No hay como un festival gastronómico, dedicado al producto que sea, para garantizarse un éxito de público. Es el caso de la Jornada Gastronómica Intercultural que, gracias a la iniciativa de la Casa de Perú y el Ayuntamiento de Santa Eulària, llegó ayer a su sexta edición. Platos procedentes de ocho países europeos, americanos y asiáticos inundaron con sus aromas la plaza situada junto a la iglesia, que se vio animada ya desde media mañana, cuando era notorio que muy pronto los tenderetes instalados se llenarían con suculentas recentas de allende los mares.

La Casa Extremeña de Ibiza y Formentera, que este año cumple su decimoquinto aniversario y cuenta con 309 socios, representaba a España en este evento. Su presidenta, Paquita Sánchez, dirigía el grupo de voluntarios que a las doce del mediodía ya estaba cocinando las típicas migas extremeñas, el típico plato surgido de los años de necesidad, elaborado «con el pan viejo que había sobrado de días anteriores y con panceta de cerdo, ajo y pimiento frito», entre otras cosas. «Era una comida con muchas calorías, así que era el típico alimento de los pastores y la gente que trabajaba en el campo», explicaba Sánchez. A su lado se veían también los no menos tradicionales bollitos de zorza y rosquillas caseras, postres indispensables en las mesas extremeñas que ayer pudieron degustarse también en Santa Gertrudis.

A pocos metros, la Agrupación de Argentinos de Ibiza ofrecía en su puesto la pasta frola, con dulce de membrillo, así como los mundialmente famosos alfajores y la empanada humita, de maíz. Sin embargo, no es concebible la cocina argentina sin sus conocidas carnes, por lo que en una barbacoa humeante se asaban chorizos y hamburguesas. Susana Batalla, una de las personas que estaban detrás del mostrador, recordaba que «son muchos» los argentinos afincados en la isla, pero aseguraba en tono de preocupación que «puedan venir muchos más si las cosas allí no se arreglan».

Los miembros de la Casa de Perú dividían sus esfuerzos entre la organización de la feria y la preparación de los platos que ayer ofrecieron a los comensales que iban de un puesto a otro. «¿No han puesto aún el ceviche?», preguntaba impaciente una mujer que ansiaba probar el principal plato de la gastronomía del país inca, hasta el punto de que se le considera parte de la identidad nacional. El ceviche es un plato de pescado fresco con boniato, cebolla, apio y jugo de limón, entre otros ingredientes. La otra receta estrella del día era el seco norteño, con pollo, cebolla, cilantro y patatas.

Ucrania, la novedad

Sin embargo, el país que atrajo todas las miradas de los asistentes fue Ucrania, no sólo por la simpatía de sus dinámicas voluntarias, sino también por la variedad de los platos que se preparaban y la cola de ucranianos y otros ciudadanos de países vecinos que aguardaba su turno. Tania Lysychkyna explicó que el borshch es uno de los platos más habituales en este país y consiste en una sopa de remolacha. La col rellena de arroz y carne picada es otra de sus especialidades, así como una suculenta empanadilla hecha con masa de patatas y con setas hervidas. Lysychkyna (una de las primeras ucranianas que llegó a la isla hace 18 años) y sus compañeras explicaban que «la comida siempre se ha de tomar caliente», pues de lo contrario no conserva su sabor ni sus propiedades. Es la primera vez que Ucrania está presente en esta jornada gastronómica.

Ocho países en total

Antonio de Julián, el presidente de la Casa de Perú y al mismo tiempo alma máter de la organización, destacaba también que este año se ha estrenado una gran carpa junto a los tenderetes, donde a partir de la una del mediodía se sucedieron varias actuaciones musicales de Argentina, Ucrania y República Dominicana.

Este último país, patria del sancocho, el mangú y el casabe, entre otros alimentos, formaba parte también de los países presentes ayer en Santa Gertrudis, como también tenían un espacio Rumanía, Filipinas y Paraguay. Los rumanos, que desde hace unos años son la colonia extranjera más numerosa de la isla, disfrutaron también de una muestra de su añorada gastronomía, donde los reyes son la sopa llamada ciorba, o la mamaliga, una especie de polenta italiana.

Antonio de Julián destacaba el compromiso de la organización con la sostenibilidad y el medio ambiente, pues este año se han introducido vasos, cubiertos y platos biodegradables, de modo que no suponen una amenaza para el entorno. Un puesto de la entidad medioambiental La Casita Verde ofrecía también sus productos e informaba sobre sus actividades.

Ahuyentada con éxito la amenaza de lluvia que sobrevoló la feria durante toda la jornada, todos los esfuerzos se dirigen ya a preparar la próxima edición de este encuentro gastronómico.