El arte contemporáneo ibicenco ha encontrado un refugio inesperado en un paraje espectacular muy cerca del Port de Sant Miquel. Ese nuevo hogar se levanta sobre s´Illa des Bosc, que de isla sólo tiene el nombre porque realmente es una península. No se trata, como cabría imaginar, de un museo o de una galería, sino de una espectacular mansión, Sa Ferradura, que semioculta entre pinos piñoneros alberga en su interior un pequeño tesoro para cualquier amante del arte contemporáneo.

El pasado 2 de agosto más de un centenar de personas tuvieron la oportunidad de visitar la casa, propiedad del multimillonario ruso Mikhail Prokhorov, y de descubrir la colección ´Sa Ferradura´, un ejemplo del mejor arte que se ha producido en la isla desde los años 60 hasta nuestros días. Esta semana también otro pequeño grupo, encabezado por el abogado y crítico de arte Rafael Mateu de Ros y la arquitecta Nuria Jaumá Bru, pudo admirar este conjunto artístico integrado por 35 obras de dieciséis artistas nacidos en Ibiza o con una fuerte vinculación con las Pitiusas. Les acompañó en este itinerario artístico el curador de la colección, Marcos Tur Witt, hijo de los artistas Anneliese Witt, recientemente fallecida, y de Rafel Tur Costa, uno de los referentes del arte contemporáneo ibicenco de la segunda mitad del siglo XX.

Tur Costa es uno de los artistas que exponen obras en Sa Ferradura, junto con Pedro Asensio, Erwin Bechtold, Linde Bialas, Bonet Vallribera, Rossana Casano, Isabel Echarri, Valeria Gaia, Gilbert Herreyns, Sandra de Keller, Don Kunkel, Conrad Marca-Relli, Eduard Micus, Rainer Pfnür, Sara Tur y Antonio Villanueva.

Hacer la selección ha sido un trabajo arduo para Marcos Tur, que durante tres años se involucró en la remodelación de la mansión de Sa Ferradura trabajando, por un lado, en el proyecto paisajístico y, por otro, en la colección de arte, que muestra los momentos culturales esenciales de Ibiza empezando por la eclosión de las vanguardias.

La premisa general para dar un nuevo aire a esta casa, que se construyó en los 70 y que en los 90 registró una primera reforma, era integrar sa Ferradura con su entorno, resaltando el espíritu mediterráneo y «creando una conexión con la sociedad ibicenca». Esa filosofía, explica Tur, se extendió a todos los ámbitos de la restauración, de la que se hizo cargo el arquitecto catalán Jaime Romano.

Como reconoce el propio curador, hacerse cargo de la selección de las obras de arte para Sa Ferradura «ha sido un trabajo muy grande, pero muy bonito» que le ha permitido «reencontrarse» con el mundo que vivieron en primera persona sus padres y él mismo en los años 60 y 70, en el que se respiraba el arte por los cuatro costados. Tur describe a los invitados la Ibiza de aquellos tiempos, en pleno franquismo, como un oasis de libertad y efervescencia artística.La inspiración

La filosofía de esta colección y del proyecto de reforma de Sa Ferradura está inspirada en el Congreso del International Council of Societies of Industrial Design (ICSID) que tuvo lugar en el Port de Sant Miquel en 1971, un evento en el que se dieron la mano diseño, arte y arquitectura y que se celebró en los dos hoteles diseñados por el arquitecto Raimon Torres, hijo de Torres Clavé, fundador de Gatpac (Grupo de Arquitectos y Técnicos para una Arquitectura Contemporánea).

Precisamente Raimon Torres, recuerda Tur, fue un arquitecto y urbanista muy comprometido con las Pitiusas que defendió una arquitectura respetuosa con el entorno. «¿Qué crees que pensaría ahora del urbanismo de Ibiza?», pregunta curioso Rafael Mateu al curador, que intuye que, probablemente, se echaría las manos a la cabeza.

El crítico de arte se interesa por saber «si continúa la fascinación de los alemanes por la isla». «Ha bajado», reconoce el curador, que lamenta que haya cambiado el espíritu que había en Ibiza en los años 60 y 70, en el que hippies e intelectuales se daban cita en la isla. «Ahora hay mucho postureo, en aquellos tiempos había mucho más gusto que dinero», sentencia.

La selección

Esta conversación la mantienen mientras contemplan junto al resto de invitados el salón principal de la mansión, en cuyas paredes cuelgan cuatro cuadros de Rafael Tur Costa de los años 70 y 90 y una gran obra de Antonio Villanueva realizada en resina de poliuretano que, según explica el curador, «es el primer cuadro de una serie del artista dedicada a la posidonia».

En las estanterías de la estancia lucen también los libros objeto de Isabel Echarri, una escritora, escultora y escenógrafa que vive en Formentera. Tur confiesa que es un enamorado de su obra, «llena de simbolismo», en la que priman el blanco y el oro. Sus creaciones se reparten por otros espacios de la casa.

