Raquel Troyano (Madrid, 1988) inició su andadura como cineasta en 2018 con el largometraje de ficción 'El pomo azul', que codirigió con Montse Bodas. Al año siguiente se atrevió con su primer largo documental, 'Una mañana fría'. Esta historia parte de un suceso traumático al que se enfrentó su propia familia para hablar del duelo de las víctimas de accidentes de tráfico y de las personas que han perdido a un ser querido en la carretera. Antes de presentar ayer el filme en la sede de la UIB de Ibiza en el marco del Ibizacinefest, la directora habló con Diario de Ibiza de esta obra, que supuso para ella y su madre «un viaje al pasado para reencontrarse con los recuerdos y comprender los fantasmas».

¿Cómo definiría en pocas palabras 'Una mañana fría'?

'Una mañana fría' es la voz de las familias víctimas de siniestros viales.

Teniendo en cuenta de lo que trata, ¿diría que es un documental duro?

Dentro de la dureza del tema, no puedo decir que 'Una mañana fría' sea una película dura. No es una campaña de la DGT donde se vea la sangre o cómo ocurre el accidente. No va por ahí. Es un largometraje poético, que juega mucho con las imágenes, con el dron y, sobre todo, con la conexión con la naturaleza para que entendamos que, después de un trauma tan grande como puede ser la pérdida de una persona en un siniestro vial o en cualquier otra circunstancia, hay que tirar para delante y hay que vivir.

El documental gira en torno al accidente de tráfico que hace 33 años acabó con la vida de su tío, Juan Troyano, en una carretera de Reinosa. ¿Qué le movió a sacar a la luz esta dolorosa historia familiar?

El enfrentarme a ella. Era una historia que tenía enquistada hace muchos años. En mi familia, como en tantas otras, era un tema tabú. Cuando crecí me di cuenta que había que enfrentarse de alguna manera a este duelo y la forma que encontramos de comunicarnos mi madre y yo fue a través del medio audiovisual, que era el lenguaje en el que yo me podía expresar. Así empezó esta película, en la que se habla, más que de los accidentes de tráfico, del duelo por una pérdida.

Es su madre, Rosi Troyano, hermana de Juan, la que narra en primera persona la historia a través de un viaje que emprenden juntas desde Aranjuez...

Sí, es un viaje al pasado, porque mi madre vuelve en coche a Cantabria, al lugar del accidente, a aquella curva helada donde se mató su hermano.

¿Cómo reaccionó su madre cuando le propuso el proyecto?

Al principio se quedó parada, porque no podía entender cómo le proponía algo así cuando yo nunca había querido escuchar su historia. Luego me dio un diario en el que ya tenía escrito todo este episodio para que yo algún día lo leyera cuando estuviera preparada. Lo hice y después hablé de nuevo con ella. Entonces me dijo que estaba dispuesta y encantada de contar esta historia si servía no solo para que yo la conociera sino para ayudar a más personas.

En 'Una mañana fría' explica que ella durante muchos años negó la muerte de su hermano.

Lo que hizo fue refugiarse en su mente y en la idea de que, como ella no había visto el cadáver, su hermano no estaba muerto. Todos los veranos se iba a Reinosa a buscarlo porque decía que no había fallecido y que estaría perdido por allí. Con eso vivió 33 años. Creo que fue una forma de autodefensa y de autoengaño para evitar el dolor.

¿Le ha servido esta película para cerrar el duelo?

El problema de mi madre en estos 33 años es que nunca cerró el duelo, yo creo que ni lo empezó. Pienso que lo ha hecho ahora con la película. Mi madre ha dado un cambio tremendo, ya no es la que era hace unos años. Es muy curioso cómo el cine ha conseguido hacer esa transformación social y mental en ella. Ha sido una especie de catarsis, se ha abierto al mundo, ha contado su historia y ha conocido más víctimas, que eso es muy bueno porque a veces nos quedamos en eso de que lo mío es lo peor. Hace 33 años no había ni las asociaciones ni las fundaciones ni la ayuda psicológica que hay ahora. El hablar con personas en su misma situación y ver que no es especial, sino que es una más de ese tremendo número de víctimas y familiares que sufren la tercera causa de muerte a nivel mundial, le ha hecho levantarse del sofá y tener más ganas de vivir que nunca.

En el documental, además de su caso, aparecen testimonios de otros afectados por siniestros viales. ¿Destacaría alguno de ellos?

Sí, dos, los que a mí más me afectaron. Uno de ellos es el de Flor Zapata, una madre que perdió a su única hija en un siniestro vial por un conductor borracho. Lo resalto porque ahora mismo en nuestro país están aumentando los accidentes por alcohol y drogas y me parece muy grave que todavía no seamos conscientes de todo esto. El otro caso que me impactó es el de Carlos Díez, que perdió una pierna por auxiliar a la víctima de otro accidente.

