Poco después de las seis de la tarde, cerca de la mitad del ejército romano se ha reunido en su tradicional acuartelamiento, la Cafeteria Sa Famili, en la avenida de Sant Agustí, dispuesto a preparar la batalla que ha de dar comienzo en dos horas. Es decir, los vecinos de la parte de Sant Agustí de la badia de Portmany, que se enfundan los ropajes preparados la ocasión mientras disfrutan de una merienda regada con sangría antes de la XV edición de la batalla de Romanos y Cartagineses.

Al frente se encuentra Vicent Serra, Tico , que ejerce de general del bando romano desde que se creó esta cita en 2005 a iniciativa del Ayuntamiento de Sant Antoni, como colofón a sus fiestas patronales de Sant Bartomeu. Como estas coinciden en las mismas fechas con las fiestas patronales del vecino Sant Agustí, se apostó por crear dos bandos para enfrentarse en una batalla a tomatazos que sirviera, además, para reivindicar el pasado histórico de la isla.

«En verdad vivo en Sant Antoni», confiesa Tico, «pero como me crié en Sant Agustí y mi familia es de allí, me alisté con ellos desde un primer momento». Le acompaña una banda de músicos y unos cuarenta legionarios, entre ellos un grupo de checos vecinos de la zona de Cala de Bou, pero confía en que llegarán a ser una setentena a la hora de la batalla.

Cuartel cartaginés

Mientras, en el otro lado de la bahía, el bando de Sant Antoni parece que está concentrado muchos más voluntarios en su punto de encuentro, frente a la sede del Ayuntamiento. Además de los vecinos del pueblo, cuentan con el apoyo de los 36 miembros de la asociación sociocultural Honderos Baleares que han llegado desde Cartagena.

Estos honderos provenientes de Murcia, donde cuentan con un total de 220 socios, son habituales de la fiesta de Sant Antoni, pero este año también se encuentra, como novedad, otro grupo de la Península. Se trata de Contrabandistes i Alzayan's de Carcaixent que, aunque son una comparsa de las fiestas de Moros y Cristianos, aportan una buena dosis de animación a la tarde con su banda de música y su numerosa comitiva.

Tras la recepción oficial del alcalde, Marcos Serra, a la comparsa valenciana, el ejército cartaginés emprende la marcha gritando «¡pócima!, ¡pócima!». Así denominan a la sangría que van sirviendo desde un tonel con ruedas para envalentonar a los soldados.

La comitiva desfila por el Passeig de ses Fonts y se desvía por el centro de Sant Antoni bajo la atónita mirada de los turistas, que aprovechan para grabar la escena con sus móviles. Algunos ya han sido informados de esta versión histórica de la tomatina y van preguntando cuándo empieza « the tomato battle».

Campo de batalla

En la playa de s'Arenal ya hay concentrada una multitud de curiosos esperando la llegada de los dos ejércitos. Albert Colomer, de Shows Ibiza, ejerce de maestro de ceremonias y va pidiendo a los padres que, por seguridad, lleven a los niños detrás de la barrera de protección que divide la playa del paseo.

Poco después de las siete y media ya se divisan los dos grupos de contendientes llegando desde extremos opuestos. Desde el mar también arriban cinco llaüts con bengalas de humo, en el que van embarcados los Honderos Baleares.

Una vez que cada bando ha llegado a su lado del campo de batalla, separado por dos redes que no deben cruzar en ningún momento, los mandos simulan unas negociaciones de paz que no fructifican

Colomer empieza la cuenta atrás y en seguida empieza la tormenta de tomates. Este año, la cooperativa agrícola Agroeivissa ha donado tres toneladas, con las que los participantes en la batalla disfrutan de quince minutos de pura descarga de adrenalina a tomatazo limpio. Unos 150 participantes acaban completamente empapados y se da fin a la contienda entre abrazos masivos. Tras la guerra, es hora de disfrutar de la torrada, en la que se reparten viandas para 700 personas, a la que sigue una fiesta con el concierto de Morning Drivers y la Joven Dolores.