El Museo Monográfico de Puig des Molins acaba de abrir sus puertas al público y Julia, empleada de limpieza, se afana en desinfectar con alcohol de quemar las verjas y las barandillas de metal del exterior del edificio, que ha estado cerrado durante cerca de dos meses y medio. Trabaja con mascarilla y guantes, al igual que el resto de la plantilla. (Mira aquí las imágenes)

En la puerta de acceso, uno de los miembros del equipo de seguridad muestra dónde está el líquido para desinfectar las suelas de los zapatos y el gel hicroalcohólico, para las manos. Recuerda que hay que entrar con boca y nariz protegidas. En caso contrario, el personal del museo proporciona mascarillas.

Tres carteles informativos en catalán, castellano e inglés detallan las medidas de higiene y seguridad y los cambios que se han introducido en el funcionamiento del servicio en esta nueva etapa, marcada por la crisis del coronavirus. Una de las novedades es que ahora la entrada es gratuita. Además, el horario se ha reducido, como en el resto de museos de Balears que dependen de la conselleria de Presidencia, Cultura e Igualdad del Govern. En esta fase 2 de desescalada la sede del museo, la exposición temporal y la necrópolis de Puig des Molins se pueden visitar de martes a domingo de 10 a 14 horas.

Como marca el Ministerio de Sanidad, en este periodo se ha limitado el aforo máximo de las instalaciones, establecido en 350 personas, a la mitad. Por este motivo se ofrece la posibilidad al público de reservar por teléfono día y hora de visita. Lo explica la conservadora del Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera (MAEF), Maria Bofill, antes de aclarar que, de momento, no se permiten las visitas de grupos.

Bofill y el resto de la plantilla del MAEF, que no se ha reforzado, llevan semanas trabajando en el protocolo de medidas preventivas para proteger del coronavirus al personal y a los visitantes. «Queremos que la gente esté cómoda y que al mismo tiempo se sienta segura durante todo el recorrido», señala Helena Jiménez, restauradora del MAEF. La amplitud de las instalaciones, asegura, permite que se puedan garantizar fácilmente los dos metros de distancia de seguridad entre personas en cualquier espacio del museo, que ofrece al público un viaje al pasado de la necrópolis fenicio-púnica mejor conservada y extensa del Mediterráneo Occidental.

En la recepción se han marcado en el suelo con adhesivos las zonas de espera y en los mostradores se han colocado mamparas de protección y se han retirado del alcance del público los folletos informativos. También se han eliminado en todas las salas del museo las hojas explicativas para el público.

Sin pantallas táctiles

Sin pantallas táctiles

Como es habitual, antes de subir al piso superior, al visitante se le ofrece la posibilidad de ver un vídeo introductorio, que ahora solo puede manipular el personal, que se encarga de poner en marcha la proyección y seleccionar el idioma adecuado. En este mismo espacio, se ha llevado a cabo otro pequeño cambio: la maqueta que reproduce con luces las diferentes épocas de ocupación de la necrópolis se ha desactivado. «También hemos inhabilitado todos las pantallas y vídeos táctiles de las salas del piso superior», indica Bofill.

Otro cambio que salta a la vista tiene que ver con los espacios dedicados al público infantil, que se han eliminado. Se han quitado sillas y mesitas y todo el material divulgativo para colorear y jugar, que ahora se entregará a los pequeños al finalizar el recorrido por el museo.

En la planta superior se ha señalado en el suelo el recorrido que debe seguir el visitante. El circuito comienza con la exposición permanente, que ofrece una inmersión en la historia del yacimiento a través de una cuidada selección de fondos arqueológicos que se reparten en cuatro espacios, más uno adicional dedicado a la colección de Rafael Sáinz de la Cuesta.

Adiós al libro de visitas

Adiós al libro de visitas

En la sala 1, centrada en la muerte en el período fenicio (625-525 a.C.), ha desaparecido el libro de visitas. «Lamentablemente lo hemos tenido que quitar y es una pena porque es nuestro punto de feedback con la gente». Lo dicen casi al unísono, con gesto triste, la restauradora y la conservadora del MAEF, a las que les encanta leer las firmas y cariñosas dedicatorias en idiomas varios, «hasta en chino y japonés», que dejan los visitantes.

No se ha variado nada en la distribución ni tampoco en los elementos que se exhiben en esta planta. Ahí sigue, tras una vitrina, en la sala 2, dedicada a los rituales funerarios púnicos (525-25 a. C.), una de las piezas icónicas del museo, el busto femenino identificado inicialmente como la diosa Tanit y que, en realidad, como detalla Jiménez, podría representar a Deméter, deidad griega de la agricultura y la fertilidad, o a su hija Koré. En el mismo sitio están también los huevos de avestruz decorados hallados como parte del ajuar en las tumbas de las necrópolis.

En un 2 de junio de la era precoronavirus probablemente a esta hora, las diez y media, decenas de ojos infantiles estarían posados sobre estos objetos o sobre el sarcófago de plomo en el que se enterró a dos hermanos gemelos entre el 175 y el 200 d.C. que se exhibe en la sala 4, centrada en la muerte en época romana y tardoantigua (25 a.C.-600 d.C.). Pero en esta nueva etapa y durante un tiempo que está por determinar, no podrán pasearse por las instalaciones ni excursiones de estudiantes ni del Imserso, público habitual del museo por estas fechas.

Un poco después de las once llegan los primeros visitantes de la jornada, procedentes de Cala de Bou. Son Herminio Martín García y sus dos hijos mellizos, de doce años, Adrián y Samuel Martín Zarco. Han decidido acudir al museo en busca de información sobre hipogeos para poder terminar los deberes que le encargó a Adrián su profesor de Geografía e Historia del Instituto de Sant Agustí. Quieren saber, entre otras cosas, «si se utilizaban más de una vez» estas construcciones funerarias que emplearon los púnicos y que abundan en el yacimiento de Puig des Molins.

Un trabajador del museo acompaña a la familia en el recorrido. La primera sala que visitan es la de la exposición temporal, 'Los secretos del Puig de s'Argentera'. Helena Jiménez explica que esta muestra, que se inauguró el año pasado, debería haber terminado el 26 de abril, pero debido al cierre temporal se ha decidido prolongar, «todavía no se sabe hasta cuándo». La próxima, adelanta, «será sobre cáscaras de huevo de avestruz».

Tras pasearse por las salas del museo, Herminio y sus hijos salen al exterior de las instalaciones para visitar uno de los hipogeos. Se adentran en la cámara subterránea protegidos con casco. Bofill explica que, debido a que el espacio es reducido, se ha limitado el aforo a un máximo de diez personas.

A mediodía, llega un nuevo visitante, un vecino de esta zona de Vila, Francico González, que demuestra ser todo un experto conocedor del MAEF. Hace dos años que no pisaba la necrópolis y ahora que tiene «todo el tiempo del mundo» llega dispuesto a aprovechar esta primera jornada de repaertura para hacer fotos y grabar un vídeo de los hipogeos. Quiere colgarlos en su perfil de Facebook para mostrar a sus amigos y colegas que viven fuera de la isla la riqueza histórica que atesora el yacimiento ibicenco.

Francisco solo le pone una pega al Museo Monográfico de Puig des Molins, «que el busto de la Diosa Tanit no esté ubicado en un sitio preferente», dice antes de adentrarse con su mascarilla en el edificio, ubicado en la Via Romana de Vila.