Por casualidad, el 2 de marzo de este año, pasé por delante del Club Diario de Ibiza y había una exposición de la que no tenía noticias. Entré en la sala iluminada y una exposición con una clara protagonista, la mujer, estaba expuesta en todo su esplendor, claramente sería una de las actividades para celebrar elpróximo día de la mujer. Pronto reconocí a su autora, no es ningún mérito, conozco a Patricia Boned, y he colgado sus cuadros en distintas exposiciones, desde 2003.

Aquella sala iluminada, llena de los colores y de la energía artística de Boned, tan hermosa, pero a la vez tan vacía y distante me inquietó, fue como un presagio. No había nadie recorriendo la sala, a pesar de la cálida sensación de las imágenes. A la vez que un silencio sepulcral reinaba y le confería un extraño estar. No había leído nada de aquella exposición, la extrañeza me provocó un poco de miedo, como si fuera una exposición fantasma, muy raro.

Me puse en contacto con Boned, la inauguración de su exposición 'Sinofris' sería al día siguiente, el día 3 a las 19 horas, de ahí aquel silencio y aquel vacío. Me despreocupé.

La inauguración fue tan alegre y popular como había imaginado. Varias generaciones de artistas y de visitantes acudieron aquella noche, Boned es muy querida y admirada, dentro y fuera de los círculos artísticos ibicencos, y aún se respiraba normalidad, aunque algunos de los asistentes se saludaban con los codos y con las puntas de los pies, pero había abrazos y besos, todavía nos sonreíamos entre nosotros y hablábamos animados a una corta distancia. Fue una gran fiesta. Tenía un gran anfitrión,el Club Diario, y una gran artista como protagonista.

La exposición 'Sinofris' muestra la obra madura de una mujer llena de talento y sensibilidad, una mujer que nos muestra la belleza en lo cotidiano, en lo sensible, Boned busca la simplificación y la expresión, de ello la manera tan característica de representar sus retratos. Básicamente toda su producción son retratos de mujeres, en diferentes actitudes y gestos, son iconos de mujer, podrían ser su retrato, (no hace mucho confesó al Diario de Ibiza: «Pinto mujeres porque creo que me busco a mí misma en cada obra»), podrían ser el de cualquier mujer (yo también me encuentro en ciertos gestos de su obra), como buscando la esencia, la idea que puede representar lo femenino en multitud de situaciones, soñando, mirando pájaros, tomando café...en su evolución artística sus caras han ido ganando expresividad, sabiduría, madurez tal vez, desfachatez, por qué no...

Que sus manos sean un simple trazo donde no importa el número de dedos, es un rasgo muy característico de sus retratos, además no estiliza a sus mujeres, no las 'deforma', muestra mujeres con entrecejo (sinofris), con pechos caídos, sin esas cansinas e imposibles medidas artificiosas, cansadas, contentas, capaces de volar, en gestos naturales, no en posturas artificiales ni posando en su mejor lado: hijas, madres, empresarias, amigas, colaboradoras, con alas, libres porque según sus propias palabras, «pueden volar en cualquier momento».

Dos años estudiando vitriales, en la Associació Catalana de les Arts del Vidre, han dejado una riquísima y elegante paleta de color y un predominio de la línea frente al color que definen sus obras. El uso del color vivo puede estar influido por Vicent Calbet uno de sus maestros. También nos sorprende con postulados más oscuros y menos cromatismo, equilibrio inteligente. Una colección de 21 obras en la que mujeres imperfectas muestran la infinitud de matices que la belleza abarca.

Nada apuntaba que esta exposición sería probablemente la última gran fiesta del arte en Ibiza. Nada señalaba que fuera a estar colgada más de dos meses y mucho menos que estuviera vacía de espectadores durante todo este tiempo. Se han girado las tornas y ella silenciosa se ha convertido en testigo de nuestro confinamiento en el pasar de los días y en su propio encierro. Testigo mudo, sus 21 mujeres miran la calle vacía de gente y el silencio casi absoluto de los no coches. Aún no se han echado a volar.