El cine Regio, en Sant Antoni, resiste, contra viento y marea, a los embates del coronavirus. Ahora mismo es la única sala de Eivissa en la que se puede disfrutar del séptimo arte en pantalla grande. Teatro España, en Santa Eulària, y Can Jeroni, en Sant Josep, decidieron suspender su programación a partir del 13 de enero hasta que la isla abandone la fase cuatro de riesgo extremo de covid, que estará vigente, de momento, hasta el 30 de enero. Multicines Ibizaoptó por cerrar temporalmente a finales del pasado mes de octubre porque, como explicó la empresa, la situación tanto sanitaria como económica hacía «inviable» mantener las instalaciones abiertas.

Al Regio, propiedad de los hermanos Torres (Roberto, Sergio, Ángel, Alejandro y Vicente), le salva precisamente eso, que es un negocio familiar,y que la sala es muy grande. Tiene 640 butacas, aunque en esta fase cuatro solo se puede ocupar un 30 por ciento, es decir, 192. «Tenemos muy pocos empleados. nos apañamos entre los hermanos. Si tuviéramos la plantilla del Multicines esto sería insostenible», asegura Sergio Torres.

Dispuestos a seguir adelante a pesar de las dificultades para dar un poco vida y entretenimiento a un pueblo, Santa Antoni, que con bares y restaurantes cerrados parece casi un desierto, los hermanos tratan de buscar fórmulas para capear el temporal. No es fácil remontar teniendo en cuenta las pérdidas que les generó tener cerrado el cine seis meses a causa de la pandemia. Además, apunta Sergio Torres, las sesiones de cine cuentan con mucho menos público que el que tenían antes de que estallara la crisis sanitaria. «Hemos tenido que pedir financiación ICO para pagar, entre otras cosas, impuestos y el material necesario para aplicar las medidas covid. Esto es un cine grande y los gastos fijos son importantes», afirma.

Virginia Torres, hija de Sergio, recuerda todos los obstáculos que el cine Regio ha tenido que sortear desde que estalló la crisis y se declaró el estado de alarma. La sala estuvo cerrada del 14 de marzo hasta el 7 de agosto de 2020. Solo abrió puntualmente el 27 de junio para presentar el documental 'La máscara del pueblo. En primera línea', realizado por voluntarios de Protección Civil, y el 24 y el 31 de julio para acoger dos proyecciones del ciclo Zinètic. Estas sesiones sirvieron de calentamiento para poner a prueba el protocolo de seguridad que estaban diseñando teniendo en cuenta el protocolo que marcaban las autoridades sanitarias. Durante esos meses de impasse la familia Torres aprovechó «para darle un poco de lustre a la sala», heredera del cine Torres.

El 7 de agosto el Regio reabrió con el 75 por ciento de aforo y con la posibilidad de consumir en sala bebida y palomitas. El 29 de agosto se tuvo que cerrar el bar. Cuando por el fin el Govern renegoció con la Asociación de Empresas del cine de Balears que se permitiera consumir en las salas y se acordó que el aforo fuera del 45 por ciento, se estableció el cierre perimetral de Sant Antoni y el Regio tuvo que cerrar del 25 de septiembre hasta el 9 de octubre. A partir de entonces se ha mantenido abierto adaptándose a la normativa sanitaria vigente en cada momento. «El BOIB es mi libro de cabecera», bromea Virginia.

Con la entrada de Ibiza en el nivel 4 se han incrementado las restricciones. Como recuerdan los numerosos carteles que adornan las puertas de entrada y el interior del Regio, el aforo ahora se ha limitado al 30 por ciento, no se permite beber ni comer en la sala, hay que llevar siempre mascarilla, solo los convivientes pueden estar juntos y el resto se tiene que sentar en butacas separadas a un metro y medio de distancia.

