Silencio absoluto. Poco más de un segundo de silencio absoluto. Y luego los aplausos. Lina Tur, Gordan Nikolic y Céline Flamen sonríen al público, aún con sus instrumentos en la mano. El violín. La viola. El violonchelo. Con ellos se pierden entre el público, que sigue aplaudiendo. Hasta que vuelven. «Si insisten...», indica, con gesto travieso, la violinista ibicenca para introducir el bis con el que ponen fin al 'Concierto Solidario de Año Nuevo' que celebra el 25 aniversario del Club Diario de Ibiza. «Es un concierto de Año Nuevo, todo el mundo sabe lo que toca: valses. Dice mi padre que Beethoven es el mejor músico del mundo, vamos a acabar con él, con un ländler, el antecesor del vals. Podrán seguir el tres por cuarto, pero con más gracia», comenta antes de que la música vuelva a inundar el espacio.

La sala vuelve a la penumbra. El público busca ese tres por cuatro mientras no se pierde una nota. En las primeras filas del auditorio, completamente lleno para el concierto (coorganizado por el Consell de Ibiza), la consellera balear de Cultura, Fanny Tur; la vicepresidenta primera del Consell, Viviana de Sans; el senador ibicenco, Santi Marí; Rafa Ruiz, Josep Marí Ribas 'Agustinet' y Josep Tur 'Cires', alcaldes de Vila, Sant Josep y San Antoni, a los que acompañan algunos de sus concejales. Entre ellos, el de Cultura de Vila, Pep Tur, que llega con una bolsa llena de juguetes para la Cruz Roja. Muchos de los asistentes entregaron juegos y muñecos hace días a cambio de una entrada. «Un poco tarde», confiesa el edil tras entregar los juguetes, rumbo a su butaca en la primera fila, en la que también están la directora de Diario de Ibiza, Cristina Martín, el subdirector general de contenidos de Prensa Ibérica para Cataluña y Balears, Joan Serra y su esposa Marta Petit, el gerente de Es Diari, Lluís Ballber y su mujer Rosa Mayans y Rita Vallès, subdirectora de Diario de Ibiza y directora, durante algo más de 22 años, del Club Diario.

Es, precisamente, en el que fuera su despacho, donde los tres músicos se preparan antes del concierto. Reciben a familiares. Revisan partituras. Calientan el cuerpo y sus instrumentos. Lina Tur está encantada de compartir ese pequeño espacio, y sobre todo el escenario, con Nikolic (uno de los violinistas más destacados del panorama internacional) y Flamen. Hace tiempo que le apetecía. «Es una suerte enorme tocar con estas dos figuras», comenta.

Los tres salen sonriendo a escena, donde les esperan sus partituras. De papel, sobre atriles tradicionales, las de Tur y Flamen. Digital, la de Nikolic. En ellas aguardan Haydn, Boccherini, Borodin y Beethoven. Los tres se miran. Y empieza la música. El baile. Tur se mueve con cada nota. Se balancea. Cabalga. A veces, casi se incorpora sobre los pies, que mantiene juntos, pegados, hasta que llegan los compases más enérgicos. Flamen danza con su chelo. Lo abraza con todo el cuerpo. Desde la cabeza a las rodillas. Nikolic, más comedido, mantiene su encharolado pie izquierdo anclado al suelo. Es el derecho el que baila. El que se deja ir. Sobre todo al final del trío en sol menor de Borodin. Pero es Beethoven (para el que Nikolic cambia el violín por la viola) el que de verdad les hace sudar. Y bailar. Hasta el punto de, en el 'Allegretto alla polaca', levantar los pies del suelo, reclinar la espalda sobre la silla y regresar de nuevo, con más impulso, a tierra para seguir con un baile que acaba con un silencio absoluto. Poco más de un segundo de silencio absoluto. Y luego, de nuevo, los aplausos.