¿El diseño ha sido siempre su vocación?

Ya cuando era muy pequeño dibujaba coches, barcos, gafas, relojes... En la Escuela de Artes y Oficios de la avenida España, en Ibiza, estudié interiorismo porque no podía estudiar diseño industrial, pero cuando me fui a Barcelona a los 19 años a continuar la carrera me centré más en el objeto que en el espacio, aunque ahora trabajo los dos aspectos. Después me fui a París a trabajar diez años y en 2011 regresé a Barcelona, donde tengo mi propio estudio.

Háblenos de la colección 'Ibiza', que presentó en la Milano Design Week en abril.

Parte de una idea muy personal, de los recuerdos de mi infancia y adolescencia en la isla. Está inspirada en las típicas sillas de caña artesanales que constantemente me encontraba en cafés, terrazas e incluso en casas de amigos. Todo el mundo las tenía al sol y se degradaban en una temporada. Quería hacer un homenaje a esta silla efímera y atrapar ese placer en una forma que durara mucho más tiempo. A partir de ahí creé mi colección: una silla con diferentes opciones de brazo. Hay un sillón, una hamaca y una mesita.

El material del que está elaborada esta colección también es made in

Sí. El material es plástico, polipropileno. Mi intención era que la colección tuviera una vinculación con la Ibiza que he conocido desde pequeño, la isla natural, desinhibida, donde la gente compartía todo su saber, que recibía a gente de todo el mundo, arquitectos, fotógrafos, artistas...Quería que mi colección reflejara ese momento así que no podíamos crear una silla de plástico y basta. He crecido en la playa y empecé a diseñar observando los objetos, olvidados de un verano, que traía el mar, zapatos de plástico, gafas, aletas? Me parecían muy exóticos, como si fueran conchas artificiales. Partiendo de ese recuerdo, decidí utilizar el plástico arrojado por el mar. Nos concentramos durante un año y medio en buscar todas las fuentes de plástico que podía haber en Ibiza y alrededores para recuperar las redes de pesca, las cuerdas, las boyas, las botellas, todo lo que fuera de polipropileno, con el fin de triturarlo, reciclarlo, reinyectarlo y crear esta silla, hecha, de alguna manera, del mar.

Entonces, lo que ha hecho es dar una segunda vida al plástico que se arroja al mar...

Sí. La colección está hecha de la basura que cae al mar y de las redes que quedan abandonadas, que siguen siendo trampas mortales para los animales. Yo crecí entre Ibiza y Formentera y allí recuerdo que, en aquellos tiempos, todavía había tortugas que llegaban a la playa, ahora es casi un milagro verlas. Sacar redes del mar y reciclarlas para crear algo nuevo, que sea permanente y que no sea una trampa, es bonito.

Tiene también una versión de silla con posidonia.

Sí. Hemos presentado una versión de silla con un trenzado natural a base de posidonia, que le da una dimensión aún más marina. La silla en sí sirve para el exterior y aguanta al sol, pero con este trenzado tan natural solo la puedes tener en el interior, si la dejas fuera ese material se biodegradaría poco a poco.

¿El plástico es su material preferido?

Durante bastante tiempo sí. He estado utilizando mucho plástico por una razón técnica y por la tipología del producto que hago. Si quiero hacer una silla muy industrial con un precio asequible y quiero que llegue a todo el mundo el mejor proceso de fabricación es el del plástico. Es el que me da todo, el confort, la estética, el peso, las respuestas técnicas y la belleza del objeto. Es la ecuación que mejor resulta, aunque también diseño sillas de metal, aluminio y madera.

Con la mala prensa que tiene hoy en día, ¿no se ha planteado apostar por otros materiales o decantarse definitivamente por el plástico reciclado?

Es verdad que, en estos momentos, el plástico puede tener una imagen negativa, pero yo siempre le he dado una utilización muy preciosista y lo he aplicado para hacer objetos que permanezcan, no de un solo uso para luego tirarlo. Siempre que hago una silla o un producto en plástico es importante que el diseño tenga un estilo permanente, que sea intemporal y duradero y con conciencia ecológica. Pero si nosotros hacemos un ejercicio de responsabilidad, el consumidor también lo tiene que hacer, porque una silla de plástico reciclada será más cara que una sin reciclar, así que si se decanta por la segunda de nada va a servir la reciclada. Nosotros estamos optando por el plástico reciclado y, sobre todo, por colecciones híbridas, como la que presenté en Milán este año con una empresa italiana que se llama Pedrali. Se trata de una silla de madera natural fresada y curvada con asiento de plástico. Este material le da la rigidez al objeto y permite la magia de poder hacerlo transparente dando la sensación de que se está flotando en el vacío. De esta manera economizas tanto madera como plástico y haces un híbrido que te permite, a la vez, expresar ideas nuevas y tener soluciones industriales más ecológicas.

