Además de fotógrafo, Alberto García-Alix (León, 1956) es «un poeta». Así calificó al artista, premio Nacional de Fotografía en 1999, la escritora Nora Albert durante la última jornada, el pasado jueves, del Pikes Literary Festival, dedicada a creadores españoles. Como el resto del público, la poetisa, traductora y ensayista afincada en Ibiza cayó rendida ante las palabras de García-Alix y su documental 'De donde no se vuelve', que se proyectó para clausurar el certamen organizado por Pikes Ibiza.

Una treintena de personas asistieron al evento, conducido por el periodista Víctor Guerrero. Entre el público, en primera fila, estaba un gran amigo del fotógrafo, el escritor Ray Loriga, que un par de horas antes había sido entrevistado por otro periodista, Manu Gon. El autor, que intervino tras el pase del largometraje, dejó claro que es un gran admirador del trabajo de García-Alix y alabó «la honestidad que siempre ha tenido para la imagen». «La primera persona que me publicó fuiste tú», le dijo, recordando los retratos que le hizo cuando salió a la luz su primer libro, 'Lo peor de todo'.

García-Alix empezó su intervención presentando 'De donde no se vuelve', una pieza audiovisual que realizó para el Museo Reina Sofía en 2008 con el fin de explicar de dónde nacía su obra. Empleando la fotografía «como amalgama», este documental muestra el recorrido vital de este artista, «desde los años 70 y la época de las drogas hasta 2007».

Tras la proyección, comenzó la entrevista, en la que García-Alix, en un lenguaje tan poético como el de su documental, explicó qué significa para él la fotografía. «Para mí es un espacio donde inventarme», subrayó el autor, que concibe este arte como «un diálogo» entre el artista y lo fotografiado. En el caso de los retratos, como explica en el documental, habla de «enfrentamiento» y «pulso» entre modelo y fotógrafo.

Una mirada «maliciosa»

Una mirada «maliciosa»Para él siempre hay una intencionalidad a la hora de fotografiar. Su mirada, reconoce, «nunca es honesta, es maliciosa». «En el momento en que uno decide el cómo y el dónde, el acto de fotografiar pierde espontaneidad», insistió durante la charla que entabló con el público tras la proyección.

El fotógrafo leonés, autodidacta, recordó sus inicios en el oficio. «Mi afición surgió con 20 años. Me tomé un ácido y me sentó fatal. Pensé que no hacía nada y que eso tenía que cambiar. Un amigo tenía un laboratorio y empecé a ir allí, quería hacer fotos de motos. Poco a poco me enamoré de la fotografía. De ella me gusta lo que empecé a intuir en la soledad del laboratorio, la independencia total de la mirada».

Seducido por «la expresividad del blanco y negro», el color, reconoció el jueves, es «su asignatura pendiente». Defensor a ultranza de la fotografía analógica, de la digital dijo. «Está muy bien, pero me roba la fe». «Soy un permanente insatisfecho, si tuviera cámara digital estaría continuamente corrigiendo. Necesito el tempo que da el revelar para volver a soñar lo que vi con la cámara», aseguró.

«Las fotos de las que siempre te acuerdas son aquellas que no has hecho». Fue otra de las frases memorables de Alberto García-Alix, que lo único que se pide a sus 63 años es tener «capacidad, conciencia y lucidez para hacer buenas fotos».