¿'La mala suerte' es novela negra o novela policíaca?

Es novela negra. La novela policíaca es lo que se llamaba la novela enigma, es el caso de las historias de Agatha Christie, donde te van dando ingredientes para que tú sepas quién es el asesino. En las novelas negras, más allá del puro misterio para resolver, de saber quién es el asesino, lo que se plantea es una crítica social. Lo que se pretende es radiografiar los males de la sociedad y hacer una denuncia determinada. La novela policíaca es puro entretenimiento, lo que me parece magnífico, pero la novela negra va un paso más allá.

¿Qué males de la sociedad denuncia en esta obra?

Hago una radiografía de la sociedad bastante completa, en la que incluyo muchas cuestiones que nos preocupan a todos. Parto de la desaparición de una chica de 18 años, de la que dos años después no se sabe nada. La madre, angustiada y con la esperanza de que su hija siga viva y no demasiado contenta con la investigación de la Guardia Civil, decide contratar a un detective, Tony Roures, para que se encargue de la investigación. En ese mismo momento ya hago un acto de contrición con respecto a lo que sucede en las desapariciones cuando se vuelven muy mediáticas. Muestro cómo ese foco de interés hace que los propios allegados y familiares sufran, además de la propia tragedia, el estar señalados por todo el mundo, el que su vida se ponga del revés, el que se les considere si no culpables, sí sospechosos...

Pero la principal reflexión de la novela no se centra en el tema de las desapariciones...

En efecto, la intención literaria de 'La mala suerte' es reflexionar sobre la maternidad y la paternidad. Cuando el detective investiga a la familia y a los allegados de la desaparecida se encuentra con cuestiones que tienen mucho que ver con nuestra sociedad y que nos son muy familiares, como los pequeños malos tratos cotidianos, los abusos en la adolescencia, los problemas de pareja... Todo eso nos lleva a lo que es la intención literaria de la novela, que también supone una llamada de atención a la reflexión. Esa intención literaria se resume en dos preguntas: ¿Qué estamos dispuestos a hacer para conseguir ser padres o madres? Y ¿ser padre o madre es un acto de generosidad o de egoísmo?

¿Somos más egoístas cuando no queremos tener hijos o cuando deseamos ser padres?

Para encontrar la respuesta a eso hay que leer la novela, en la que ofrezco todos los argumentos. Ni yo misma, que al final hago una reflexión personal, ni, por supuesto mi detective, juzgamos. Creo que son los lectores los que tienen que sacar conclusiones, pero sí te diré que lo que siempre he pensado es que tener hijos es un deseo y los hijos vienen cargados de derechos. Si tener hijos es un deseo eso implica que es un deseo de una satisfacción personal, o sea, que siempre habría un punto de egoísmo, porque los hijos no han nacido, no hay generosidad hacia lo que no existe. Además, es un deseo muy extendido, que ha supuesto tal grado de obsesión que incluso ha generado que haya mucho negocio en torno a los hijos a lo largo de toda la historia de la humanidad.

'La mala suerte' es su segunda novela negra. ¿Qué tiene este género que la ha enganchado?

Mi generación empezó a leer con libros como 'Los cinco' 0 'Los tres investigadores'. A partir de ahí, con once años, descubrí a Edgar Allan Poe y me convertí en una devota tanto del género policíaco como del género negro. Estaba esperando el momento en que me llegara la historia adecuada para atreverme con el género negro. Cuando eso sucedió, me puse a escribir 'A menos de cinco centímetros', mi primera novela negra. Me encontré muy cómoda, entre otras cosas, porque el género negro de nuestros días sustituye de alguna manera al costumbrista y al de realismo social y permite la denuncia. Siempre he sido una mujer comprometida en todo y no iba a dejar de serlo en la literatura. Me parece que es un género que me ayuda a señalar con el dedo cuestiones que me duelen personalmente porque están sucediendo a mi alrededor.

Retoma al detective Tony Roures para protagonizar 'La mala suerte'. ¿Cómo evoluciona este personaje?

Roures es un detective, ex corresponsal de guerra, que investiga asuntos de infidelidades, pero que acaba siempre metido en cuestiones de mucho mayor enjundia, en este caso, una desaparición. Es una persona peculiar, culta, con sus turbiedades,pero es un tipo que no juzga y que sabe escuchar, especialmente a las mujeres, que son muy importantes en este libro. Este personaje va a crecer en 'La mala suerte' porque vamos a conocer a su familia y lo vamos a ver sumido en una pasión desbordante que pilota una mujer.

¿Se planteó alguna vez que ese personaje fuera femenino?

No, en absoluto. Quería, desde el principio, que el personaje del detective fuera un hombre por la sencilla razón de que creo que los hombres se han pasado toda la historia describiendo nuestros sentimientos, una veces bien y otras mal, y quería afrontar ese reto y sentirme capaz de describir yo los sentimientos masculinos y hacerlos perfectamente creíbles. Me divertí haciéndolo. En otros libros he tenido personajes centrales que son mujeres, pero no necesariamente todos los personajes protagonistas que yo vaya a escribir a lo largo de mi vida van a ser mujeres porque yo sea mujer o porque defienda la causa de las mujeres. Van a ser mujeres y hombres, indistintamente. Lo que sí es cierto es que 'La mala suerte' es un libro muy femenino.

Ha comentado que las mujeres tienen mucho peso en esta historia.

Sí. Aunque el personaje que vincula la historia es Tony Roures, la novela tiene unos personajes femeninos muy potentes, muy sólidamente construidos y que son el meollo de la historia. La desaparecida, su madre, la novia del padre, la jueza, la abogada...Son todas poderosas, distintas y, como siempre digo, mujeres buenas, malas y regulares, porque hasta que no haya el mismo número de mujeres buenas, malas y regulares que hombres buenos malos y regulares en todas partes, no habrá un principio de igualdad.

