Rafel Tur Costa (Santa Eulària, 1927), acumula en su haber una gran cantidad de reconocimientos a su carrera artística, el último, la Medalla d'Or de Baleares, que le entregará el Govern en sa Llotja, en Mallorca, el próximo 29 de febrero. A ocho días de esta importante cita, el considerado como el primer pintor abstracto ibicenco, recibe en el Estudi Tur Costa, rodeado de sus obras, a Diario de Ibiza y a un cámara del Ejecutivo balear que grabará el vídeo que se proyectará durante la entrega de esta distinción.

¿Qué supone para usted ser reconocido con la Medalla d'Or de Balears?

Para mí es un gran placer recibir esta distinción junto a la Orquestra Simfònica de les Illes Balears. Es una satisfacción que reconozcan que mi obra tiene un valor. Si te dan un premio por algo será y para mí es muy importante.

En 2019 recibió la Medalla de Oro de Ibiza y un año antes la de honor de la Reial Acadèmia de les Belles Arts de Balears. Creo que es el ibicenco que acumula más distinciones en su carrera?

Sí, tengo muchas, ahora de memoria no sé cuántas.

¿Cuándo nacieron sus primeras inquietudes artísticas?

Soy autodidacta. Estudié dibujo artístico en Arts i Oficis d'Eivissa entre los 16 y los 19 años, pero me aburrió el dibujo realista y lo dejé. Después, cuando tenía veintitantos años, vino a la isla un grupo de alumnos de la escuela de Bellas Artes de Berlín con un profesor (Curt Lahs) al que le gustaba mucho Ibiza para pasar tres meses aquí. Entré en contacto con ellos y conocí allí a una chica que después se convertiría en mi mujer, Anneliese Witt. Y desde entonces empecé a pintar de nuevo y me lo tomé tan en serio que no he dejado de hacerlo hasta hace poco tiempo. Ahora ya no pinto porque la salud no me acompaña.

¿Este encuentro fue clave en su carrera?

Sí. Además, era el momento en que en Ibiza había un gran movimiento artístico. En ese tiempo estaba el grupo Ibiza 59. Este colectivo, que formaron en la isla varios artistas extranjeros, El Paso, de Madrid, y Dau Al Set, de Barcelona, fueron los tres centros donde verdaderamente la pintura moderna comenzó a desarrollarse en España. Conocí todo este movimiento de pintura abstracta, me entusiasmó y empecé a pintar, fue a mediados de los años cincuenta.

Empezó a exponer a principios de los 60. Los cuadros de sus inicios tienen poco que ver con lo que ha hecho después...

Sí, la obra de mi primera época, a finales de los cincuenta, era bastante oscura tirando al negro, pero después empecé a trabajar con los blancos. Me influenciaron mucho las casas blancas de Ibiza y la maravillosa luz de esta isla y continué haciendo casi todo con el blanco, que cubrió los colores sobre mis obras hasta ahora. Si yo hubiera vivido en Madrid no pintaría de esta manera, lo haría de otra forma. Mi maestra ha sido la naturaleza de Ibiza y su luz.

Además del blanco, el collage

Bueno, al principio pintaba al óleo y después, en los 70, empecé a cubrir los colores de óleo con collage. En este nuevo siglo continué con esta técnica, pero haciendo obras más geométricas. Mis últimos trabajos, que son de 2015 y 2016, son pequeños, principalmente en papel. He hecho mucha obra grande, siempre me ha gustado, pero, a medida que he ido perdiendo fuerza física, los cuadros se han ido haciendo más pequeños. También he dibujado mucho.

¿Cómo se llega a la simplicidad?

Llegar a la simplicidad que he conseguido yo es bastante difícil, pero siempre la he estado buscando, era esencial en mi obra.

También ha buscado siempre innovar.

Cada cuadro que he hecho es una innovación, cada uno tiene su valor, es una poesía visual.

¿No le gusta el realismo?

La pintura, en general, me ha gustado siempre, pero cada cosa tiene su época. Ahora con las nuevas tecnologías y los ordenadores está empezando en el mundo otro concepto artístico y se hacen cosas maravillosas, pero esta nueva época, de momento, no me dice nada.

¿Cuál ha sido su mayor estímulo para seguir creando hasta hace muy poco?

El placer que da el proceso creativo.

¿Qué siente uno al ver expuesta su obra en museos como el MACE o la National Gallery of Modern Art de Nueva Delhi?

Me es un poco indiferente. Todas estas cosas son algo aparte del placer que causa crear la obra de arte. Después, si ese cuadro viene un museo y te lo compra es una satisfacción y es muy interesante para el artista, no hay ninguna duda, pero el verdadero placer es la creación.

Podría haber tenido mucha más proyección exterior si hubiera trabajado fuera de la isla...

Sí, en Ibiza era muy difícil, no había críticos y estábamos aislados.

¿Desde cuándo no pinta?

Los últimos cuadros son de 2016. Hace cuatro años que no puedo pintar, no me encuentro bien, tengo problemas de memoria.

¿En su cabeza imagina lo que le gustaría crear si pudiera?

No, lo que pienso es en no sufrir, ya no pienso en pintar. Ahora miro mi obra y me digo:¿Todo esto lo he hecho yo?. Ahora no sería capaz.

¿Qué futuro le gustaría para el Estudi Tur Costa?

Eso dependerá de mis hijos y nietos, yo lo que tengo que hacer es cuidar de mi salud.

¿Cómo ve el panorama artístico y de galerías en Ibiza?

Ibiza tuvo una época muy buena de galerías. La del americano Carl van der Voort, que fundó en los años 60, era muy buena. Él fue quien introdujo obras mías en museos y en colecciones. Ahora también hay muy buenas galerías, pero ya no voy a las inauguraciones de las exposiciones porque son a partir de las ocho de la tarde y por la noche no me atrevo a conducir.

¿Con quién le gustaría compartir el reconocimiento que ha recibido del Govern?

Con mi mujer, Anneliese Witt, que murió hace dos años. Para mí fue muy triste. Vivimos 58 años juntos y ella también tenía un gran interés artístico, era profesora de arte, tuvo escuela y llegó a tener hasta 60 alumnos. Después se dedicó a la cerámica, hizo obras magníficas, era una verdadera artista.