Cuatro metros. Esa es la distancia que tuvieron que guardar ayer los niños de Ibiza, que lució su poblada barba blanca sin mascarilla. El ansiado reencuentro, marcado por las medidas de seguridad para evitar posibles contagios de coronavirus, tuvo lugar, como el año pasado, en la casita de Navidad de Vara de Rey.

Nueve voluntarios del Ayuntamiento de Vila y cuatro integrantes de Protección Civil se encargaron de velar por el cumplimiento del protocolo sanitario y de estar ojo avizor por si alguno de los presentes no llevaba bien puesta la mascarilla. Los cinco elfos mágicos de Santa Claus, además de animar la fiesta, también se dedicaron a informar a las familias del procedimiento establecido para la visita.

A diferencia de otros años, el espacio donde está la casita de Navidad está vallado y se han delimitado dos entradas y dos salidas. Además, hay un cordel que impide acceder hasta la pequeña vivienda en la que Papá Noel recibirá a los pequeños hasta el día 24.

Ayer, la veintena de familias que a las once de la mañana aguardaban haciendo cola en Vara de Rey apenas tuvieron que esperar ocho minutos a que apareciera. De pie, junto a la entrada, comenzó su breve discurso con un «¡Buenos días, Ibiza» y un «¡Feliz Navidad!».

Tras manifestar su alegría por estar de nuevo en el que considera su «lugar favorito de la tierra», Papá Noel hizo mención «a las circunstancias un poco especiales» que han provocado que su visita este año sea «algo distinta» y alabó la paciencia que han demostrado los niños durante el confinamiento. «Por este buen comportamientos tenéis ya asegurado algún regalo», les dijo a los pequeños, antes de apelar a la responsabilidad de todos los asistentes para que la visita se desarrollase respetando el protocolo establecido. Una vez finalizada su intervención, se sentó en el trono y comenzó el desfile de niños, que esta vez se quedaron con las ganas de achucharle, sentarse en su regazo o tirarle de la barba.

Hugo Costa, de cinco años, acompañado de su padre, Fermín, fue el primero en saludar en la distancia a Santa Claus. Estaba impaciente porque llevaba desde la 10.15 horas esperando el momento con una carta en la que estaba escrito de su puño y letra este lacónico a la par que directo mensaje: 'Hola Papá Noel, por favor Transformers'.

Lo primero que hizo fue dejar la misiva en el buzón de la entrada y luego se fotografió con los elfos, equipados con pantallas de protección, y con Papá Noel de fondo en su trono. «Tienes que obedecer a tu mamá», le dijo éste antes de despedirse. A continuación, les tocó el turno a los gemelos Pau y Edu Páez Montoliu, que justo ayer cumplían nueve años. Papá Noel pidió al público que cantaran en su honor el 'Cumpleños feliz'.

Lugardita Ramírez, que estaba guardando puesto en la cola a su nieto Marco Escandell, de seis años, tuvo, al final, que ir sola a hablar con Santa Claus para explicarle que el pequeño quiere un iPad.

La sinceridad meridiana con la que Arya, de tres años, y Tessa, de cuatro, reconocieron que no se habían portado bien desarmó a Papá Noel, que les rogó que sean obedientes si quieren recibir regalos. A Álvaro Moreno, de tres años, le puso como condición, si quiere tener el camión y la torre de control de la Patrulla Canina, que ordene su habitación.

A Carlos, de cuatro años, y a Lucas, de seis, les pidió que eviten pelearse. Tanta conversación y a tanta distancia hizo pensar a más de uno que si bien Papá Noel podrá evitar el coronavirus, no se librará de una buena afonía.

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