Una de las fachadas del centro de cultura alternativa 'La Bestia', en la Colonia Condesa de Ciudad de México, luce un gran mural con firma ibicenca, la de Aída Miró, que lo ha pintado a cuatro manos con la artista local María Antonieta Canfield. La obra se compone de un retrato de cada una de ellas pintado por la otra, unidas por el pelo y escuchando música, según cuenta Miró.

Las dos artistas se conocieron en Nueva York, donde vive Miró, hace cuatro años. La mexicana estaba pintando un mural en Brooklyn, la ibicenca fue a verla trabajar y en seguida conectaron y se propusieron hacer algo juntas. Así que han aprovechado que Miró estaba haciendo cuarentena en México antes de poder volar a Nueva York para cerrar el trato.

«La temática se decidió de forma espontánea en una cantina tomándonos un mezcal: Mujeres que se encuentran haciendo retratos cruzados escuchando música. A ambas nos gusta pintar retratos y comenzamos a dibujarnos una a la otra en un cuaderno. Detalles psicodélicos y colores brillantes le dan un look retro a la obra. Aunque ambas tenemos estilos y técnicas muy distintas que combinar y equilibrar. Partiendo de los bocetos de los retratos de cada una, fuimos improvisando en los colores y el fondo de forma intuitiva», cuenta Miró por escrito desde Nueva York.

Colgadas de la pared

Colgadas de la pared

Lo más complicado es que tuvieron que pintar colgadas a rápel de la pared: «No tienes dónde apoyar la pintura que estás utilizando, todo tienes que engancharlo colgando de cuerdas y mosquetones. De mi cintura cuelgo una bolsita con los sprays que voy a utilizar cuando he subido arriba por la cuerda. Tienes que hacer acrobacias aéreas prácticamente para pintar en las alturas colgada. Al principio me resultó muy duro, el primer día me dolía todo el cuerpo, pero en cuanto empecé a pillarle el truco y la soltura me pareció muy divertido», dice la ibicenca.

«Viniendo del mundo grafiti, donde el riesgo es parte de pintar, siento que pintando murales nos hemos acomodado pintando con las grúas y tantas facilidades para llevarlo a cabo. Sin embargo en México, donde no cuentan fácilmente con estos recursos, tienen que buscársela de otra manera, y pintar de forma arriesgada colgando de las alturas con arneses», continúa.

El proceso para completar la obra duró cinco días intensos y el mural ya ha quedado para que lo contemplen todos los conductores y peatones que circulan por la gran avenida José Vasconcelos de Ciudad de México.