«Elmyr de Hory tenía mano para pintar pero no la técnica ni la formación para falsificar un Gauguin, un Matisse o un Modigliani». Así de rotundo se muestra Diego Feliu Bernárdez (Madrid, 1959), periodista y autor de 'Desmontando a Elmyr' (editorial Sloper), que en pocos días estará a la venta en librerías y a través de internet.

Es la primera vez en la historia que alguien cuestiona la figura del famoso húngaro como el mayor falsificador de arte de la historia. Hasta ahora, recuerda Feliu, «todo el mundo escribía lo mismo» sobre este personaje, empleando como únicas fuentes la película 'F for fake', de Orson Welles, y el libro 'Fake', de Clifford Irving. En opinión del periodista madrileño, lo que narró el novelista y biógrafo estadounidense sobre la vida del pintor y falsificador húngaro es «pura invención».

Para sostener estos argumentos Feliu ha hecho un arduo trabajo de investigación en el que ha invertido dos años y medio.

El periodista madrileño reconoce que no sabía nada de Elmyr de Hory hasta que Juan Fernando Díaz, que fue director de la prisión de Palma, le habló del «expediente carcelario» del falsificador, que estuvo en el centro penitenciario de Mallorca en 1974 «por orden del director general de Seguridad para cumplir con la solicitud de extradición que había cursado la justicia francesa».

Trabajo de investigación

Tras acceder a esta documentación, Feliu, que en aquella época trabajaba en el digital 'tablondenoticias.com', ya cerrado, comenzó a tirar del hilo para tratar de arrojar algo de luz sobre un personaje «impresionante» rodeado de misterio. Recurrió a documentos oficiales, a artículos publicados en diversos medios de comunicación, como Diario de Ibiza, y al testimonio de varias personas que tuvieron la oportunidad de conocer al famoso falsificador.

Uno de los pilares básicos de su libro se centra en defender la tesis de que Elmyr de Hory no tenía la capacidad artística suficiente para pintar a la manera de los grandes maestros del impresionismo o el postimpresionismo. El periodista sostiene que hay testimonios y documentación que demuestran que, salvo excepciones, como alguna imitación de Picasso, «eran otros los que realizaban las falsificaciones y él se limitaba a poner la firma». En este sentido, Feliu explica que hasta ahora el húngaro figuraba como el único falsificador de Fernando Legrôs, cuando, en realidad, este marchante «tenía a muchos pintores que trabajaban a su cargo haciendo falsificaciones de obras de arte».

En las 198 páginas del libro el investigador madrileño dibuja el perfil e indaga en los orígenes de este reconocido personaje, que residió en Ibiza, donde se suicidó en diciembre de 1976.

Feliu identifica a Elmyr de Hory como Elemér Hoffmann, que, es el nombre que figuraba en las tres solicitudes de extradición que se cursaron contra él. Sin embargo, el pintor y falsificador negó siempre que ese fuera su nombre, de hecho, se había registrado en el Ayuntamiento de Eivissa con el de Joseph Dory Boutin. Elemér Hoffmann es también el nombre que figura en la documentación policial de los años 20 que de él se tenía en Francia y Suiza, donde había sido acusado y condenado por decenas de delitos de falsedad documental.

El periodista pone en tela de juicio otros datos biográficos de Elmyr de Hory, como que fuera judío o que hubiera estado en campos de concentración. «Yo mantengo la tesis de que fue un filonazi, miembro de la organización de las Flechas Cruzadas», asegura. Feliu llega a dudar incluso de que hubiera nacido en Hungría y apunta a un posible origen austriaco.

Otro aspecto destacado que aborda el libro se refiere a la posibilidad de que el falsificador fuera «hijo bastardo de Miklós Horthy», un noble y militar húngaro, que desempeñó el cargo de regente de Hungría desde1920 hasta 1944. Para ello, Feliu compara la fotografía de Elmyr de Hory con las imágenes de este político y de sus dos hijos reconocidos, con los que guarda bastante parecido.

El periodista madrileño ha indagado también en todo lo relacionado con la muerte de este personaje. Feliu menciona, entre otras cosas, que el día que se suicidó «había gente que estaba presente mientras ingería el cóctel de barbitúricos, que acompañó con una copa de coñac». De este asunto habló con Rafael Perera, abogado del reconocido falsificador.

Son muchos los misterios que quedan todavía por desvelar sobre la vida de Elmyr de Hory. «He empleado el gerundio en el título porque el trabajo de investigación no termina con este libro», adelanta Feliu, que ya está pensando en una segunda parte.