De profesión es periodista, pero hace quince años decidió convertirse en empresario. ¿Qué le motivó a dar ese salto?

Me motivaron un cúmulo de cosas. Heredé de mi abuelo el gusto por la venta y me di cuenta que lo primero que hay que hacer para vender algo es comunicarse. Ahí se unía mi pasión por la comunicación con mi pasión por el comercio. Antes de SpainMedia estuve trabajando en el Grupo Prisa durante 16 años. Aprendí muchísimo, casi todo lo que sé. Dirigía la compañía de revistas, pero para el Grupo Prisa ese sector no era lo más importante. Hubo un momento en que me dije que si me gustaba vender y sabía hacer revistas podía sumar estas dos cosas y ser un editor. Así que me fui del Grupo Prisa y monté mi editorial. Pero yo no era empresario, no tenía ni idea de cómo se hacía un plan de negocios ni qué era la tesorería, ni las líneas de crédito. Me ayudó mi hermano, pero recuerdo que busqué en Google el término plan de negocio y me descargué un documento de 50 folios que al final no me leí.

Crear un negocio en 2007, a las puertas de una gran crisis, y apostar por el papel suena a empresa arriesgada.

En abril de 2007 fue cuando constituí la editorial y encontré este nombre tan fantástico que es SpainMedia. Yo no sabía entonces la que se avecinaba, no tenía ni idea, si lo hubiera sabido, quizás me hubiera echado atrás. Aposté por el papel en un momento en el que acababa de salir el Kindle y todo el mundo pensaba que desaparecerían los libros físicos. Yo opté por este formato porque las revistas tiene un lenguaje propio, único, que trabaja con los cincos sentidos y, además, se quedan en tu casa mucho tiempo, ayudan a hacer hogar. No solo elegí el papel sino que hice algo revolucionario. Mis competidores, los grandes editores, que me veían como un advenedizo que no sobreviviría seis meses, lo que hacían es que cuantos menos ejemplares vendían menos páginas publicaban. Yo lo hice al revés, elegí la cara norte. Me propuse editar una revista llena de papel, aunque no tuviera publicidad y tirase pocos ejemplares, para transmitir una sensación de vida y energía muy grande. Al final la publicidad y los lectores vinieron.

Ha apostado por cabeceras que ya funcionaban a nivel internacional.

Sí. Dirigí Rolling Stone para Prisa y esa fue mi primera gran marca internacional. Cuando monté SpainMedia, la revista con la que empecé fue Esquire. Luego edité Robb Report, un revista americana de lujo; después Harper's Bazaar, Forbes y Tapas.

También ha estado editando la revista de Ushuaïa.

Sí. Hace un año que la hago para el grupo Matutes. Soy director de marketing. Nos pilló el Covid en medio y este año como no abrió el hotel no la hemos hecho. Nosotros hacemos revistas para otros siempre y cuando nos podamos involucrar como editores, como es este caso.

En 2017 decía en una entrevista: 'No dudé jamás del papel y el tiempo me ha dado la razón'. ¿Sigue opinando lo mismo?

Sí, el papel está más vivo que nunca. Ya nadie duda de que lo que ofrece el papel no lo brindan otras cosas. Antes pensábamos que todo lo que podíamos hacer en digital para qué lo íbamos a hacer en papel. Ahora ya no hay esta confusión, ya sabemos que la experiencia es distinta. El papel ha reivindicado su potencia más que nunca. Por ejemplo, la edición de libros ahora mismo es más rica y más exquisita. Lo mismo pasa con las revistas independientes. Hemos ido de Gutenberg a Zuckerberg, es decir, hemos ido de la potencia de un tipo que inventa la imprenta a la de otro que inventa un medio de comunicación. El mundo no se entiende sin la combinación de los dos. Donde sí hay un problema es en el modelo de negocio.

¿Qué quiere decir con eso?

Antes, en el papel, estaba muy claro cómo se obtenían los ingresos, a partir de un número de ejemplares y de publicidad vendidos y con una distribución. Ahora los circuitos de distribución del papel se están cayendo, los anunciantes están entusiasmados con la propuesta digital y los editores tenemos que encontrar un nuevo mix de plan de negocio donde el papel no tiene por qué ser el ingreso mayor, pero debe ser imprescindible.

La prensa en papel parece abocada a morir.

Creo que la prensa en papel estará destinada, a morir no lo sé, pero en todo caso, a ir reduciendo sus tiradas hasta algo simbólico siempre y cuando lo que busque sea dar la noticia. Yo creo que la edición en papel no tiene que poner su foco en el breaking news, que se puede consultar en el móvil, sino que tiene que buscar aquellas cosas que el teléfono no puede dar: una lectura más sosegada, un análisis, emociones...Entonces se venderá poco, pero sin eso la marca del periódico está muy coja, a no ser que el diario haya nacido ya digital, como el caso de El Español, donde soy consejero y socio. Pongo un ejemplo que se entiende muy bien. Si Chanel deja de hacer la alta costura de París pierde toda su aura. ¿Cuántos vestidos de alta costura vende Chanel cuando los presenta en el Grand Palais? Intuyo que muy pocos. Lo que venderá son muchos zapatos, bolsos y perfumes. El periódico en papel es la alta costura, es ese vestido que es prácticamente una joya.

