"Si echamos una vistazo a la historia, todas las eras colapsaron y dejaron paso a otras. Creo que estamos ante un colapso y si no hay referentes espirituales e ideológicos que digan que hay que parar la máquina, esto puede ir a peor". Con esta declaración, el actor, pintor y escritor vigués Pedro Alonso reflexionaba sobre la pandemia en la charla-coloquio que inauguró la temporada de CLUB FARO ayer en el Auditorio Mar de Vigo. El también colaborador del suplemento dominical Estela de FARO DE VIGO fue presentado y entrevistado por el periodista de Onda Cero Rubén Rey, en un acto con una notable presencia de público en la que el escritor presentó su primera obra publicada, "El libro de Filipo".

Preguntado por su faceta de articulista y sus escritos sobre el confinamiento y la situación derivada del Covid 19, Alonso confesó que "al principio me impresionó la corriente tóxica que se generó; en vez de tomarse tiempo a meditar, a ser constructivos, para ver cómo salimos de ésta juntos, muchos se dedicaron a escupirse a la cara. Hay gente asquerosa que se está volviendo más asquerosa y hay gente lúcida que aún no ha hecho una lectura. Me digo que si es verdad que hay espacio para una revolución ahora mismo, debería ser una revolución íntima". Para el escritor, esta pandemia es una llamada de auxilio de la naturaleza. "La Tierra está crujiendo por el abuso que hacemos con los bienes de consumo", aseguró, a la vez que mostró su confianza en la gente capaz -con la que se ha encontrado en su vida, según precisó- que sirva de revulsivo para "cambiar la longitud de onda".

Sobre su faceta artística más reciente, la de escritor, Pedro Alonso confesó vivirla como un regalo que irrumpió en su vida hace algo más de un año. "Antes escribía mal, era un tipo muy mental", confesó. Sus primeros escritos eran los "mensajes diabólicos" que mandaba por Whatsapp a sus amigos de forma "torrencial", hasta que en lugar de enviarlos decidió abrir un archivo en su móvil en forma de notas. "Un día, en París, decidí escribir el último de mis mensajes, revisé el archivo y tenía 560 páginas", recordó. Un amigo suyo, guionista y escritor le propuso publicar esa obra, pero "no tuve el coraje de hacerlo".

A esa primera aproximación con la escritura la llamó "El potro noruego", aludiendo a la nacionalidad de uno de los novelistas que más le ha impresionado, Karl Ove Knausgård, del que destacó sus relatos llenos de crudeza y honestidad, así como por romper tabúes y ser el retrato de una generación.

Al referirse al origen de "El Libro de Filipo", comentó que surgió de una regresión que realizó guiado por su pareja, la francesa Tatiana Djordjevic, formada en hipnoterapia con un comisario parisino. Cuando se lo propuso, aceptó por curiosidad y por el respeto y la confianza que le merecía quien se lo había planteado, si bien aclaró que no le resultó chocante porque lleva 14 años transitando "por vías meditativas y hasta diría esotéricas (no del mundo de la palabrería ni la superstición) porque creo que hay personas con dones especiales y Tatiana es una de ellas", explicó.

En esa primera regresión -hubo hasta cuatro- apareció Filipo, un soldado de la Roma Imperial del que hablaba en primera persona. "Estaba en un duerme-vela; durante las casi dos horas que duró la regresión conté todo lo que visualizaba, como una peli entera. Al acabar, los dos nos quedamos impactados emocionalmente".

Ese viaje mental, cuyo arco narrativo ha servido para su primera novela publicada, no pertenece, para el autor, "a una locura, una superstición o una flipada" es, al margen de la situación hipnótica en la que surgió, una historia de tal elocuencia que merece la pena" ser contada.

Su vigencia y paralelismo con la época actual es evidente por la pulsión social y la crispación en la que se desarrolla, en un imperio, el Romano, que hace "trapicheos" para mantener su poder. A Filipo, un soldado leal al sistema, lo envían para infiltrarse en un grupo cuyo líder, Ilak, cambia su vida. "Como a Filipo a mí no me interesa fijarme en mi enemigo; el sistema ha convertido la vida en un juego de marcianitos en que el que hay que batir al contrario, cuando estamos en un momento en que todo nos está invitando a ponernos en cuestión, y para eso hace falta humildad" en el ámbito de lo público, de los gobernantes, reflexionó Pedro Alonso, quien explicó que tras una crisis personal sufrida hace 14 años ha conseguido que "el diálogo conmigo mismo al menos no esté adulterado".