Es joven pero no inexperto. Daniel Fopiani (Cádiz, 1990) ha madurado en su trabajo habitual como Sargento de Infantería de Marina y ha continuado dando forma a su vida a través de las letras. Premio València de Narrativa por su primera novela, 'La Carcoma', ahora ha recalado en la editorial Planeta para mostrar al mundo una historia llena de claro oscuros donde la mitología es el punto de partida y unos crímenes los que ponen en la palestra a cada uno de sus protagonistas. 'La melodía de la oscuridad' habla de la invidencia a través de su protagonista, Adriano, para también hacer hincapié en la inmigración, el amor y otros problemas de la vida cotidiana. Incluso llega a meterse en la cabeza del perro guía del protagonista.

-¿Por qué has hecho uso de mitología griega?

-Hace un par de años leí un artículo donde descubrí que Hércules mató a su familia, dato que desconocía. Además, de pequeño me gustaba mucho la película de Disney de Hércules y eso no aparecía en ningún lado, me llamó tanto la atención que lo vi como una idea fantástica para enmarcarlo dentro de una novela. En 'La melodía de la oscuridad' nos vamos a encontrar con un criminal que de joven mata a su familia y la única manera con la que él piensa encontrar el perdón es haciendo los 12 trabajos que realizó el héroe, según la leyenda.

-¿Cómo has dado forma a los personajes?

-Es casi imposible no tirar de la propia experiencia, en cada uno de ellos puede haber un poco de mi como escritor, incluso en los capítulos en los cuales el perro cobra protagonismo. Gracias a mi trabajo he conocido la inmigración, estoy siempre en contacto con armas de fuego y eso ha ayudado a situar la novela. En cuanto a los personajes, ninguno soy yo o alguien conocido, pero cuando tengo el piloto encendido de la creatividad me fijo en cualquier gesto o persona para incluirlo.En la anterior novela, 'La Carcoma', el sargento Guardia Civil es mi amigo que no puede pronunciar la r y escribo casi 300 páginas en las que no aparece esta letra. En esa novela todos son ficticios.

-¿Tu experiencia como Sargento de Infantería de Marina te ha ayudado en el mundo literario?

-Yo entré con 18 años, siendo un niño, y mi trabajo me ha hecho un hombre. He estado desplegado en varias operaciones de paz, he trabajado mucho la inmigración, he visto la pobreza y la diferencia de clases eso hace madurar y, de hecho, en esta novela, incluyo el tema de la inmigración con el criminal, que es rumano, y hablo del repunte que hubo en España en los 90 y 2000.

-¿La labor de documentación ha sido complicada?

-La labor de documentación que más me ha costado ha sido la de meterme en el pellejo de una persona invidente. En la primera idea tenía claro que quería hacerla desde la perspectiva de alguien que no podía ver y cuando empecé a darle forma me di cuenta de que yo mismo tenía muchas deficiencias con el tema, había cosas que desconocía. Me vi obligado a visitar asociaciones como la ONCE, y aprendía tantas cosas que me sirvieron para plasmarlo después en la novela.

La labor de documentación de procedimientos judiciales, de la Guardia Civil y demás, tengo la suerte de contar con el apoyo de estos agentes y uno de mis mejores amigos está destinado en un puesto principal de investigación, por lo que lo tengo más fácil. En cuanto al tema mitológico, no me considero ningún maestro de historia, pero siempre he sido bastante curioso y, además, el Museo Arqueológico de Cádiz es muy conocido en la ciudad.

-¿Qué es lo que más te sorprendió al investigar sobre la ceguera?

-Necesitaba testimonios de personas que nacieron con visión y por una razón u otra perdieron la vista. Estaba muy interesado en cómo se sobrelleva el cambio. Me sorprendió mucho darme cuenta de que no solo sufría esto el afectado, sino que este dolor se trasmite a todas las personas que le rodean. Eso se ve reflejado en el personaje de Patricia, que hace rol de cuidadora y sufre la amargura que tiene Adriano.

También me llamó la atención que sueñan en base a los recuerdos, que la ceguera no es totalmente oscura, que los nervios ópticos siguen luchando por encontrar señales luminosas son cosas que desconocía.

-¿Por qué decidió que el protagonista sufriera un atentado de ETA?

-Necesitaba un personaje invidente, Guardia Civil y al investigar me hablaron del cuartel de Intxaurrondo, uno de los más perseguidos por este grupo terrorista y pudo ocurrir perfectamente. Dentro del cuartel tenían su propia peluquería, cantina, supermercado para poder hacer vida normal, me llamó la atención, además fue uno de los que recibió más ataques de ETA.

Buenas críticas

-¿Ha sido difícil hacerse un hueco en el mundo editorial?

-Sí, es muy complicado. Llevo escribiendo desde los 15 años, los primeros años no de manera profesional, escribía y lo guardaba en un cajón y prácticamente nadie lo leía. Una vez que tuve mi trabajo estable fue cuando me volqué en esto y si que es muy difícil. Recuerdo que a mis primeras presentaciones venían mis familiares y amigos. Una vez que gané el Premio Vaència de Narrativa eso cambió, me empezó a hablar gente en redes que no conocía, que solo estaban interesados por la obra. Ahí fue cuando vi el cambio y decidí apostar por mí.

-¿Qué consejo le darías a alguien que está empezando?

-El mayor reto a superar es la inseguridad y la soledad. Cuando uno empieza a escribir no sabe si lo hace bien o mal, el único secreto es enseñarlo. Se habla mal de la auto publicación, pero lo cierto es que es una herramienta fantástica para darse a conocer y nos lean personas no cercanas. Así recibimos primeras críticas, también en portales de Internet, lo único que siempre digo es que lo que uno escriba hay que enseñarlo y, por supuesto, leer mucho.

-¿Ya tiene algo nuevo en el horno?

-Hay algo aunque para mi sorpresa estoy recibiendo muy buenas críticas de esta novela y los lectores me piden que continúe con este detective. No estaba en mi cabeza, pero sí es cierto que cuando veo este aluvión de peticiones de que siga con Adriano me he visto obligado a reflexionar y puede ser una posibilidad. Aunque todavía es pronto para decir cuál será el siguiente paso.

-¿Cuál es tu máxima en la profesión?

-Yo no pienso en ventas o premios desde los comienzos lo único que me ha dado resultado es preocuparme por mi narrativa, mejorar mi trabajo. Si veo que progreso con eso ya soy feliz.

-¿Y las malas críticas?

-Hay que ser inteligente, hay que ser humilde y saber qué críticas son constructivas y cuáles no. Esto es una carera de fondo donde siempre se aprende.