O los diseñadores de Adlib se preparan para echar a volar o las plumas estaban de oferta este invierno en los mayoristas de mercería. Y es que, si algo no faltó ayer en la segunda jornada de Adlib 2019 fueron las plumas. De todos los colores y de todos los tipos. Desde el etéreo marabú, cuyo movimiento se asemeja al vaivén de las algas en el mar, a las siempre enhiestas de faisán. Pocas, muy pocas, de las diez colecciones que desfilaron ayer en el recinto ferial prescindieron de ellas en una jornada en la que si alguien deseaba asistir a un desfile de Adlib debió pensar que se había equivocado. Porque la única pincelada de la popular moda ibicenca fue el vestido que lució la presentadora, Cayetana Guillén Cuervo. Un vestido largo, blanco, con caída, juegos de transparencias y superposiciones de blancos y encajes. Un clásico. «Llevo un trozo de isla encima», indicó. Todo lo demás de la noche, de Adlib más bien poco. (Mira aquí todas las fotos del desfile)

«Es de Vintage Ibiza», aclaró Guillén Cuervo cuando salió al escenario con más de media hora de retraso. La presidenta del Govern, Francina Armengol, se demoró más de la cuenta en la presentación de la candidatura del alcalde de Ibiza, Rafa Ruiz, y no Francina, no party. O pasarela, que para el caso es lo mismo. «Creadores». «Magos». «Alquimistas». Una moda «sin juicio ni prejuicios», indicó la presentadora antes de interpelar directamente a las «poderosas» y «bellas» Armengol y la vicepresidenta del Consell Marta Díaz: «La aventura y el arte necesitan de las instituciones».

Y entonces empezó el desfile, que siguieron desde las primeras filas algunos rostros populares: José Lamuño ('Servir y Proteger'), que comentó los pases con la también actriz Tita Planells y con el novio de la vicepresidenta; Paloma Lago, que hizo lo propio con el presidente del Consell, Vicent Torres, o la diseñadora María Escoté, que abandonó el recinto a medio desfile.Inicio impactante

Inicio impactanteEl inicio no pudo ser más impactante: bailarines con movimientos felinos tomando la pasarela azul mientras una trapecista volaba sobre ellos envuelta en una fantasía de telas de colores al tiempo que empezaban a asomar las propuestas de World Family Ibiza, que hicieron transportarse a más de uno, con sus bordados de flores, camisas con canesú, vestidos camiseros y estampados de plumas, al lejano Oeste. Y así, como una novia del Far West apareció por primera vez sobre la pasarela la modelo estrella de esta edición, Lucía Rivera. Incluso los menos puestos en moda se dieron cuenta de que era ella por el mar de móviles que se alzó sobre las cabezas de los espectadores en cuanto puso sus pies bajo los focos.

En un lugar parecido, entre buscadores de oro y salones en los que se sirve zarzaparrilla, se movieron las creaciones de Linnea Ibiza: minifaldas de vuelo, mucha transparencia, chaquetas bordadas, levitas de director de pista de circo y hasta caperucitas nude. Mireia Canalda y Felipe López, modelos, esposos y habituales de Adlib, se hicieron notar al lucir las prendas de Beatrice San Francisco. Él, de punto negro y blanco, la llamó. Ella, de patchwork con raya diplomática, hizo como que le ignoraba.

Con un estampado missoni y una música caribeña que puso en marcha las caderas y los hombros de buena parte de los asistentes (hasta 1.311 sillas desplegaron en la sala, más cuatro gradas que se quedaron medio vacías) abrió su propuesta Evitaloquepuedas. La propia Rivera no pudo evitar bailotear sobre la pasarela, en la que lucía un ajustado vestido largo con un llamativo estampado tye-dye.

Plumas y brillos. Esos fueron los elementos predominantes de la colección de Elin Ritter. Ropa de baño más para una fiesta en la piscina que para un chapuzón en una cala perdida. Sujetadores de Sherezade, túnicas de odalisca y hombreras y tocados de garotas de Rio. Chupas transparentes, lujosas sudaderas rosas, explosión de tachuelas, mucho mensaje (' call me angel', 't o my heart'...), tiras de piel y mucho tul a lo 'Buscando a Susan desesperadamente'. Es lo que subieron a escena las diseñadoras de Ibiza Stones, que pusieron el punto rockero de la noche y a las que tomó el relevo Marisa Cela, que presentó una colección de noche. De fiesta. De piel de ángel y grandes lentejuelas en rosa. O en negro. Y plumas (muchas plumas) en boleros que mostraban su interior satinado y en la cola del vestido con el que Rivera cerró este pase.

Aunque para plumas, las de la cola del vestido de novia de Ichiana Ibiza. Un dechado de transparencias que para sí lo querría Kim Kardashian y que puso el broche a una colección que hizo que los móviles se levantaran en masa desde la primera propuesta, un colorido vestido con corsé que recordaba a los vestidos flor de Galliano para Dior, a la última pasando por un delicado traje largo, con cortes y bordados en la cintura y enormes hombreras que transportaba a los espectadores a los años 30. Nada que ver con los hombres de Félix Ramiro, diseñador invitado de esta edición, que no pueden ser más modernos. Trajes blancos con solapas de cuadros, crudos con estampados étnicos, con aplicaciones en la espalda... También chaquetas de seis botones. Y trajes de tres piezas. Con camisa de piqué, eso sí, para dar un punto.

Una luz rosa inundó la pasarela antes de que la primera pieza de Majoral desfilara por ella. Inspirado por las diosas, el joyero paseó a Tanit por Adlib. Y al Sol. Y a la Luna.