"Las mujeres lograremos liberarnos cuando dejemos de reaccionar ante la sociedad", así lo considera Emmanuelle Martínez, la autora de 'Ajo y Agua', una "antiguía" de la mujer perfecta que actúa como una suerte de espejo en el que al mirarnos podemos reírnos de las inseguridades.

Convencida de que el humor es la "mejor herramienta" según ha contado a Efe, Martínez creó 'Fleur de Mamoot', una mujer pelirroja, de físico exhuberante y de carácter directo y sincero, esa suerte de amiga que todas deberíamos tener para dejar de preocuparnos por esas cuestiones que a lo largo de la Historia han llevado a la mujer a tener que preocuparse por el paso del tiempo en su cuerpo.

Enemigos públicos como la edad, el aumento de peso o la obsesión por lucir siempre bella, aunque la francesa (1974) afirma que la mayor de las obsesiones femeninas debería ser solo "la muerte".

Pero como la realidad refleja que realmente el fin de la vida no es la mayor de las preocupaciones de la mujer, sino la siempre presente duda de si depilarnos o no, de lucir siempre el último grito de la moda o de si enfundarnos, pese a los kilos de más, un modelito de extrema estrechez.

"En general -dice- me parece bastante sano tener algunas inseguridades porque nos ayudan a situarnos y a entender el mundo. En cuanto a las que tienen que ver con el físico, puede que nos motiven a querer practicar deporte, a querer dejar de compararnos con las demás y a intentar entender si nuestros complejos nacen de nuestra historia personal o si surgen de nuestra cultura y entorno social".

Es decir, matiza, que las inseguridades o los complejos se traducen en "una labor importante que nos permite avanzar". Caminar hacia ese futuro en el que "lograremos liberarnos cuando dejemos de reaccionar ante la sociedad".

"A mi juicio, la libertad no se alcanza al hacer lo contrario de lo que hagan los demás -o, incluso peor, de lo que hicieron-, sino al buscar una auténtica conexión con la persona en la que quieres convertirte. Las nuevas generaciones pecan de establecer paralelismos entre la libertad del cuerpo y la libertad de la mente (sin embargo, sin la de la mente es imposible sentirse físicamente libre)", expresa.

En este sentido, según añade, al exhibirse de manera "natural" la mujer "no deja de demostrar" que "sigue necesitando usar su cuerpo para expresarse".

"Si bien -agrega- antes lo hacíamos para seducir, ahora lo hacemos para dejar clara nuestra potencial independencia. Este enfoque me parece simplista. Las mujeres ya no deberíamos reivindicar nuestra necesidad de autonomía haciendo hincapié en la evolución de nuestra intimidad. Me gustaría que pudiéramos desconectarnos de nuestros cuerpos para plantear el debate entre un humano y otro".

Eso sí, avisa, la aceptación total no es una "rendición" porque después de conseguir aceptarnos, "falta enfrentarse a la otra parte de la aceptación: la de los demás. No sigáis buscando en vano, la aceptación no es más que un espejismo", afirma con una sonrisa.

Y por eso, dibujando a Fleur y sus reflexiones mordaces se lo ha pasado "muy bien", porque detrás de este personaje está ella misma, aunque lo que narra "no corresponde" a su vida, explica.

Un personaje éste que creó en 2009, y que ha evolucionado con el paso del tiempo: "En 2009 tenía el pelo corto y blanco, después pasó a tener una melena larga y naranja recogida en un moño, hasta que, en 2014 o 2015, se convirtió definitivamente en pelirroja".