La colección Sa Ferradura es fruto de una laboriosa selección en la que a Marcos Tur le tocó hacer de detective para descubrir qué obras estaban disponibles de artistas vinculados a Ibiza de los últimos 60 años. Se puso en contacto con galerías y coleccionistas de Valencia, Barcelona y las Pitiusas, y también, en algunos casos, con los propios artistas. Explica que lo más complicado fue encontrar obra del pintor alemán Will Faber y que para hacerse con trabajos del escultor galés Barry Flanagan tuvo que hacer contactos en Londres. Fruto de estas pesquisas, consiguió reunir 250 obras, de las que seleccionaron 70.

La criba final la realizaron el propietario, el arquitecto encargado de la reforma, la decoradora Roberta Jurado (mujer de Jaime Romano), y Marcos Tur. «Hay que pensar que esto es una casa privada, no un museo o una galería, así que se escogieron la piezas artísticas que encajaban mejor con cada espacio de la vivienda», explica. Precisamente la plena integración de las obras con la decoración de cada una de las estancias de la casa es una de los aspectos que más llama la atención de la arquitecta Nuria Jaumá, que al terminar el itinerario por Sa Ferradura califica la visita de inolvidable.

Observaciones

Tanto ella como Mateu han quedado impactados con el paisaje que rodea la vivienda, con su diseño y su arquitectura y con la colección, que reúne fotografías, pinturas y también serigrafías, como dos obras, en el comedor, de Bechtold, el único miembro fundador vivo del grupo internacional Ibiza 59.

En su ruta artística, Mateu se ve atraído por la geometría de un acrílico de Pedro Asensio y más tarde queda hipnotizado con las líneas infinitas de las serigrafías de Gilbert Herreyns que decoran una de las habitaciones. Algunas de las piezas de Bonet Vallribera, afirma, le recuerdan a las de la pintora Soledad Sevilla.

Tur les muestra el cuadro de «uno de los artistas de la colección con más renombre internacional», el americano Conrad Marca-Relli, que está ubicado en el dormitorio principal. En una de las paredes de otra de las habitaciones, un poco escondido, detrás de una especie de vestidor, cuelga uno de los cuadros favoritos del curador, una obra del artista estadounidense Don Kunkel en la que se combina el cartón y la tinta. Resalta también como «un descubrimiento», las fotografías subacuáticas en blanco y negro de la italiana residente en Ibiza Valeria Gaia, que lucen en uno de los cuartos de baño con una atmósfera más especial de Sa Ferradura.

Para Rafael Mateu la experiencia «ha sido maravillosa», sobre todo, porque le ha permitido descubrir artistas «de primer nivel», muchos de ellos extranjeros, cuyos nombres, comenta, pueden ser populares en sus países o en Ibiza, pero desconocidos para el resto de España.

De toda la colección, si tuviera que elegir, Mateu se llevaría a su casa sin dudar un cuadro de Micus que está en uno de los pasillos, la obra de Villanueva del salón principal y las fotografías sobre madera de la benjamina de la colección, la ibicenca Sara Tur, hermana del arquitecto Marc Tur y antigua alumna de la academia de arte de Anneliese Witt. « Tiene una sensibilidad muy especial», comenta al grupo.

Al acabar el recorrido por la colección, el crítico de arte lanza una sugerencia: la posibilidad de que parte de la obra expuesta en Sa Ferradura salga de la mansión y se exponga en algún espacio donde la puedan disfrutar todos los residentes y los turistas que visitan Ibiza.

Una reforma «sostenible» que se integra con el entorno

Para llevar a cabo la reforma de Sa Ferradura, de la que se encargó Romano Arquitectos, uno de los principios básicos que tenía claro el propietario es que quería «generar una conexión con Ibiza». No quería «una mansión blindada», sino una vivienda que estableciera vínculos con su entorno, explica Marcos Tur, responsable de la colección de arte y del paisajismo. Según detalla, «prácticamente todos los equipos de trabajo» que participaron en la remodelación de la casa y de su entorno fueron de Ibiza. Cita como ejemplo al constructor, del Port de Sant Miquel, y al fontanero, de Sant Miquel.

Tur asegura que la vivienda, que previamente había sido de un holandés, «era un verdadero espanto», antes de la reforma. El antiguo propietario se había decantado por un jardín más bien tropical, lleno de palmeras con el que quería imitar «la isla de James Bond». Otro ejemplo de los gustos «horteras» del holandés era una pecera gigante que, con la reforma, se ha convertido en un patio interior. Las carpas que vivían allí ahora están a sus anchas en un pequeño lago que diseñó Tur en el jardín.

Para integrar con el entorno la mansión, con 975 metros cuadrados de superficie construida, 15.000 metros cuadrados de jardín y dos piscinas, se apostó por materiales como la piedra de Ibiza y el marès de Mallorca y por especies vegetales autóctonas como el pino piñonero, que plantaron para evitar que la casa se viera desde la playa. También se eliminó toda la «iluminación tipo discoteca» que había en el exterior. Otro de los criterios básicos del trabajo que desarrolló Tur, además de recuperar «el perfil de isla pitiusa» de s´Illa des Bosc, fue la sostenibilidad y la ecología. Gracias a un sistema de depuración, las aguas residuales, incluidas las del lavadero del coche, se reutilizan para regar el jardín. «Ha sido un reto profesional bestial, el proyecto era muy complejo y los resultados han sido magníficos», asegura satisfecho.