La concepción de nuestro Sistema Solar cambió a partir del año 1995, cuando los astrónomos del Observatorio de Ginebra Michael Mayor y Didier Queloz descubrieron el primer exoplaneta alrededor de una estrella parecida a nuestro Sol, a 5.5 millones años luz en la constelación de Pegaso, del tamaño de nuestro Júpiter. Fue algo muy inesperado, ya que ese planeta se encuentra muy cerca de su estrella (como Mercurio del Sol) y tarda sólo cuatro días en orbitarla. Este hallazgo confirmó que la formación de sistemas planetarios es un fenómeno bastante común en nuestra galaxia.

Desde el año 1995 hasta hoy se han detectado unos 4.000 exoplanetas a través de telescopios en la Tierra (entre ellos el del Instituto de Astrofísica de Canarias) y otros que orbitan en el espacio, como los telescopios espaciales Hubble y Kepler. El primero se hizo popular tras ser reparado de su ´miopía´ por parte de astronautas enviados mediante el transbordador espacial. Sus fotos del universo nos vienen fascinando desde hace 28 años. Ambos telescopios han descubierto más de 1.000 planetas fuera de nuestro Sistema Solar.

El desafío consiste, por tanto, en encontrar planetas alrededor de estrellas parecidas a nuestro Sol, esa masa de gas muy caliente con reacciones nucleares que producen energía y en definitiva facilita la vida en la Tierra.

Los exoplanetas se mueven en diferentes órbitas alrededor de sus estrellas. Si una órbita está muy cerca a ella, el exoplaneta estará muy caliente. Si posee una órbita alejada de su estrella, el exoplaneta estará más frío. Cuando la trayectoria de un exoplaneta no está demasiado cerca ni demasiado lejos de su estrella, la temperatura puede ser ideal para tener agua líquida. En ese caso, se pueden dar reacciones químicas. A esa franja se la denomina zona habitable, pero ello no implica automáticamente que exista vida.

Detectar y analizar planetas extrasolares es una labor muy complicada, pese a los avances realizados. Una de las técnicas más eficaces es la de los tránsitos planetarios. Cuando un exoplaneta pasa por delante una estrella, bloquea parte de la luz, como un eclipse solar. Cuanta más luz resulta bloqueada en una estrella, más grande es el planeta.

Para encontrar exoplanetas con la técnica de los tránsitos planetarios, la NASA lanzó el pasado 19 de abril el Transiting Exoplanet Survey Satellite (TESS), a bordo de un cohete Falcon 9 de SpaceX. Se prevé que TESS encuentre 20.000 planetas lejanos en los dos años en que permanecerá en servicio. Es un número mucho mayor de los 2.600 exoplanetas que ha descubierto el telescopio espacial Kepler, próximo a su fin. El satélite TESS dispone de cuatro cámaras CCD de amplio campo de visión para medir la luz de las estrellas. Su misión principal es encontrar candidatos para un futuro seguimiento de sus atmósferas mediante grandes telescopios terrestres y futuros telescopios espaciales.

TESS se ha convertido ya en un telescopio muy popular debido a las grandes campañas de comunicación de la NASA sobre su misión. Además, publicará datos cada cuatro meses, y serán puestos a disposición de la comunidad científica para estudiar los nuevos planetas.

Por otra parte, el próximo telescopio Espacial James Webb, cuyo lanzamiento está previsto en 2020, proporcionará importantes datos de los exoplanetas descubiertos por TESS. También permitirá a los científicos estudiar sus atmósferas y en algunos casos especiales, buscar señales de que estos planetas podrían albergar vida.

Estamos, por tanto, ante un prometedor futuro en materia de exoplanetas.