La exmodelo Isa Stoppi falleció ante ayer en Milán tras sufrir una larga enfermedad. Nos deja una mujer de belleza radiante, seductora, elegante y con un aura de misterio que conquistó el mundo de la moda de los años 70 y 80, de la mano de los grandes fotógrafos y creadores de la época. El gran fotógrafo Richard Avedon quedó fascinado con su belleza cuando la conoció en Nueva York y sentenció: «Acabo de conocer a la mujer más guapa del mundo, sus ojos son embriagadores».

La elegancia natural de Isa, su estilo, su porte de top model y su actitud ante la vida era capaz por sí sola de inspirar un perfume, un vestido y hasta su propio gran libro de imágenes de moda, que editó con su fotógrafo de cabecera, Gian Paolo Barbieri. Con este presentó, ante un reducido grupo de amigos y familiares en el restaurante Las Dos Lunas de Sant Rafel en 2017, el lujoso volumen 'Isa Stoppi. The Book', que recoge su biografía gráfica de moda y resume sus momentos estelares como modelo. Isa fue musa de Giorgio Armani, Gianni Versace, Valentino, Pucci y otros grandes de la época.

Llegó a Ibiza en los años 80 procedente de Nueva York en busca de la libertad, se enamoró de la isla, compró un piso y posteriormente una casa payesa, en 1998, dónde vivió con sus dos hijos hasta que por su enfermedad y el reciente fallecimiento de su querida hermana Yolanda se trasladó de nuevo a Milán. En una entrevista que le hice en 2017 en este diario recordaba con nostalgia su llegada: «Vivía en Nueva York y cuando llegué me sorprendió que había más libertad en la isla que allí. Había un ambiente fantástico, podías ser tu misma, nadie te miraba aunque estuvieras desnuda con una pluma por vestido. Era una libertad impagable, todo el mundo se mezclaba: ricos, pobres, locos, millonarios, príncipes árabes, guapos, aristócratas y artistas. Recuerdo que he bailado con el Rey Felipe de España en Pacha. Todos éramos iguales ante la internacionalidad del lugar».

A la diva de la alta costura le gustaba la Ibiza bucólica y mantenía su discreción natural en todos los actos, fiestas, exposiciones y lugares adonde acudía como una residente más. En su casa ibicenca, magníficamente restaurada, recibía a amigos, personajes, famosos y gente de Ibiza en fiestas, comidas y encuentros rodeados siempre de gran clase, elegancia y estupenda gastronomía.

Dulce y generosa

Dulce y generosa

La mujer sofisticada adelantada a su tiempo, con un estilo vanguardista, original y sencillo a la vez, vivió en Ibiza como una amiga más y disfrutó durante décadas de la transformación de la Ibiza hippy al lujo, las fiestas y los grandes yates con su eterna sonrisa amplia y encantadora, su mirada de ojos profundos de azul luminoso como el cielo de la isla que le brindó la paz lejos del bullicio de las pasarelas y el embrujo de la moda.

Su gran amigo el aristócrata Pinini Vender la recuerda como «una persona muy dulce y generosa, su belleza alumbraba el mundo que la rodeaba. Cuando la conocí le dije que su madre era una ladrona porque había robado dos estrellas para ponerlas en su rostro. Isa era amable con todo el mundo y su serenidad y alegría se contagiaban. Nunca he conocido una persona tan buena y bella». Para el pintor Mario Arlati y su mujer Daria «era una gran belleza de ánimo y de vida, una amiga sincera que tenía siempre una sonrisa maravillosa para todos».

Carlos Martorell recuerda cómo la conoció: «Vi a Isa, por primera vez, en un evento en Nueva York en 1971 y me impresionó su belleza. Pero no la conocí personalmente hasta que compró su casa en Ibiza. En esa casa, junto a su inseparable hermana Yolanda, invitaba a muchas comidas y cenas a sus amigos, casi todos italianos. Además de ser muy atractiva, Isa era una mujer muy simpática y muy generosa. La última vez que hablé con ella por teléfono me dijo, con voz muy trémula, que intentaría pasar las navidades en Ibiza. La echaremos mucho de menos en la isla», asegura.