El arte para Ramon Medina Ribas (Ibiza, 1928- 2004) era una verdadera pasión que le llevó a adquirir a lo largo de su vida más de cuatrocientos cuadros, en su inmensa mayoría de artistas ibicencos o afincados en la isla de la segunda mitad del siglo XX. De esa impresionante colección, Can Jeroni, en Sant Josep, exhibe 'Una pinzellada', «una pequeña muestra» de 31 cuadros, que se inauguró ayer y que se podrá visitar hasta el 2 de septiembre.

«No he conocido a nadie igual. Veía un cuadro y lo tenía que comprar», comenta Xescu Prats de Medina, pariente lejano y amigo de la familia. Cuando el coleccionista falleció, en 2004, fue el periodista y columnista de Diario de Ibiza el que, por encargo de Carmen, la hermana de Ramon, se ocupó de catalogar el tesoro artístico que albergaba su piso en la Vía Púnica de Vila. Aunque Medina había regalado obras a familiares y amigos, en aquella vivienda «había más de 300 cuadros», recuerda Prats. Había lienzos de Vicent Ferrer Guasch, Antoni Pomar, Adrián Rosa, Vicent Calbet, Antoni Marí Ribas, Portmany, y de los Narcís Puget padre e hijo, entre otros muchos relevantes artistas de Ibiza. Prats calcula que «el 95 por ciento de la colección es de pintores nacidos o afincados en la isla».

Un verdadero museo

«Su casa era un verdadero almacén de cuadros, cada centímetro de pared estaba ocupado por uno, los tenía incluso apilados en el suelo», rememora el periodista. Esta afirmación la corrobora también el comisario de la exposición de Can Jeroni, Carles Fabregat, que tuvo la oportunidad de visitar al coleccionista «en su casa un par de veces».

En todas las habitaciones de la vivienda de Medina había obras de arte, no sólo cuadros, también cerámicas de artistas como Gabriel Tur Costa, Gabrielet, y esculturas, «casi todas en la cocina».

Es sorprendente cómo una persona con sueldo de contable, trabajó la mayor parte de su vida como administrativo en la destilería Marí Mayans, se pudo hacer con un patrimonio artístico de tal calibre. Pero como explican los que lo conocen, era soltero y todos sus ahorros los invertía en arte. Además, en muchos casos, los artistas, algunos de ellos amigos, le permitían adquirir las obras a plazos.

«Ramon Medina no compraba por comprar, entendía mucho y tenía muy buen ojo», asegura Xescu Prats.

Una pasión que venía de familia

Una pasión que venía de familia

Su afición al arte comenzó, según apunta la Enciclopèdia d'Eivissa i Formentera, «gracias a un primo de su padre y un tío que fueron pintores aficionados». Lo confirma también Gerardo Marín, técnico de Cultura del Ayuntamiento de Sant Josep, mientras señala el pequeño óleo de Ramon Medina Tur (Ibiza, 1899 - La Habana, 1960) que está colocado el primero en la muestra 'Col·lecció Ramon Medina: una pinzellada'. Tío del coleccionista, este pintor, político, profesor y periodista, exiliado en Cuba, «fue el que le hizo descubrir el amor por la pintura», apunta Marín.

El primer cuadro que adquirió Medina fue un óleo de Antoni Pomar, que también ocupa un lugar destacado en la muestra e ilustra el folleto informativo. Lo compró en 1953. A partir de esa fecha continuó coleccionando obras y empezó a entablar amistad con muchos pintores, entre ellos Vicent Calbet (Ibiza, 1938 - Fukuoka, 1994) o Josep Marí (Ibiza 1948), que lo describe como «una bellísima persona, con un sentido del humor muy fino». Marí, Medina y otros artistas ibicencos compartieron «paseos y meriendas» durante años. Josep Marí lo conoció cuando todavía era un adolescente porque «era vecino» de unas tías suyas. Haciendo memoria, recuerda que le compró dos cuadros, uno de ellos cierra la muestra, una obra de 1977 que representó a Ibiza en la Exposición Universal de Sevilla de 1992, junto a otras obras adquiridas por Ramon Medina.

Según apunta Lucas Guasch, muy amigo y representante de la familia de Medina, además de en Sevilla, cuadros del coleccionista se han exhibido «en varias muestras sobre artistas concretos», pero nunca antes se había organizado una exposición cuya temática se centrara en su colección.

Fue precisamente Lucas Guash quien propuso hace año y medio al Ayuntamiento de Sant Josep organizar esta muestra. La concejala de Cultura, Helena Benlloch, no dudó en aceptar la oferta. «La de Ramon Medina es una de las mayores colecciones pictóricas de artistas ibicencos y la mejor colección privada de arte de la isla, que sepamos», asegura. «Esta muestra es una oportunidad única para admirar parte del legado artístico que dejó el coleccionista», al que califica como «el mecenas de Ibiza».

Organizar la exposición «ha sido un trabajo coral», explica el comisario, Fabregat, que asesoró al Consistorio en la selección de las obras. En la muestra también ha colaborado el artista Pere Marí, que aconsejó en la restauración de los cuadros. Como explica el técnico Gerardo Marín, había obras que estaban dañadas por la humedad y también se han tenido que cambiar la mayoría de los marcos. Benlloch, muy agradecida con la familia de Medina por esta cesión, deja la puerta abierta a nuevas exposiciones sobre la colección. Material hay para hacer una saga tan fructífera como los siete volúmenes de 'En busca del tiempo perdido', de Marcel Proust.