Protocolo sanitario

Protocolo sanitario

El protocolo sanitario es estricto. La familia Torres quiere que los clientes se sientan seguros en sus instalaciones. Al acceder al cine, los espectadores tienen que depositar las entradas en una caja y aplicarse gel hidroalcohólico. Las alfombras también están empapadas con esta sustancia para desinfectar las suelas de los zapatos. En lugar de precintar asientos, la familia Torres ha recurrido a un método clásico para distribuir a los espectadores por toda la sala manteniendo las distancias de seguridad adecuadas. Ellos mismos ejercen de acomodadores e indican las butacas a ocupar, según las preferencias de los clientes y de si son o no convivientes y alternando siempre filas de asiento vacías con otras disponibles para sentarse. Una vez se les ha buscado asiento, se informa a los espectadores de las medidas covid y de que, al terminar la película, tienen que dejar su butaca bajada para su posterior desinfección. Al finalizar se renueva completamente el aire de la sala.

Debido a que el toque de queda es a las 22 horas y a la bajada de afluencia de público, la familia Torres ha tenido que suprimir sesiones. La semana pasada el Regio solo abrió sábado y domingo y ésta lo hará tres, a partir de hoy con dos sesiones diarias. En caso de que se llegara a aplicar el toque de queda a las 20 horas, opción que el Govern, de momento, ha descartado, la familia Torres se ha planteado cerrar temporalmente, según afirma Sergio Torres. De momento, la idea es mantener abierto el Regio tres días a la semana, siempre que no se endurezcan las restricciones.

El hachazo de las plataformas

El hachazo de las plataformas

A las dificultades derivadas de la pandemia, hay que sumar otros factores. «Para el cine las plataformas digitales han sido un hachazo», señala la familia Torres. No ayuda mucho el hecho de que compañías como Warner Bros decidan estrenar grandes producciones de forma simultánea en salas y en streaming, como ocurrió con 'Wonder Woman 1984', o que Disney opte por lanzar títulos como 'Mulán' o 'Soul' directamente en su plataforma.

Esta crisis no es la única ni la más importante que ha tenido que atravesar el cine Regio, que abrió sus puertas por primera vez en 1972. En los años 80 los hermanos Torres vieron las orejas al lobo con el auge de los videoclubes y aplicando el dicho 'si no puedes con el enemigo, únete a él' decidieron abrir el suyo propio. Cerraron, en cambio, el cine Torres que el abuelo, Vicente Torres Ferrer, había abierto en Sant Antoni en 1931. Eso fue en 2003.

La crisis más dura llegó con la aparición del cine digital. Tuvieron que hacer una inversión muy importante para adaptarse a los nuevos tiempos. De hecho, asegura Sergio, un mes antes de la inauguración del nuevo sistema digital, la familia Torres se estaba planteando seriamente cerrar el Regio porque ya apenas había copias analógicas en el mercado. O apostaban por la nueva tecnología o tenían que bajar la persiana. «Llevamos con la espada de Damocles encima desde que tuvimos que cambiar del cine analógico al digital. A partir de 2017 empezamos a remontar y cuando ya sacábamos la cabeza han venido estos golpetazos tan bestias», lamenta Sergio. Para hacer frente a esta crisis sugiere que las instituciones exoneren «de impuestos y gastos» a los negocios que, como el suyo, han tenido que cerrar durante meses.

Después de un año tan duro como 2020, la familia Torres tenía la esperanza de que en 2021 la situación empezara a mejorar, pero de momento, las expectativas no son muy optimistas. El futuro es incierto. Sergio teme que después de meses de confinamiento en los que la gente se ha lanzado a consumir series y películas en casa, cambien los hábitos y que el público prefiera las plataformas digitales a ir a una sala de cine. Confía en que el séptimo arte sobreviva como lo ha hecho hasta ahora. Los hermanos Torres, que a estas alturas ya «trabajan por amor al arte», llevan el cine en las venas y se resisten a tirar por la borda un proyecto que es fruto «del esfuerzo de varias generaciones».