«Sufro la inmensa pena de tu extravío, siento el dolor profundo de tu partida y lloro...». Ricardito desgrana 'Lágrimas negras'. Cristina Rubalcava baila. A su espalda, una de las catrinas que pueblan sus cuadros de 'Frutos del mar', la exposición, comisariada por Carmina Claret, que ayer inauguró en el Club Diario de Ibiza. El esqueleto, sobre un fondo teja claro y con un perro mordiéndole la tibia desnuda de carne, llora su pena en una lluvia de lágrimas negras. Rubalcava sigue bailando. Sonríe, relajada, mientras la sala va vaciándose. (Mira aquí todas las imágenes)

«Le voy a enviar una foto a El Cigala», comentaba un par de horas antes, frente al mismo cuadro. «Somos amigos. Le admiro mucho. Su música me hace llorar, pero nadie como él, al mismo tiempo, me levanta el ánimo», añade mientras en la sala no dejan de entrar amigos y conocidos de la mexicana. Aún no son las ocho, la hora de apertura y decenas de personas recorren, una por una, las obras que cuelgan de las paredes. Una perdiz, su perdiz, en una chumbera. Una higuera de la que brotan higos intensos como corazones. Catrinas aferradas a sus smartphones. Monos descolgándose por un canasto lleno de frutas. El diablo enamorado. Sirenas bailando con bancos de peces.

La autora saluda efusivamente a María Eulalia Riera Múgica, que fue su abogada cuando la pintora recién aterrizó en la isla, y a Mercedes Ricart, marquesa de Oliver, su médica. «Sólo en verano», comenta, entre risas, mientras las tres, acompañadas por Luciana Atoige, se hacen una foto. Los móviles no dejan de dispararse. Fotos. Vídeos. Boomerangs. Stories de Instagram. Una de las que pasea frente a los cuadros móvil en ristre es Nuria de Francisco, comandante de avión que vive a caballo entre Ibiza y Madrid y buena amiga de Cristina Rubalcava. Está sorprendida. Había visto algunas de las obras en la casa que la artista tiene en Cala Salada -«sin luz y con un camino malo, para quedarse y crear», explica ella misma-, pero hoy las ve diferentes, más grandes, más impactantes.

Los corrillos abarrotan la sala de exposiciones, donde 'Frutos del mar' podrá verse hasta el 30 de agosto. En ellos charlan, beben y degustan el piscolabis Sara Ramón, vicepresidenta tercera del Consell; Miquel Costa, director insular de Cultura; la consellera Marta Díaz, Santiago Martínez Lage y su esposa Chuchu, Pina Ferrari, Dinath de Grijalbo, Alicia Viladomat, la diseñadora de joyas de Adlib Ariadna Ferrer, la histórica de la moda ibicenca Melania Piris, Juan Greggory, Marga Torres, Mari Carmen Gutiérrez, presidenta de la asociación Elena Torres contra el cáncer; la directora de Diario de Ibiza, Cristina Martín, y la fotógrafa Christine Spengler, entre otros muchos asistentes.

«Es la semana de las cristinas», comenta, precisamente, el periodista Juan Suárez, durante la presentación de 'Frutos del mar', recordando que hasta hace escasos días en la misma sala podían verse las imágenes captadas por la prestigiosa fotógrafa. «Cristina Rubalcava lleva Ibiza en el corazón y Sant Antoni y el norte de la isla en la piel», indica Suárez sobre la protagonista de la noche, que le contesta: «No sé cómo llegué, sólo sé que no me voy a ir». Micro en mano, Rubalcava confiesa que no se le da bien hablar de su obra. Ella, como buena pintora, prefiere expresarse «con los pinceles». Los asistentes aplauden y Spengler se acerca, cariñosa, a Rubalcava, para compartir con ella lo que las une: el arte, la visión, la fe... Ambas se funden en un abrazo mientras Ricardito empieza a desgranar un 'Mira que eres linda'. «Los esqueletos de los cuadros están vivos y bailan, así que vamos a mover el esqueleto», invita la comisaria, a la que acompañan su marido, Carlos Sentís, y sus hijos Jazmín y David, y que da ejemplo bailando con Philippe Warner por la improvisada pista.

Cristina Rubalcava también baila. A su espalda, una de sus sirenas. «Son poesía», comenta la pintora, que confiesa que, cuando se pierde en los fondos marinos, se siente como una sirena.