La actividad no cesa en el Museo Monográfico de Puig des Molins a pesar de que la afluencia de público y las actividades presenciales se han reducido considerablemente, sobre todo desde que Ibiza entró en fase 4 de riesgo extremo de covid. Buena parte del trabajo se concentra en estos momentos en su laboratorio de conservación y restauración, ubicado en la tercera planta del edificio.

La conservadora del Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera (MAEF), Maria Bofill, y la restauradora, Helena Jiménez, muestran estas instalaciones de 47 metros cuadrados, donde actualmente se están llevando a cabo varios proyectos de envergadura, como el de la restauración de las espadas del siglo XIX halladas en verano del año pasado en el fondo marino de es Caló, en Formentera.

Imagen de las espadas encontradas en el fondo del mar, cerca de Formentera. DI

«En 2008 el Ministerio de Cultura hizo una gran inversión en el laboratorio amueblándolo y dotándolo de elementos que son imprescindibles, como los armarios de seguridad para almacenar los productos químicos, la campana de extracción de gases y la ducha de emergencia», explica Bofill. El suelo, detalla, «es antideslizante y tiene una ligera pendiente para que, en caso de accidente, los líquidos se evacuen fácilmente por los desagües».

La labor de conservación y restauración no se ha paralizado ni siquiera cuando el museo estuvo cerrado al público entre mediados de marzo y el 2 de junio de 2020. Había que vigilar todo el material arqueológico en el que el equipo técnico está trabajando para controlar y ralentizar su proceso de deterioro.

«Cuando extraes una pieza del entorno en que se encuentra, ya sea en tierra o en mar, la desestabilizas. La exposición al sol, el oxígeno y los cambios de temperatura y humedad rompen su equilibro y provocan su progresivo deterioro por eso es muy importante que cuando alguien encuentra material arqueológico no lo manipule ni lo extraiga. Lo que debe hacer es llamar a la Guardia Civil, el Consell o el museo para que nos hagamos cargo», subraya Bofill.

Desalar ánforas

Uno de los proyectos destacados en los que Helena Jiménez está ahora mismo trabajando es la restauración de cuatro ánforas de época romana halladas por un pescador en verano de 2020 a 110 metros de profundidad en es Cap Sur, en Formentera. La restauradora muestra el depósito con agua salada en el que se encuentran tres de las ánforas, «las que están casi completas».

Trozos de ánforas en proceso de restauración. Fotos. Toni Escobar

«Lo primero que hicimos es vaciar el contenido de las ánforas y guardarlo para su posterior análisis y ahora lo que estamos haciendo es estabilizar las piezas», detalla. Este proceso tiene que ser muy lento para evitar que el material se estrese y se acabe rompiendo. «Lo que estamos haciendo es desalar las piezas, bajando poco a poco la proporción de agua salada e introduciendo agua desalinizada», señala. Cuando las piezas ya no tengan sal, se procederá a quitar los elementos biológicos. También es un proceso lento y minucioso. La restauradora muestra la cuarta ánfora, que se encontró fragmentada y que ya está prácticamente limpia. Retiró mecánicamente la costra con restos de conchas y animales que la recubría y los restos que quedan los eliminará empleando, a baja proporción, hexametafosfato de sodio, que, apunta como curiosidad, «es el componente básico del Calgón».

Otro proyecto en el que el equipo técnico del MAEF está centrado es el de la restauración de cáscaras de huevos de avestruz decoradas, halladas como parte del ajuar en las tumbas de la necrópolis de Puig des Molins. El museo, señala la conservadora, quiere dedicar a estos llamativos elementos de valor simbólico y funerario su próxima exposición temporal, que inaugurará «en uno o dos meses». «Somos, tras Villaricos, el segundo yacimiento de España con más número de ejemplares de huevos de avestruz de época púnica.

Cáscara de huevo de avestruz decorada. Foto: Toni Escobar

Lo que diferencia a los nuestros es que tienen una plástica propia, lo que hace pensar que fueron artesanos de las islas los que los decoraron», apunta. El equipo técnico está intentando descubrir cómo esos huevos llegaron hasta Ibiza. También se está haciendo una labor «de arqueología experimental investigando hacia atrás todo el proceso de elaboración de estos elementos funerarios», añade Jiménez. La restauradora muestra un ejemplar de huevo de avestruz adquirido en una granja española. «Lo hemos limpiado y desengrasado y queremos ver si le podemos dar el acabado que tenían la mayoría de los que se han encontrado en Ibiza», comenta.

En el laboratorio del museo llevan años trabajando también en la restauración de objetos de vidrio púnicos y romanos. Para ello cuentan con una especialista, Laia Fernández, que lleva más de doce años colaborando con el MAEF. «Las piezas que estamos tratando ahora son del yacimiento de sa Capelleta», detalla Bofill.

Al Museo Monográfico de Puig des Moling llega con asiduidad material arqueológico de diferentes yacimientos, que hay que seleccionar, priorizando siempre los elementos más delicados y que requieren de una intervención más urgente. En el laboratorio del museo lo que se hace es intentar recuperar estos objetos y darles una nueva vida, un trabajo que consume mucha energía y tiempo.

«De la obras realizadas en Ca na Negreta nos han llegado 250 cajas de material arqueológico», comenta Bofill. Jiménez muestra una de las piezas más excepcionales de este yacimiento, unos pendientes de plata del siglo VI después de Cristo.