Están los manifestantes lanzando adoquines a la policía. Está la policía disparando pelotas de goma. Están los peatones esquivando, los políticos opinando, los hosteleros lamentando, están los comerciantes celebrando el aumento de las ventas de mascarillas; y está Ememem curando las heridas. No las físicas, ni las sociales: las urbanas.

El artista francés con centro de operaciones en Lyon lleva a cabo un tipo de arte que consiste -literalmente- en embellecer las cicatrices de la ciudad, un arte que existe solamente porque existen grietas, agujeros, desperfectos, fatiga de los elementos. Allí donde el asfalto se parte, donde el material se desgasta, Ememem pone remedio. De modo que al ver que había protestas en Barcelona y que los manifestantes estaban rompiendo las aceras para armarse, Ememem, anónimo como todo artista urbano de nuestro tiempo, solo pudo decirse a sí mismo que debía venir a la ciudad.

Puede que no haya metáfora más elocuente para entender lo que hace este lionés que la de una flor que se yergue en un resquicio de la acera. Tenaz, indestructible y bella. ¡Oh, florecita! Tal vez habría que cantar así a los mosaicos de Ememem: ¡oh, mosaicos de Ememem! La fealdad y destrucción de las que precisa su arte se las brinda cualquier ciudad, todas se desgastan, todas se agrietan, pero una convertida en campo de batalla, de aceras desmanteladas por los manifestantes, eso, en su mundo, es lo más parecido a un sueño. Ememem aterrizó aquí la semana pasada, cuando el grueso de las manifestaciones, y sobre todo, sus expresiones más violentas, ya habían pasado; cuando la ciudad estaba convaleciente. Caminó, buscando heridas, hasta que encontró el lugar. La plaza de Urquinaona.

"El 'flacking' es un acto de amor, de reconstrucción, de cuidado del espacio público", dice una integrante del atelier del artista. 'Flacking' es la palabra, la que inventó Ememem para designar lo que hace: 'flacking', de 'flaque', un charco en la acera en francés. "El 'flacking' es remendar, y al mismo tiempo es un ejercicio de memoria. Es poner tiritas en las heridas, y en ese sentido es algo muy simbólico". No ha sido la primera vez que el artista se desplaza en función de los perjuicios causados por unas protestas, pues ya había ido a París a poner remiendos tras las manifestaciones de los 'chalecos amarillos'."El 'flacking' es un acto de amor, de reconstrucción, de cuidado del espacio público", explican desde el atelier del artista

Naturalmente, ahora lo tienta ir a Chile. "Pero no siempre se desplaza por eso. También depende de las invitaciones que recibe para asuntos de arte urbano, o de los encargos que tenga, o de los viajes que haga por temas personales". Sus estéticos remiendos se encuentran sobre todo en Lyon, pero también en París, Turín, Oslo, Escocia, Milán o Madrid. En su ciudad ha despertado tanta simpatía que la policía, cuando lo sorprende de noche, inclinado sobre una acera, anónimo y furtivo, lo deja trabajar.

No tan efímero

"Aquí yace un bache", reza la inscripción sobre la obra que Ememem dejó en la acera de Urquinaona, exactamente en la esquina de Fontanella y Pau Claris. Junto al semáforo. Un mosaico de pequeños cuadros en cerámica que sinuosamente gira, con la esquina. Al fin y al cabo, así es como firma sus obras en Francia: "Ci-gît un nid-de-poule". Ahí sigue, o ahí seguía hasta este martes: siendo urbano y por definición efímero, el arte de Ememem permanece mucho más. Mejor su arte que un bache, parecen reflexionar las autoridades municipales. Mejor un mosaico sobre la grieta que la grieta. "Además, los materiales son más duraderos y sólidos", dice su asistente. El artista francés trabaja sobre todo con cerámica pero también con madera, betún y otros materiales. Su paso por Barcelona también dejó obra en Sant Antoni y en la plaza de las Tres Xemeneies.

Están los manifestantes lanzando adoquines. Está la policía disparando bolas. Está la ciudad resintiéndose, dañándose. Entonces llega Ememem, y pone arte en las heridas.