Parece que siente debilidad por la sillas...

En Milán hemos presentado muchos modelos de silla, pero hago de todo, desde cubiertos para Air France o Christofle hasta lámparas, como el modelo 'Satellight' que diseñé para Foscarini, de cristal de Murano. También he diseñado coches, zapatos, gafas y, barcos. Con 'Dune', un híbrido entre un velero y un barco a motor, ganamos este año el premio German Design Award. Me gustan todos los objetos, pero es verdad que la silla es un elemento muy difícil de realizar y hacerlo de forma industrial, aún más. Es un producto que me han pedido muchas veces, porque cada fabricante quiere tener la suya. He creado bastantes modelos, pero no quiero convertirme solo en diseñador de sillas.

Se define como «disoñador» industrial. ¿Qué hay detrás de esa idea?

Limitarse a diseñar simplemente, hoy en día, no tiene mucho sentido. Creo que hay que llevar el diseño a una dimensión más allá de lo que realmente es el objeto y darle más vida, más alma, más imaginación. Por eso siempre mis diseños tienen ese punto de imposible, están entre el sueño y la realidad. Llegar a industrializar eso es lo más difícil. La industria te lo pone muy complicado, pero me gustan los retos.

Durante años ha trabajado con Philippe Starck, un diseñador industrial francés reconocido mundialmente. Lo conoció en Formentera?

Cuando empecé a diseñar tenía 17 años y dibujaba rascacielos, naves espaciales, barcos, coches, motos... Cuando esos diseños los veía alguien decía: «No sé donde vas a poder realizar esto». Tuve la suerte de tener un vecino de isla, Philippe Starck, que estaba conectado a todas estas posibilidades. Con 29 años cogí mi bicicleta y fui a verlo y le enseñé mis proyectos y empezamos a trabajar en ese mismo instante. La aventura duró diez años. Al cabo de cuatro años, cuando yo ya tenía todo bien controlado, empezamos a firmar conjuntamente. Hemos hecho muchas piezas juntos con marcas importantes. Una de los diseños más destacados que creé trabajando con él es la silla 'Master', que es un icono del diseño industrial.

¿Se puede decir que aquel encuentro le cambió la vida?

Me sirvió de mucho porque pude trabajar con productores de primer nivel, me permitió diseñar de todo y realizar todas las ideas más exigentes que tenía. Cuando luego me monté mi estudio me llamó mucha gente que ya me conocía muy bien de entonces y hemos seguido haciendo cosas nuevas. La magia del diseño es que la experiencia no sirve de mucho, te has de ir inventando el futuro constantemente e ir descubriendo nuevas ideas, estilos y técnicas, porque cada vez va más deprisa todo. Cada proyecto que hago, empiezo de cero. Para hacer algo sorprendente tienes que inventarlo como si no lo hubieras hecho nunca antes.

Dígame un objeto que sueña con diseñar y otro que no haría nunca.

Me gustaría diseñar la máquina del tiempo y darle una forma alucinante. Lo que no me gustaría diseñar son todos los objetos negativos, todo lo que da mal rollo. Si diseño es para poder transmitir toda aquella experiencia de la isla con la que he crecido y decir que tengo la suerte de haber visto y de haber vivido un momento irrepetible y casi único en el mundo. Creo que tengo la responsabilidad a través de mi trabajo de transmitir esa emoción y eso es lo que me inspira. A cualquier tipo de objeto que creo le quiero dar esa poesía de la Ibiza inmaculada.

La isla, por lo que comenta, tiene mucho peso en sus diseños.

Sí. He dado la vuelta al mundo unas tres veces y no he encontrado ningún sitio que me aporte la misma sensación o que tenga el mismo mar, y he visto mares increíbles, pero ninguno como éste.