Giorgio Pagliari (Roma, 1933-Ibiza, 2015) sigue siendo un artista casi oculto. No se prodigó mucho en exposiciones y su rastro se pierde en Internet. Y, sin embargo, esa forma delicada de construir sus obras, de apariencia a la vez arquitectónica y orgánica, superponiendo materiales diferentes para crear matices y relieves sigue siendo admirada por los especialistas y por muchos compañeros de profesión tres años después de su muerte.

La sala Garden Art Gallery de la carretera de Sant Josep (Cactus Lombribiza) ofrece desde mañana domingo -la inauguración será de 19 a 21 horas- una nueva oportunidad de redescubrir la sutilidad y la elegancia de los cuadros de Pagliari, con una colección de una veintena de piezas de diferentes formatos creadas en su mayoría entre mediados de los 80 y finales de los 90 del pasado siglo.

«Para nosotros es una exposición muy especial», explica la galerista Bernadette Chapu, que presentará la muestra junto a la viuda de Pagliari, Lilli Kosola, y su hija Suska. «Es una obra fantástica, llena de sensibilidad. Teníamos prevista la muestra desde hace un año y estaba deseando que llegara el momento. Para nosotros es un honor», insiste Chapu.

Delicadeza y sosiego

Delicadeza y sosiego

Pagliari llegó a Ibiza desde su Italia natal en 1960 tras haber estudiado en Roma y París y se instaló definitivamente en la isla. Solo un año después inauguró su primera exposición, en la desaparecida galería de Ivan Spence en Dalt Vila y en los años 60 y 70 mostró su obra varias veces en ésta y en otra sala hoy ya mítica, la galería Van der Voort, además de otras como la René Metras de Barcelona o la Juana Mordó de Madrid y después el Museo de Arte Contemporáneo de Ibiza. Tras de su fallecimiento su obra ha sido recuperada en varias muestras individuales y colectivas en el Espacio Micus o en Can Botino, donde se expuso la obra de los fondos del MACE.

«La personalidad de Giorgio Pagliari se refleja perfectamente en su obra: delicadeza, sosiego, sutilidad y elegancia», destacó en esa ocasión la directora del museo, Elena Ruiz Sastre. «Su obra está hecha de matices suaves de gama cálida. Altera la superficie con pestañas, solapas, collages, escamas superpuestas que pulsan el plano. Trabaja el espacio buscando la luz, sus juegos y sus contrastes. Describe ondas de papel y ritmos regulares, buscando armonías y sintonías delicadas e infinitas donde se perciben evocaciones de las texturas vegetales y minerales», escribió Ruiz.

Pagliari trabajaba mucho las obras, las iba construyendo con paciencia, pegando y dejando secar las diferentes capas hasta alcanzar su idea. Un sosiego que se podrá disfrutar en Garden Art Gallery hasta el 2 de octubre, de lunes a sábado de 9 a 20 horas y los domingos de 9 a 13.