Ya el título de la exposición es sugerente, 'Caesura', cesura en latín, esa pausa que aparece dentro de un verso. Ese corte abrupto, ese silencio que acentúa el ritmo y está lleno de significado, es el denominador común de las obras que se pueden admirar desde el pasado 17 de julio en la sucursal ibicenca de Parra & Romero.

«Queremos poner el acento en el silencio, en ese vacío que completa y complementa. La idea es que el espectador no solo atienda a la materialidad de las creaciones sino que también preste atención a sus pausas y al entorno arquitectónico que las rodea». Así explica Juanjo Aguilar, a cargo del espacio que la galería madrileña tiene en Santa Gertrudis, la filosofía de esta muestra, que reúne trabajos de Robert Barry, Luis Camnitzer, Stéphane Dafflon, Thomas Scheibitz e Ian Wallace.

La crisis del coronavirus no ha achantado a Parra & Romero, que a pesar de las dificultades, ha decidido abrir las puertas de su nave en Santa Gertrudis y seguir ofreciendo este verano un soplo de aire artístico a residentes y turistas. Eso sí, la galería se ha visto obligada a hacer pequeños cambios en su propuesta habitual. Además de tener que retrasar hasta julio el estreno de esta octava temporada en Ibiza, la galería ha optado en esta edición por una muestra colectiva, en lugar de organizar dos individuales como en años anteriores.

Incluso el espíritu de 'Caesura', destaca Aguilar, «va muy acorde» con estos tiempos marcados por la pandemia y por un confinamiento que, señala, «se ha convertido en un pausa en nuestras vidas y en un tiempo para meditar». También invita a reflexionar esta muestra de arte contemporáneo, que requiere del espectador que repare en los detalles y que complete e interprete los espacios vacíos de cada una de las piezas.

Una de las primeras obras con las que se topa el visitante nada más entrar en la nave de Parra & Romero es una pequeña placa dorada en la que se lee : «Taller de lubricación de paradigmas». Hay que estar atentos para no perderse esta creación de Luis Camnitzer (1937) porque está colgada a propósito en un lugar discreto. El responsable de la nave explica que forma parte de la serie 'Utopías fallidas', que el creador uruguayo de origen alemán realizó para una muestra retrospectiva que se llevó a cabo en el Museo Reina Sofía, en Madrid.

Tras cruzar este espacio de paso, el visitante llega a una de las dos salas principales de la nave, en la que se exponen obras de un pionero del arte conceptual, Robert Barry (1936), y de Ian Wallace (1943), uno de los primeros fotoconceptualistas de la historia.

La atención del espectador se fija en un espejo surcado de palabras sueltas que le devuelve su reflejo y el de los cuadros que hay a su espalda. El autor es Barry. En el suelo, dispuestas en fila india, más palabras en inglés de color azul. La obra, en la que el concepto de cesura se evidencia todavía más, también es del artista estadounidense. Enfrente cuelgan varios trabajos de Wallace.

Fotografía conceptual

Hay una pieza compuesta por cuatro lienzos fotolaminados que retratan en fragmentos un espacio del Museo de Castellón en el que se exhiben creaciones de Lawrence Weiner. Aguilar destaca también el valor de 'Un coup de dés', una pieza «muy autorreferencial», en la que se puede contemplar el estudio del artista canadiense y en primer plano un libro de poemas de Stéphane Mallarmé.

En la segunda sala llama la atención por sus colores vivos una obra del suizo Stéphane Dafflon (1972) construida por dos piezas separadas por la entrada de lo que antes era el showroom de la galería. La idea de silencio también la transmiten los espacios en blanco de otras dos obras minimalistas suyas que cuelgan en esta misma sala. Están junto a una creación de Barry en la que el espacio de separación de los cuatro elementos que la componen es clave.

En otra pared se exhiben tres trabajos del alemán Thomas Scheibitz (1968), que fue el año pasado protagonista de una de las dos exposiciones individuales de Parra & Romero en Santa Gertrudis. La cesura en sus trabajos aparece, como señala Aguilar, a través de las líneas que el artista traza en el lienzo y en la dicotomía que existe entre abstracción y figuración.

El espectador se despide de la muestra con otro evocador mensaje de Luis Camnitzer que deja, como el resto de las obras, espacio a la imaginación: «Fábrica de agujeros para escapistas».