Tras un análisis de varias fotografías y de las radiografías de las 11 espadas halladas en el fondo de es Caló, Adolfo R. Bernalte Sánchez, investigador documentalista en armamento antiguo, un experto en el tema, considera que pertenecen a «un modelo francés de coraceros, de ahí la arquitectura recta de sus hojas». Concretamente, Bernalte considera que son «espadas rectas de coracero francés del modelo AN XIII». Se trata de la misma arma blanca que, principalmente, usaron los coraceros franceses en las cargas de la batalla de Waterloo, allí donde «algunas gotas de agua, una nube que atravesó el cielo fuera de temporada, doblegaron a Napoleón», según narra Víctor Hugo en 'Los miserables'.

Eso sí, Bernalte advierte de que su hipótesis «es una mera especulación basada en los limitados datos disponibles, y a la espera de liberar de concreciones las armas, lo que permitiría el examen directo de las hojas y guarniciones para su correcta catalogación y datación».

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Once espadas bajo los rayos X de la historia en Formentera

En la radiografía, señala, «parece apreciarse una arquitectura de hoja de doble vaceo [acanaladuras longitudinales], característica importante de las espadas de coraceros francesas. También se usó esa morfología en España, concretamente en el modelo 1815». No obtante, apunta que debe ser un modelo francés debido a «la forma de los gallones del puño».

Los detalles de las radiografías

Los detalles de las radiografías

El experto, autor de varios libros publicados por la Armada española y editoriales especializadas sobre armas blancas, considera vital «la importancia de contextualizar el yacimiento», el fondo marino de es Caló, para lo cual será necesario encontrar su pecio (el Consell de Formentera ya se ha puesto manos a la obra) correspondiente, si existe, y conocer «qué operaciones militares o comerciales se sucedieron en dicha zona durante la Guerra de la Independencia o en la Primera Guerra Carlista con el fin de aportar una posible causa a la ubicación del yacimiento».

Bernalte observó «dos detalles importantes en la radiografía del puño» que le hicieron pensar que se trataba del modelo AN XIII: «Primero, los marcados gallones helicoidales de la empuñadura ligeramente curva, característica de las espadas francesas de este periodo, en contraposición con los modelos españoles cuyo puño es más recto, y carecen prácticamente de gallones, siendo el torzal casi paralelo entre sí».

Y vio algo más tras una detenida observación de esa imagen de rayos X: «En la misma radiografía parece apreciarse, muy ligeramente, un doble vaceado de la hoja, de nuevo característica importante en varios modelos de las espadas rectas de caballería francesa, concretamente en modelos de coraceros y dragones». Advierte de que en España existía «tan sólo un modelo con dicha arquitectura de hoja», si bien su empuñadura difiere de la del modelo AN XIII.

En las cargas de Waterloo

En las cargas de Waterloo

En Francia, señala el experto, «los denominados modelos Napoleónicos (con guarniciones de bronce/latón de gavilanes [salientes metálicos de la guarnición de la espada que sirven para defender la mano y la cabeza de los golpes del contrario] abiertos) tienen dos claros exponentes en su versión de tres gavilanes: los AN XIII y los ya llamados modelos 1822». Como en las fotografías de las espadas halladas «es posible apreciar florones [adornos en forma de flor] en los extremos de los gavilanes, eso descartaría los modelos 1822, pues carecen de ellos, lo que refuerza la hipótesis de los AN XIII».

Arturo Pérez-Reverte se refiere a esos modelos en 'Los sables de Víctor Hugo', un artículo publicado en su web Zenda. El autor español recuerda que el escritor francés describió en 'Los miserables' (Segunda Parte, 'Cosette', Libro Primero) la carga de los coraceros franceses en la batalla de Waterloo (que tuvo lugar el 18 de junio de 1815 y en la que Napoleón fue derrotado) y cómo buena parte de los 5.000 jinetes que tomaron parte en ella, la mayoría coraceros, utilizaban como arma principal los modelos AN XI y ANXIII.

No más de 60 segundos en alto

No más de 60 segundos en alto

Era, según Pérez Reverte, «una pesada e impresionante herramienta de guerra, de larga y fuerte hoja con guarnición de gavilanes, destinada a atacar al enemigo en masa de jinetes para romper sus formaciones». De ahí que fueran de hoja recta, «pues el golpe principal en la carga se daba de punta, a diferencia de los sables de la caballería ligera, que eran curvos para ser más efectivos al golpear de tajo en ataques rápidos, escaramuzas y persecución del enemigo desbaratado».

Pesaban unos 2,7 kilos, de manera que «un jinete no podía mantener en alto con firmeza más de 60 segundos» esa espada. La hoja medía 96 centímetros, a lo que hay que sumar la empuñadura. Cuenta el autor de 'Trafalgar' y 'El húsar' que se trataba de una evolución del modelo de caballería de línea AN IX, pero «no gustó por ser de hoja demasiado pesada, propensa a romperse y poco fiable, y también de vaina frágil, que se deformaba con facilidad y bloqueaba el arma». Como hubo numerosas quejas de oficiales, fue modificada en el modelo AN XI. El modelo AN XIII «es el AN XI con mínimos» cambios.

Fue la espada clásica de la caballería y «protagonizó todas las campañas napoleónicas entre los años 1810 y 1815 en manos de coraceros, carabineros y granaderos de la Guardia en las guerras del Imperio», subraya Pérez-Reverte. Se fabricaron 54.640 ejemplares. Posiblemente, 11 de ellos han pasado casi dos siglos sumergidos en el blanco fondo arenoso de es Caló.