Anna Ametller llegó a Formentera hace 10 años. Venía de Barcelona en su barco y desde entonces, con salidas esporádicas, reside en la isla. Enseguida supo adaptar su estilo de vida a lo que le ofrecía su nueva residencia, que está presente en sus trabajos.

Desde entonces ha participado en exposiciones colectivas y también individuales en Formentera y muchos de sus trabajos han acabado en casas particulares.

Ahora acaba de presentar una muestra en el Centro Antoni Tur 'Gabrielet' en la que repasa el trabajo de los últimos años y aporta nuevas obras, producidas recientemente.

Ametller aprovecha todos los elementos que se encuentra en sus paseos, sobre todo maderitas y plásticos, como materia sustancial de su obra.

En esta exposición, la autora apuesta claramente por las esculturas de pared, una mezcla de delicados móviles de los que cuelgan pececillos de colores. Entre sus materiales también hay hierro oxidado, alambres y madera.

Las principales novedades son una serie de pequeños trabajos sobre la posidonia en los que interpreta los fondos marinos de Formentera. Alguna de sus obras son directamente objetos decorativos, como una escultura de madera que representa un gran cactus o la serie de sandías que ha incorporado a sus símbolos.

Ametller opta por la suspensión de esas formas para lograr una imagen final de conjunto. Estas composiciones obligan a un constante juego de acercamiento y alejamiento por parte del espectador ya que cada ángulo de visión puede variar la percepción de la misma pieza.

En sus trabajos también representa lugares comunes como la casa de su amigo César Ordás (fallecido este año), en cuyo taller produjo parte de sus piezas. Anna Ametller intenta, con su arte, lograr transmitir belleza usando la simplicidad como principio.