En las páginas pares, textos; en las impares, cuadros. Esta es la estructura que le ha dado Iolanda Bonet a su última publicación, el libro sobre su suegro Vicent Ferrer Guasch, 'La llum essencial', con el subtítulo: 'Ferrer Guasch, una vida en quadres'. «Cuando venía por casa nos hablaba de él y de su pintura. Comentaba sus cuadros. Así que cuando murió decidí poner todo lo que recordaba en un libro», explica Bonet.

Una de las particularidades de este libro es que está escrito en primera persona, como si hubiese sido el mismo Ferrer Guasch quien se hubiese puesto ante el papel en blanco. Así, cuenta una de sus anécdotas en una de tantas y tantas exposiciones que realizó. En ella habla de parejas jóvenes que iban a ver alguno de sus cuadros. «Estaban tan enamorados del cuadro como lo estaban entre sí. Lo miraban durante días, me miraban de lejos, pero no me decían nada. Al final acabábamos hablando. Yo les dejaba que me lo pagasen a plazos. De esta forma, jamás se me quedó un cuadro sin cobrar».

Bonet ha tenido ayuda. Su marido y otros familiares del pintor le han ayudado a corregir los relatos. «Me han ayudado con fechas o lugares cuando mi memoria mezclaba las cosas», explica. Publicado por la editorial Finis Africae, con prólogo de Francesc Parcerisas, será presentado el lunes 7 de enero a las 20 horas en la biblioteca de Can Ventosa.

Según la propia autora, se trata de «un libro muy especial», ya que no es un libro de memorias al uso. Bonet, que ha escrito varios relatos históricos, lo define como «un libro histórico, no es un cuento y no es solo de recuerdos», aclara. Además, ha requerido de mucho trabajo literario: «Cuando alguien habla no puedes transcribir exactamente lo que dice. Puede que use la palabra cuadro diez veces en dos frases y eso no se puede escribir así». «Además, hay un trabajo importante de investigación. La idea es que cuando alguien lo lea pueda identificar al propio Ferrer Guasch hablando», concluye.

En cuanto a los cuadros, Bonet ha tenido que hacer una selección entre los más de 3.500 que pintó. «Es un libro para reivindicar su pintura y lanzarla al mundo. Su obra no era solo el blanco. Está el primer óleo que pintó y también hay una muestra de todas las fases y estilos por los que pasó», explica Bonet.

En la contraportada del libro, a modo de aperitivo, Bonet ha destacado un recuerdo de sus inicios. «Estaba en Sant Feliu pintando una bodega. La dueña de la bodega salió y le gustó tanto el cuadro que se lo quiso comprar. Pero él se lo ofreció de regalo. Ella insistió en comprárselo y le ofreció una peseta, que ya entonces no cubría ni los materiales. Pero a él le hizo gracia y accedió. Fue el primer cuadro que vendió. Años después recordaba el hecho y aseguraba que hubiera estado bien haber tenido la peseta y la obra, para guardarlos juntos», explica Bonet en la cubierta trasera.