Tras más de treinta años en Ibiza, Cristina Rubalcava ha decidido convertir la flora y la fauna de Ibiza en los protagonistas de su nueva exposición de pintura que inaugura hoy a las ocho de la tarde en el Club Diario. A sus 74 años de edad, la artista no ha dejado de pintar desde que su padre le acercó al mundo del arte y, esta vez, lo ha hecho para transmitir la «importancia de proteger y conservar la naturaleza» de la isla y del mundo entero. Tras conocer la obra de José Pascual 'El clima no cambia, cambias tú', la artista ha dejado de lado sus dibujos habituales y plasma la «belleza y simplicidad» de la isla. La comisaria de la muestra es Carmina Claret.

¿En qué consiste la obra que presenta en el Club Diario?

Es una semana que concluye más de treinta años en Ibiza. Resume humildemente los elementos más sencillos y simples que se viven aquí, con las cosas naturales que ofrece. Como observar cómo el viento mueve los pinos, los algarrobos, las higueras o el hinojo. Cuando uno llega a la isla no se da cuenta de que hay una vida muy intensa de la flora y la fauna, porque llega de las ciudades contaminadas y con muchos problemas en la cabeza. Y, poco a poco, cuando pasan varios meses, se va eliminando lo superfluo y quedan los valores de la naturaleza. Es imprescindible quedarse apegado a la naturaleza y a lo que ofrece.

¿Cómo se dio cuenta de estos valores?

Un ejemplo puede ser el de la perdiz. Este pájaro venía todas las mañanas a visitarme. Fue entonces cuando me puse a leer sobre estos animales, además de otras especies como las flores, y me di cuenta de que es muy interesante cómo funciona la naturaleza. El macho, por ejemplo, ayuda a la hembra a cuidar y dar de comer a sus hijos. Con esto quiero decir que estos pájaros pueden dar ejemplo a la sociedad de que los hombres también tienen que ayudar a la mujer.

¿Había pintado antes paisajes acerca de la naturaleza?

No. Cuando fui a bucear a Cala Salada y vi la gran diversidad de animales marinos que había, después, a la hora de pintar, me vino a la mente y pensé que nunca había dibujado algo por el estilo. Siempre he estado pintando retratos de familia o de niños, bailes o música. Otras cosas que no eran esenciales y, esta vez, he hecho cuadros y dibujos de cosas que sí me parecen fundamentales.

¿Qué técnica ha utilizado en su exposición?

Es técnica mixta. Empiezo con acrílico, luego paso a óleo y termino con barnices. Todo depende de cada cuadro y de lo que amerita: carboncillos, pasteles... Me gusta mucho poder mezclar técnicas porque hay colores que deben ser más intensos y no se consigue con el acrílico sólo, por ejemplo. A veces he tenido que recurrir a ello porque con esta humedad el oleo no seca.

¿Cuál es la técnica con la que más le gusta trabajar?

Con todo. No me decanto por ninguna. Me encanta la creatividad y cada una tiene su particularidad y su técnica.

¿Cuánto tiempo le ha llevado terminar esta exposición?

Mas o menos, un año y medio.

Para pintar sus cuadros, ¿se sentaba delante del paisaje?

Siempre en mi casa, en el gran porche que tengo. Nunca copio la naturaleza porque pienso que es una grosería. La veo, la recuerdo y luego la pinto a mi manera.

¿Qué función cree que tiene un pintor?

Pienso que un pintor debe transmitir un sentimiento. Ofrecer a un público que lo interpretará dependiendo de cada uno, de diferente manera. Pienso que el arte es eso. Dar y que otra persona venga, se lo lleve y absorba el mensaje. Eso es la pintura.

Y, en su caso, ¿qué mensaje quiere transmitir con su exposición?

Que hay que cuidar el mundo, los mares, la naturaleza y mantenerlo limpio. Y que hay que respetar lo que nos da la naturaleza porque me doy cuenta de que con el calor y los incendios se nos va la oportunidad de salvar la Tierra. El clima no cambia, cambia tú. Ese era el título de la exposición de José Pascual hace unos años. Me marcó muchísimo e hice una canción con ese tema. Me parece tan acertada la frase que hay que retenerla.

¿También compone canciones?

Sí, porque estudié piano y eso me facilitó el poder componer canciones. Pero eso ya es un hobbie con el que descanso de la pintura de vez en cuando. Suelo hacer maquetas y luego dárselas a grupos mexicanos para que las interpreten.

¿Se pueden escuchar en algún sitio?

En mi página web están los grupos que cantan algunas de mis canciones, como Los tigres del norte, Panteón Rococó y Son de madera, además de otros proyectos que tengo en espera.

¿Añora su ciudad natal, México?

Supongo que sí porque me fui muy joven, con trece años, para estudiar en Francia y en Inglaterra. Ademas, creo que lo añoro porque me fui en una época en la que México era aún un paraíso terrenal. Es un país muy fuerte y bello, con mucha diversidad, una gastronomía excelente, música contagiosa y diversa. Es un lugar muy rico en cultura. Estoy esperando a que ese paraíso que yo dejé vuelva para poder visitarlo de nuevo con más tiempo.

¿Dónde vive actualmente?

