El popular mercadillo de segunda mano de Sant Jordi, que se había suspendido durante el estado de alarma, reabrió ayer sus puertas con menos afluencia de la habitual y también con menos puestos, con la intención de garantizar que se mantuvieran las distancias recomendadas para evitar contagios de coronavirus.

Dos guardias de seguridad, apostados en la entrada del hipódromo, controlaron que los asistentes llevaran mascarillas. Además, en los puntos de venta había gel hicroalcohólico.

Se habilitaron dos accesos al recinto, uno de entrada y otro de salida.