Escuchando sus historias personales, ¿diría que les has sido posible superar su duelo?

He visto cicatrices en todas las víctimas, pero también que han dado el paso de intentar tirar para delante, cada una de una forma diferente. Flor Zapata se agarró a la vida dando clases de educación vial en los institutos. Carlos Díez fue el presidente de la Asociación de Amputados de España (Andade). Todos ellos son ejemplos de superación.

Hablando del aspecto formal de su documental, parece que ha optado por una estética un tanto onírica.

Para mí Luis Centurión, mi director de fotografía, ha hecho poesía con esta película. Podríamos haber metido la pata de muchas maneras porque era un tema muy complicado y habernos ido a lo comercial o a lo que la gente espera, pero hemos optado por contar la historia desde la sutileza. Luis ha creado varios mundos, el del subconsciente con imágenes de la naturaleza y de animales; el real, donde aparecemos mi madre, yo y otras personas que vivieron de cerca el accidente, y luego el del confesionario, donde aparecen los demás testimonios de la película.

'Una mañana fría', a través de estos testimonios, pone sobre la mesa temas como la falta de herramientas para superar una pérdida.

Sí. El documental tiene muchas lecturas completamente abiertas. A través de las reflexiones que hacen cada una de las víctimas se aborda, entre otras cosas, la necesidad de que a los jóvenes se les enseñe en los institutos cómo gestionar las emociones para que tengan herramientas, por ejemplo, para superar una pérdida.

¿Es necesaria más ayuda psicológica para hacer frente a estos traumas?

Muchas víctimas hablan de que necesitarían ayuda psicológica justo en los primeros momentos del accidente. Hay mucho apoyo de asociaciones y fundaciones, pero justo en esos primeros instantes donde te da, quizás, el momento de locura, es donde haría falta un refuerzo. También sería necesario hacer una especie de protocolo para comunicar a los familiares de las víctimas que ha ocurrido un accidente. En España no hay ninguno, entonces cada uno da la noticia como buenamente sabe y puede. Y es una noticia que no es fácil de asimilar para el receptor del mensaje. Queda mucho camino por hacer.

En su largometraje es muy crítica con la forma en la que se vivía el luto hace unos años.

Las tradiciones han hecho mucho daño en nuestro país. Ahí soy muy dura y hablo también de la religión. Ese luto severo que llevó mi familia y que se estilaba en los pueblos de la España profunda ha hecho que la gente casi no vuelva a reír. Esto contrasta con lo que ocurre en las grandes ciudades, donde no se te permite ningún tipo de luto. Allí al día siguiente tienes que estar llevando el mismo ritmo acelerado del resto, cuando quizás no tienes fuerzas para subirte a ese carro.

¿Hacen faltas más acciones de concienciación para luchar contra la siniestralidad vial?

Creo que las campañas que se están haciendo de educación vial y de la DGT no funcionan. Pienso que se debería dar más voz a las víctimas para que hablaran de sus casos. Creo que desde el corazón se conciencia más que empleando unas imágenes duras que, aunque suene muy mal decirlo, ya las hemos visto todo en los videojuegos.

Tengo entendido que esto mismo se lo transmitió al director de la DGT, Pere Navarro, en el preestreno privado del documental, que hizo el pasado noviembre en la Academia de Cine de Madrid. ¿Qué le dijo él al respecto?

Me dijo que ahora van a hacer unas campañas con las víctimas y de hecho, a partir de este año, están estudiando la posibilidad de que ellas hablen de sus experiencias en las autoescuelas. Así que sí está habiendo un cambio.

En 2018 empezó su carrera como cineasta. ¿Diría que hoy en día las directoras lo tienen más difícil que los directores?

Queda mucho por hacer todavía. Tengo que dar las gracias a las pioneras del cine, mujeres como Isabel Coixet, Josefina Molina o Pilar Miró, que han abierto camino. La traba que tenemos ahora mismo es que muchas de las directoras que estamos arrancando estamos jugando en segunda división. Eso significa que estamos haciendo películas con presupuestos muy bajos. Yo no quiero jugar en segunda división, quiero llegar a la primera. Eso se traduciría en que una película como 'Una mañana fría' tendría una distribución, una publicidad y una difusión en salas a nivel nacional que no está teniendo porque no cuento con el dinero necesario. Los grandes presupuestos normalmente no llegan al sector femenino. Ahora está cambiando a la ley y están aumentando las subvenciones y dando más puntos a películas dirigidas y realizadas por mujeres.