Cuando Ben Clark escribió allá por el 2010 el poema 'El fin último de la (mala) literatura' no se podía ni imaginar que aquellos cuatro versos que lo componían se iban a convertir en todo un fenómeno viral. La primera vez que apareció publicada esta composición fue en 2011 en 'La mezcla confusa', poemario de Clark galardonado en la séptima edición del premio Félix Grande de poesía joven. Como recuerda el autor ibicenco, a pesar de este reconocimiento, el libro, publicado por el Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes, «tuvo un recorrido muy corto y el número de personas que tuvo acceso a él fue muy reducido». En ese contexto era complicado predecir que aquel poema iba a acabar siendo con toda probabilidad el más leído de Ben Clark.

'El fin último de la (mala) literatura'

"Tú lees porque piensas que escribo.Eso es algo entendible.Yo escribo porque pienso que me lees.Y eso es algo terrible".

Precisamente del increíble viaje de estos versos del papel a las pantallas de millones de móviles, tabletas y ordenadores trata el también ibicenco Daniel Escandell Montiel en su ensayo 'Y eso es algo terrible. Crónica de un poema viral' (editorial Delirio).

De Twitter a la eternidad

De Twitter a la eternidadProfesor de Literatura Contemporánea en la Universidad de Salamanca y especialista en Literatura digital, Escandell decidió estudiar sobre este fenómeno cuando leyó en 2015 una columna de Clark al respecto. Empezó a tirar del hilo y dedicó tres años a investigar y dar forma al libro, que se presentó el pasado 30 de octubre en una librería de Salamanca. En el evento estuvo Ben Clark, que además es el autor del prólogo, titulado 'Siete años en el Twitter'.

Siete años completos, de 2011 a 2018, constituyen el periodo en el que Escandell centró su investigación. En ese tiempo, «sumando compartidos y retuits», el autor localizó «más de un millón de reproducciones del poema de Clark» viajando por todo el globo terráqueo a través de diferentes redes sociales, fundamentalmente Twitter, Facebook e Instagram.

Escandell explica que estos versos tardaron muy poco tiempo en dar el salto del papel a internet. «A los dos meses de la publicación de 'La mezcla confusa' apareció en Twitter la primera fotografía del poema. Es el testimonio más antiguo que encontré en Internet y posiblemente el original, a partir de ahí el poema explotó y empezó a funcionar saltando al resto de redes sociales a una velocidad impresionante», detalla. Como la foto apareció sin información acerca del creador de los versos y del libro en el que aparecían publicados, apenas hay rastro de la autoría del poema en internet. De hecho, asegura el profesor ibicenco, «en siete años, el nombre de Ben Clark solo aparece cuatro veces ligado al poema».

Atribuido a Benedetti

Atribuido a BenedettiSus versos se han atribuido en la Red a autores diversos, como el poeta uruguayo Mario Benedetti o a cantautores latinoamericanos. También hay quien lo firma como propio y otros que lo citan como proverbio chino.

En su estudio, Escandell contabilizó «unas 250.00 versiones diferentes» de la composición de Clark. La que califica como «más divertida», por «su toque millennial», se compartió en Twitter: «Me stalkeas porque pensas que te dedico tweets, es algo entendible. Yo te dedico tweets porque pienso que me stalkeas y eso es algo terrible».

Para el investigador ibicenco el éxito del poema de Clark reside en su sencillez y brevedad. «Por un lado tiene una estructura muy clásica, cuatro versos con una prosodia que funciona muy bien, con un lenguaje que todo el mundo puede comprender y un mensaje clarísimo con el que el lector se puede sentir identificado porque prácticamente todos hemos tenido alguna vez un muso o una musa y le hemos escrito algo a alguien», comenta. Escandell apunta, eso sí, que durante el largo recorrido de esta composición «se ha perdido un nivel de lectura» ya que, al compartirla, muchos internautas han omitido el título, que aporta a los versos un sentido más «irónico e incluso cínico». Insiste, en cualquier caso, en que el poema de Ben Clark «reúne los ingredientes de casi todos los grandes poemas que han acabado triunfando» y afirma que aunque «todavía le faltan años» para alcanzar el nivel de popularidad de versos como el «verde que te quiero verde», de Federico García Lorca, va por buen camino.