, su concierto en el festival Coachella fue recibido como punto y aparte en el concepto de directo electrónico. La gira Alive 2006/2007 hizo escala en Barcelona el siguiente 16 de julio, en el marco del Summercase.

Separación. A lo largo de casi tres décadas, el dúo electrónico francés sentó cátedra musical desde diferentes ángulos, diseñó una imagen icónica y contribuyó a la carrera de grandes contemporáneos

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Si en la primera entrega de Tron, la música de Wendy Carlos (cuerdas y sintetizadores entremezcladas en busca de texturas inéditas) era parte esencial del experimento, lo mismo puede decirse del trabajo de Daft Punk en la tardía secuela Tron: Legacy, para la que dieron con un sublime punto intermedio entre sus obsesiones reconocibles y la tradición de la música sinfónica para cine. Inesperadamente, o no, dada la vastedad de la melomanía del dúo, algunas partes eran puro Philip Glass de Koyaanisqatsi. La rumoreada secuela de Tron: Legacy ya no podrá contar con música del dúo; es decir, deja automáticamente de ser interesante. La importancia de Daft Punk o sus componentes en la música de cine no acaba aquí: De Homem-Christo coprodujo Nightcall, el tema de Kavinsky que definió la estética de Drive y disparó la popularidad de la synthwave o retrowave, ese subgénero rendido a las bandas sonoras sintéticas de los 80.

Ahora que incluso los más grandes artistas pop publican maquetas como temas oficiales y los álbumes son infinitas (e inconclusas) listas de Spotify, necesitábamos proyectos como Daft Punk, de aquellos que cuidan cada detalle al milímetro, cueste el tiempo que cueste. O los dólares que cueste: su álbum ahora final, Random access memories, superó el millón de dólares de presupuesto. Todo por buscar algo en la estela de The dark side of the moon (Pink Floyd), Rumours (Fleetwood Mac), o Thriller (Michael Jackson); es decir, con ese grado de espaciosidad, calidez y atención al detalle. La inversión salió bien al sello Columbia: el disco vendió 339.000 copias solo en su primera semana en Estados Unidos y valió seis Grammy al dúo, entre ellos el tan ansiado de Álbum del Año.

Entre los hallazgos de Random access memories estaba Doin’ it right, o el tema que llevó a Panda Bear, su vocalista, a animarse a dejar su voz más al descubierto en futuras grabaciones. Pero Daft Punk han marcado a muchos otros artistas esenciales, sobre todo a través de su labor paralela como productores. Después de samplear uno de sus hits en Stronger, Kanye West contó con su ayuda en cuatro temas del radical Yeezus. Pharrell Williams, voz del megahit de 2013 Get lucky, había contado con sus servicios tres años antes para el Nothing de su grupo N*E*R*D. The Weeknd empezó con ellos su viraje al synthpop: recordemos la emblemática Starboy.

Sus últimas producciones ya son por separado; se podrían interpretar como indicios de distanciamiento. Mientras Guy-Manuel ayudaba a Charlotte Gainsbourg en el tema titular de Rest, Thomas daba forma al Everything now de Arcade Fire. Juntos, sea como sea, siempre han sido mejores. O los mejores.

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