Ahora vivo en Francia. Me casé con un ministro francés, con el que tuve dos hijas, y ahora llevo más de cuarenta años allí. A Ibiza vengo en verano y en otras ocasiones cada vez que puedo. Esa es la ventaja de los pintores. Tenemos más trabajo porque no tenemos horarios, pero es divertido y físicamente está muy bien. Hay que aprovechar la libertad de poder trabajar en donde uno quiera.

¿Por qué decidió venir a Ibiza?

Casualidades de la vida. Venía a visitar a unos amigos que tenían una finca. Más tarde, empezamos a veranear con mis hijas y seguimos hasta que un día hice una exposición en es Molí, se vendió toda la exposición y compré una casita en el campo. Era una época en la que todavía se podía adquirir una casa. En la mía no hay luz ni electricidad y tiene un camino bastante malo, pero eso me permite estar alejada de toda la luminosidad y de todo el ruido. Es un privilegio que, creo, toda la humanidad debería buscar y, sobre todo, proteger.

¿Qué piensa sobre la isla?

Sant Antoni debería ser un proyecto piloto para el resto de las playas de Ibiza, porque he visto que ha aumentado el buen turismo, el que aprecia y compra, dejando sus ahorros en la isla. No gente que viene a tirar basura y a emborracharse. El sitio vale la pena protegerlo. Todos los que vivimos aquí, tanto todo el año como unos días, deberíamos cuidar y proteger la isla.

¿Sus padres también la acompañaron en sus viajes?

Mi padre adoraba España y, como era poeta, tenía muchos amigos como Pío Baroja o Vicente Aleixandre con los que mantenía el contacto a través de cartas, que ahora se están publicando en un libro. Me acuerdo que se sorprendió cuando me interesé por su legado, porque cuando eres pequeño a uno no le suele importar lo que hacen los padres.

¿Es cierto que empezó a pintar con dos años?

Sí. En aquella época, en México, no existían muchos jardines de infancia, por lo que mis padres decidieron que tenía que quedarme en casa y no ir al colegio hasta los cinco años, como se estilaba. Mi papá, que es un poeta, pintor y arquitecto, me daba libros de escritores como Unamuno, aunque yo me pregunté durante un tiempo qué era el nombre de Unamuno. No sabía que era un hombre.

Entonces, ¿su padre le impulsó a entrar en el mundo del arte?

Sí, desde muy pequeña estuve muy cerca de la literatura, de la pintura y de la poesía. Con dos años, siempre había sido aparentemente muy traviesa por lo que mi padre me sentaba a dibujar y pasaba horas pintando, más tranquila. Me hacían leer cuentos como 'Platero y yo' y luego pintaba a los personajes. Luego no dejé de dibujar en ningún momento, siempre encontraba un hueco: a la salida del colegio o cuando viajábamos, por ejemplo.

¿Qué siente cuando pinta?

Nada, sencillamente me siento bien. Siento que parte de mi cuerpo se va al dibujo. Transpones el alma y el espíritu, y se plasma en el papel, en el lienzo, la escultura y en las canciones. Te sales de ti para hacer algo creativo.

Cuando pinta, ¿tiene alguna manía? Como escuchar música, por ejemplo.

Depende. He hecho murales de Agustín Lara sobre las canciones de grupos musicales como Cri cri o La revolución mexicana, entre otros. Interpreté 136 canciones. Ahí sí que necesité escucharlas día y noche para poder pintar lo que se quedaba grabado en mi memoria.

¿Ha tenido otros trabajos a lo largo de su vida?

Sí, bueno, durante tres años fui secretaria general de artes plásticas en la Unesco porque buscaban una persona que hablase tres o cuatro idiomas y, como yo los hablaba, me escogieron.

¿Qué idiomas habla?

Un poco de alemán, italiano, francés, inglés y español. Por eso me escogieron.

¿En qué consistía su trabajo dentro de la Unesco?

Consistía en viajar e inaugurar exposiciones con grandes autores y pintores de la época, como Roberto Matta, Valerio Adami o Rufino Tamayo de México. A mí, Matta me dijo que me fuese a pintar, a explayar mi talento, que no tenía que estar en aquel puesto de trabajo. Fue muy interesante porque pude conocer más artistas y lugares diferentes, con otras gentes y culturas. En esos años, incluso, aún no se había derrumbado el muro de Berlín.

¿Qué consejo le daría a los jóvenes artistas que están empezando en el mundo de la pintura?

Nunca hay que pensar en un comercio de la pintura. Nunca hay que dudar, porque si lo haces sobre si va a funcionar o no, yo creo que la causa está perdida. Uno pinta porque es un ímpetu que sale del alma y del espíritu, no pueden pensar que tienen que pintar para vender. Hay un aspecto comercial que sí cuenta evidentemente, pero es algo que se da de forma natural. No creo que haya que buscar ni gloria ni oro.

¿Tiene alguna exposición en mente para el futuro?

Sí. Siempre tengo la Virgen de Guadalupe, que es la virgen de México. La imagen visita todas las iglesias del mundo. Cuando la virgen visita un recinto, a mí me gusta plasmar la historia de esa iglesia. Ahora estoy esperando a que visite la de Santa Inés y la catedral para poder pintar su historia. Aunque también me gustaría dibujar la bendición de los animales de Sant Antoni, porque me gusta el tema.