El conflicto del Sahara Occidental sigue enquistado desde hace más de 40 años, cuando dejó de ser colonia española. Este territorio fue ocupado por Marruecos y Mauritania en 1975 (la 'Marcha Verde') hasta que en 1979 el primer país lo anexionó para luego hacer una división territorial y denominar la zona como Provincias Meridionales, bajo su administración y ocupación militar. Más allá del debate territorial y sobre el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, defendido por el Frente Polisario y por la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y reconocido internacionalmente, se esconde el drama humano de un pueblo que lleva varias generaciones fuera de su casa.

En los campos de refugiados del suroeste de Argelia, en Tinduf, pasan su vida en difíciles condiciones cientos de miles de saharauis. En el desierto, entre paredes de adobe y bajo las jaimas; con los recursos mínimos pero con colegios, un exiguo sistema sanitario y una organización administrativa y política mantienen su dignidad e identidad. Esos paupérrimos servicios así como gran parte de los recursos que manejan llegan al desierto gracias a la ayuda humanitaria internacional, con la presencia de Acnur y varias ONG en la zona.

Entre esa ayuda solidaria, y como si de una gota de agua fresca se tratara, está 'Vacances en Pau', que desde hace años organiza la sección pitiusa de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Balears. Este programa consiste en la acogida de niños saharauis, de 9 a 12 años, por parte de familias de Ibiza y Formentera durante los meses de julio y agosto.

Por la experiencia de otros años suelen apuntarse una decena de familias en Ibiza. La portavoz de la asociación, Clara Costa, señala que para este año intentarán reforzar la campaña sumando más familias al programa.

Club Diario de Ibiza

Club Diario de Ibiza

Para dar a conocer la labor que realiza la asociación, esta tarde a las 20 horas en el Club Diario de Ibiza, se proyecta el documental, dirigido por Rubén Capilla y Marc Ferrà, 'Lejsara, una historia entre dos mundos'.

Éste explica que la idea surgió cuando estaban terminando la carrera de comunicación audiovisual y Miquel Jerez, miembro de la asociación, les ofreció la posibilidad de viajar a los campos de refugiados de Tinduf. Entonces se plantearon grabar una historia que reflejara el choque cultural que representa para una niña saharaui cambiar su mundo de austeridad por otro de consumo. Marc Ferrà reconoce que la gran pregunta era si realmente era bueno «dar un caramelo a un niño [en forma de vacaciones] para luego quitárselo y devolverlo a su realidad».

«Experiencia positiva»

«Experiencia positiva»

La representante de la asociación en las Pitiusas, Clara Costa, está convencida de que la experiencia para los para los niños es positiva: «Es beneficioso porque ellos mantienen unos valores que hacen que se sientan felices con su familia y en los campamentos, son valores que igual nosotros no tenemos y diferencias muy bien esos dos mundos».

La historia cuenta ese viaje de ida y vuelta que hizo Lejsara a los doce años. La cámara sigue su día a día en Tinduf y luego en Palma para retratar la emoción de la solidaridad, sin olvidar la relación afectiva que establece la protagonista con su familia de acogida pero sin olvidar sus orígenes.