Un día un amigo le pidió que le hiciera un espasí, un instrumento musical ibicenco de percusión, parecido a una espada. Joan Bonet aceptó el reto y a partir de aquel desafío se ha convertido en el herrero de los objetos en peligro de extinción.

Joan Bonet es casi un platero, más que un herrero. De sus manos salen piezas que no se encuentran en ninguna tienda. Es una especie de salvador de la tradición y precisamente ello le empuja a pasar las tardes y los días de vacaciones encerrado en su taller de la carretera de Santa Eulària. Una nave que más que una herrería parece un laboratorio donde todo está perfectamente ordenado y limpio. Una agradable sorpresa.

Nada más iniciar la conversación desenrolla un paquete hecho con papel de periódico, y de él sale un auténtico muestrario de agujas perfectamente pulidas de todo tipo, curvas, rectas, casi redondas… un ejemplo de lo que nadie hace. Son las herramientas de los tapiceros, que también sirven para encordar sillas, tejer nansas o trenzar esparto. «Esto ya no se vende en ningún sitio, así que me lo piden a mí» apunta Bonet.

Mientras habla, Joan se acerca a las estanterías y saca de un cajón varias perchetas, punzones . «Sólo quedo yo para fabricar estas piezas. Sin ellas no se pueden hacer las espardenyes», dice.Muchos oficios para una pieza

Al principio también fabricaba paellas, e incluso, bimbaus, un pequeño instrumento musical que tocaban los pastores. «Pero cuando viene alguien a pedirme algo así, fácil de encontrar, les indico que lo compren en una tienda», apunta el especialista en objetos difíciles de conseguir.

Poco a poco, con mucho empeño y sin ningún maestrillo ni librillo que le guiara se lanzó a hacer cuchillos ibicencos. «Me costó mucho trabajo. Había pasos que no tenía claro», relata. Y es que un cuchillo entraña más oficios de lo que parece. Además de saber moldear el acero carbono -el tradicional-, hay que confeccionar el mango con madera o con hueso, por ejemplo. También hay que tener un poco de mano con el dibujo, porque los cuchillos tradicionales ibicencos están decorados con espigas o flores. Pero el proceso no termina ahí. Los cuchillos llevan aparejados una funda de cuero que también hay que curtir, coser y dar forma.

Si ya es laborioso tener listo un cuchillo artesanal, no menos lo es proceso previo. Joan Bonet se ha fabricado sus propias herramientas y maquinaria. Desde los punzones y buriles, hasta la lijadora. «Nada de esto se encuentra en una ferretería». Tampoco es fácil conseguir la materia prima. «Casi todo lo compro en Italia, donde hay una gran tradición cuchillera», añade mientras muestra una ballesta de coche, lo único fácil de encontrar, cuyo metal es muy demandado para la hoja.

Hoy estos cuchillos, que antes se utilizaban para la matanza, han quedado reducidos a coleccionistas y caprichosos. «Así que los hago con los detalles que me piden». El arte cuchillero parece que no ha salido mucho de la isla, «cuando voy a alguna feria en la Península, los expertos se quedan asombrados porque ni siquiera han oido hablar de este tipo de piezas».