En una noche cualquiera de Adlib el diseñador Tony Bonet hubiera sido el más aplaudido de la noche. Ayer, en la segunda jornada de Adlib 2019, lo fue. Y mucho. Buena parte del público se puso, incluso, en pie para vitorear sus novias. Ésas que lucen peplums de ganchillo y guerreras hombreras de encaje, que limitan su ramo a un girasol recién cortado y que caminan hacia el altar con la versión más aterradora del 'Smile' de Charles Chaplin. Ayer, sin embargo, José, Gloria, Alberto, Roberto, Julio, Sergio, Fran, Stefan y Jesús, los 'Campeones', le robaron ese aplauso. (Mira aquí todas las imágenes de la segunda jornada del desfile Adlib 2019)

La auténtica ovación de la noche se la llevaron ellos cuando, de forma improvisada, subieron a la pasarela, invitados por la presentadora y madrina vitalicia de Adlib, Cayetana Guillén Cuervo, a la que los actores, que esa mañana habían participado en un torneo 3x3 (más información en páginas 36 y 37), abrazaron. El recinto ferial en bloque se puso en pie para aplaudir y vitorear a los chicos. Ya metidos en alabanzas, la presentadora dedicó un panegírico más típico de precampaña que de desfile de moda al presidente del Consell, Vicent Torres; a la consellera de Industria, Marta Díaz; al alcalde de Vila, Rafa Ruiz (aunque este tiene poco que ver con la organización de Adlib), al que pidió que se pusiera en pie; a la actriz Tita Planells, a una tal María Pino, a Ana Obregón, al decorador Toni Riera, a los periodistas que, invitados, hablan bien de Adlib... También lanzó un mensajito a quienes critican la pasarela. Díaz, escuchándola, sonreía. Le faltaba un gato al que acariciar. En ese momento, algo se le metió en la garganta a la presentadora, que tuvo que pedir un poco de agua antes de continuar. Casualidad. O karma.

Mensajes

En transparencias y brocado dorado apareció sobre la pasarela la cantante Sfia, a la que rápidamente rodearon unos atávicos bailarines cuya danza sirvió como preludio a las creaciones de Virginia Vald, diseñadora que ayer vistió a Guillén Cuervo. Faldas de sirena (de forma y aspecto), delicados vestidos bordados con mensajes ('te amo con locura', 'la isla bonita', ' freedom', 'respira, ama y sé feliz'...), corsés de minuciosos bordados... A diferencia del viernes, cuando los cerró, ayer Lucía Rivera, modelo invitada, abrió la mayoría de los pases. Vald vistió a Ana Vide de femme fatale. Ajustada y con brillos negros. La modelo ibicenca se llevó en esa primera salida un caluroso aplauso. Ella respondió con una sonrisa igual de cálida.

Entonces llegó el turno de Tony Bonet y sus novias. Contento con la acogida, el diseñador salió a saludar abriendo y cerrando sus tijeras, como si aplaudiera con ellas, antes de algo tan clásico en él como los girasoles y la música oscura: cogiendo en brazos a una de las modelos. El pase de Ibimoda comenzó al revés, desde la punta de la pasarela. Casi por sorpresa, en penumbra y con el sonido de las olas del mar, una bailarina cruzó la tarima, que se llenó con profundas faldas de tul, guipures muy trabajados y sutiles transparencias. Cogidas de las manos de dos de los modelos, Toñi y Lali Riera, las diseñadoras de la firma, saludaron al público, que ayer prácticamente llenó el recinto ferial. Apenas había una silla vacía (se colocaron 1.311) y se veían muy pocos huecos en las gradas de las esquinas.

El desfile, como el primer día, comenzó con media hora de retraso. En esta ocasión, sin embargo, la culpa no fue de ningún tardón sino que se debió, según explicó la organización, a un problema técnico de la televisión que retransmitía el desfile en directo.

En primera fila, además de los chicos de 'Campeones' se encontraban las también actrices Macarena Gómez (Lola en 'La que se avecina') y Maggie Civantos (Macarena en 'Vis a Vis'), que pasó la velada comentando los pases con su compañero de front row, el alcalde de Eivissa. También estaba Ana Obregón, ante la que, durante la presentación, se arrodilló la presentadora. Con interés siguió esta última los diseños de su amiga Piluca Bayarri, que en esta ocasión optó más por el bañador que por sus populares triquinis y por los estampados (topos, rayas y paisley) y telas satinadas más que por el algodón y los cristales de Swarovski.

Collares que, combinados, simulaban encajes, estrellas, corales, hojas, motivos vegetales... Fueron los protagonistas de la colección 'Iconos', de la diseñadora Isabel Guarch, que dejó su huella sobre la pasarela. Una joya que perdió una modelo y que se quedó ahí, a escaso medio metro del borde, acompañando el pase tres en uno de la noche: Espardenyes Torres, S72 Hat y Dolors Miró Senallons, que mostraron sus propuestas en comandita. Esparteñas decoradas con encaje, capazos con asas de cadenas y hasta convertidos en mochila y desde pamelas en las que nunca sale el sol a mínimos casquetes con flores y medios velos. Isabel Prats, diseñadora de Espardenyes Torres, no pudo evitar emocionarse al acabar su pase.

Polisones de tul negro, mangas de farol, sobrefaldas que vuelan solas, transparencias, profundos escotes, cinturones de boxeador y espinilleras doradas que serían la perdición de Cristiano Ronaldo. Todo eso subió a la pasarela Ivanna Mestres. Ella desaparecía entre bambalinas y un sonador y Marc Cuevas, guitarra en ristre, se subían a la pasarela para interpretar 'Flors de baladre' mientras minipayeses y payesas lucían sus emprendades. Rápidamente la tradición más pura dejó paso a la creatividad exuberante de Elisa Pomar: enormes joies sobre, pendientes XXL cuajados de brillantes piedras, cruces cayendo por interminables espaldas, una emprendada que simulaba un corsé...

Un vestido cruzado con nueve tiras de encaje, de los de 360 grados, de los que vuelan con el más mínimo paso. Así abrieron Vintage Ibiza su desfile, con el celebran sus diez años como firma. Un estilismo que lució Mireia Canalda mientras, al fondo de la pasarela, aguardaba un saliner con su espuerta de sal sobre la cabeza. Alberto Serra y José Antonio Marí estaban tan emocionados contemplando sus propias creaciones y recibiendo los parabienes de la consellera, que, cual emperatriz de la moda, no hacía más que levantar los pulgares, que casi se les olvida subir a saludar.