La crisis del coronavirus

Pienso que sí. Yo soy un enfermo de optimismo y creo que para los editores esta crisis es una oportunidad impresionante para tomar posiciones. Primero, porque las posiciones que estaban fijas antes del Covid se han movido. En segundo lugar porque nunca la comunicación ha estado tan presente. Las audiencias se han multiplicado por mucho. Los editores, que somos gestores de contenidos, tenemos un caldo de cultivo apasionante y un mercado que se ha movido y que deja espacios libres, así que la oportunidad es de cine. Pero tenemos un problema de modelo de negocio que no nos lo va a poner fácil porque los editores vivimos de un 70 a un 90 por ciento de la publicidad y en estos tres meses los anunciantes se han retirado. Y ahora lo que sucede es que no saben cuánto dinero tienen para invertir, porque todos los planes de negocio de las empresas están entre comillas. Además, estamos en una revolución de nuestro sector, donde Google y Facebook se están llevando el 70 por ciento de las campañas publicitarias, es decir Facebook es una herramienta para vender publicidad.

La relación de Facebook y Google con los medios de comunicación parece de amor-odio.

Hay una diferencia entre Facebook y un editor. Nosotros somos medios de comunicación y le decimos a la gente lo que creemos que debe saber y lo que no bajo nuestro criterio. Facebook y Google se rigen por el criterio del usuario y le ofrecen solo lo que le gusta o lo que se ajusta a su opinión, con lo cual cada vez se va empobreciendo más. Eso no es un medio de comunicación, eso es un agregador de audiencias. Pero al anunciante le da un poco igual, no a todos. Estos agregadores nos están metiendo en un problema a los editores. Y no solo esto, sino que generamos contenidos gratuitos para ellos y, además, les pagamos campañas de publicidad. Estamos en un problema de modelo de negocio que solo lo vamos a revertir cuando la audiencia vea que la información que ofrece el medio de comunicación alguien la ha filtrado para ellos y que eso vale dinero. La gente debería sospechar que un agregador gratuito que le envía todo el rato noticias de lo que quiere ver es casi un placebo. Sé que es un problema que solucionaremos.

Centrándonos en las publicaciones que edita SpainMedia, Forbes es muy conocida por sus listas, por ejemplo la de los cien españoles más ricos. ¿Cómo está afectando el coronavirus a las grandes fortunas?

El dato está publicado, los ricos son más ricos. Aunque son momentos de oportunidad, las crisis lo que hacen desgraciadamente es estirar las diferencias, es decir, los ricos suelen hacerse más ricos y los pobres más pobres. Los ricos tienen tesorería y la capacidad de aprovechar oportunidades que se dan en las crisis. También quiero decir una cosa y es que en la lista de los más ricos de España están los mayores empleadores del país. Me gusta insistir en que si tuviéramos el doble de ricos tendríamos más trabajo.

Tapas es otra de sus publicaciones. En este caso fue invención suya. ¿Cómo surgió el proyecto?

He traído a España revistas como Rolling Stone o Forbes, en eso tengo un oficio y decidí hacerlo al revés, crear una marca desde España para todo el mundo. Pensé que había un territorio muy chulo, el del lifestyle y la gastronomía cuando vi su boom y me di cuenta de que los cocineros se habían convertido en estrellas del rock. A partir de ahí monté una revista, que no es de recetas, sino de estilo de vida. El primer año ganamos el Premio Nacional de Gastronomía y este año me han metido en la Academia de Gastronomía de Eivissa y Formentera. Estoy muy contento, el día 11 de agosto leeré el discurso de ingreso.

Vive a caballo entre Madrid y Ibiza y conoce la realidad de la isla. El coronavirus está siendo una pesadilla para el sector turístico pitiuso. ¿Cuál cree que sería la estrategia para salir vivo de esta crisis?

Creo que el sector turístico de la isla tenía problemas antes de que llegara el coronavirus, me refiero a problemas de sostenibilidad. Se buscaba la fórmula de alargar la temporada y que la dependencia de la industria de las discotecas no fuera tan grande. Además preocupaba cómo aumentar el gasto medio por turista y el problema de la falta de vivienda. Este momento de Covid es perfecto para que los grandes empresarios se sienten a pensar por qué la temporada no es de doce meses y qué debería tener Eivissa para que la gente quisiese venir en noviembre. La pandemia es un paréntesis que nos va a dejar la tesorería jodida, pero lo importante son los problemas que había antes porque volverán a aparecer rápidamente.

Cuando hace dos años decidió vivir en Ibiza, uno de las primeras cosas que hizo fue meterse en la Ibiza Preservation Fund, una entidad que busca promover iniciativas sostenibles en la isla.

Sí, les dije que como editor tengo mucha influencia y podía ayudar. Vi muchos extranjeros muy comprometidos con la asociación y pensé que debería tener más conexión con los españoles de la isla y con todos aquellos que tienen Ibiza en el corazón, entre los que hay personas muy influyentes. Hay que implicar a esa gente para que ayuden a sostener la isla.

¿Piensa que Ibiza defiende su entorno más que hace diez años, cuando se fundó esta organización?

Creo que la isla está cada vez más concienciada, pero también pienso que estamos muy lejos de donde deberíamos estar porque esta isla tiene un problema con el que tendrá que luchar constantemente, que tiene concentradas en pocas semanas un número de visitas increíble.