Volviendo a Tony Roures, su nombre creo que es un guiño a su padre y al escritor Manuel Vázquez Montalbán y su detective Pepe Carvalho.

Así es. Roures significa 'robles' en catalán y a un roble en portugués se le llama carvalho. Fue una cosa casi fortuita. Al crear a este personaje me salió su nombre directamente, no sé el porqué. De alguna manera yo homenajeaba a Manuel Vázquez Montalbán, a quien admiraba mucho y tuve la oportunidad de conocer, e, incluso, me llegó a citar en un libro. Para mí, eso de que mi detective, aunque fuera traducido, llevara el nombre de Carvalho, era como salir con la capa de Supermán. Luego daba la casualidad de que ese nombre y apellido eran los de mi padre. Él nunca quiso que fuera ni periodista, ni escritora, ni nada parecido. Murió hace muchos años y no lo ha llegado a ver, pero de alguna manera ese nombre era un homenaje-colleja, en plan 'mira papá, esto que no querías que hiciera, aquí está y mira qué bien ha salido'.

¿Los hechos que investiga Tony Roures están inspirados en alguna desaparición real, como la de Diana Quer?

Es curioso, pero dependiendo de donde vaya, me hablan de una desaparición o de otra. Todos los casos de desaparición mediática cumplen los mismos parámetros. Los protagonizan chicas guapas, que salen solas, casi siempre se producen en verano, en momento de fiestas...Todos son ingredientes similares que los convierten en historias susceptibles de generar interés mediático. Hay otros millones de desapariciones que se suceden día a día en España, país donde hay muchísimos casos de este tipo, de las que jamás llegamos a enterarnos. Al construir el arranque de la novela, que es la desaparición de Lucía Peña, quería meter elementos comunes que fueran reconocibles para el lector de los últimos casos que se han dado, puede ser el de Diana Quer o cualquier otro. Intenté no basarme en una desaparición concreta, pero sí apuntalar la historia con estos elementos para dar la sensación de credibilidad que requiere cualquier novela.

¿Presenta en Dkiss el programa 'Crímenes'. ¿La crónica negra le ha llamado la atención desde siempre?

Como toda mi vida he sido lectora de novela negra y policíaca, ese pilar de la información que es la crónica negra me interesa mucho. Pero yo creo que es algo común a toda la humanidad. A todos nos interesa el mal, porque tratamos de entenderlo o justificarlo. Nos aterra pensar que la persona que vive a nuestro lado, que tiene una apariencia tranquila y que parece buenísima, pueda haber cometido un crimen, como se ha dado en tantas circunstancias. Nos preocupa muchísimo eso y saber si nosotros podríamos convertirnos en malvados. Decidí que mi personaje central fuera un ex corresponsal de guerra precisamente para que fuera una persona que no juzgara, para que supiera que las personas podemos pasar de ser buenas a malas en un segundo. Eso es lo que sucede en las situaciones límites que se dan, por ejemplo, en las guerras. Entender el mal es algo que nos preocupa a todos los seres humanos y a mí la crónica negra me ha interesado muchísimo siempre, por eso, para entender al ser humano.

Hablando de guerras, en el libro aparece la de los Balcanes.

Sí. Yo creo que en los escenarios de guerra, aunque se puede dar también lo mejor del ser humano, casi siempre se da lo peor y Roures, que fue corresponsal de guerra, sabe que, puestos al límite de nosotros mismos, todos podemos sacar la alimaña que llevamos dentro. Eso lo convierte en alguien muy escéptico, en una persona que no quiere tener hijos, cosa fundamental en esta novela, pero también en una persona que no juzga porque sabe que entre el blanco y el negro hay infinitas tonalidades de gris.

¿Por qué ha escogido Mallorca como uno de los escenarios fundamentales de su novela?

Mis novelas son siempre viajeras. Transcurre en parte en Madrid, pero arranca y vive bastante en Mallorca. Elegí una zona de allí que se llama Costa de los Pinos, extremadamente tranquila, enormemente bella y donde parece que nunca podría pasar nada. Los lugares que parecen perfectos siempre me han resultado muy inquietantes, y por eso, me parecía la ubicación indicada para instalar una trama de suspense. Además es un sitio que conozco muy bien y así podía hacer el escenario verosímil.

¿Se considera más periodista o escritora?

Yo quería ser escritora antes que periodista. Si mañana dejara de publicar mis libros, seguiría escribiendo, es una necesidad. Llevo escribiendo todos los días de mi vida desde que tenía trece años. Lo normal era que yo escribiera y, de hecho, siempre lo he compaginado con todo lo demás. Empecé a escribir en 1991 de una manera más prudente, por mi amor a la literatura, con libros de no ficción, que eran más cercanos a mis quehaceres diarios y luego, cuando me sentí más preparada, en 2001, me adentré en la ficción, que es lo que de verdad había querido hacer siempre, era el sueño de mi vida. Me metí a hacer periodismo porque me convenció mi primer novio. Lo que luego pasó es que cuando el periodismo se me metió en las venas, ya no volvió a salir. Aunque haya un día que lo deje, nunca dejaré de ser periodista, porque ser periodista no es sólo escribir, es tener vocación de cambiar el mundo.

¿Piensa continuar con las aventuras de Roures?

Estoy en ello, la trama en este caso se ambientará en Castellón.

¿Para cuándo Ibiza?

La próxima, en Ibiza (se ríe). La isla puede formar parte en cualquier momento de los escenarios de mis novelas porque la conozco bien y forma parte de mí.