El relevo generacional de la Semana Santa de Santa Eulària parece asegurado por la juventud de muchos de los miembros de las cofradías, que pertenecen a la Asociación Cultural Puig de Missa, y de las agrupaciones y bandas musicales. Un ejemplo de ello es Lucía Ortega, que con sólo 13 años pertenece a dos cofradías: la de la Virgen de la Esperanza y la del Cristo de la Oración. Ayer, minutos antes de comenzar la procesión del Santo Entierro, se mostraba sinceramente emocionada de participar en este acto religioso y también de poder hacerlo en la del Santo Encuentro del Domingo de Resurrección. «Me encanta la Semana Santa y me encanta pertenecer a este colectivo. En mi familia no hay tradición de ser cofrade pero soy sevillana y me emociona recordar las procesiones de allí. Si puedo, seré costalera en un futuro», aseguraba esta cofrade antes de colocarse el capirote rojo de su hermandad con la que lleva tres años saliendo en procesión.

También sorprende la juventud de Alejandra Molero, que estaba deseando cumplir los 16 años para poder salir como Manola y acompañar a la Virgen de los Dolores. «Creo mucho en esto, llevo desde los ocho años esperando para poder salir en procesión y ser penitente. En mi pueblo, Pozo Alcón, en Jaén, hay mucha tradición y estaba deseándolo», remarcaba con su joven rostro enmarcado en la mantilla negra.

Ahora que lleva viviendo en Santa Eulària varios años no quería perderse la oportunidad de salir con la Virgen y, además, portando la corona de espinas. Ayer explicaba que en la indumentaria de la penitente de la Virgen de los Dolores hay unas normas: «Hemos de llevar la falda hasta la rodilla o más larga, no mostrar escote y llevar chaqueta cubriendo los hombros. Mi tía, que en paz descanse, salía en procesión y, además de por mi propia fe, esto lo hago también por ella», relataba.

Apenas pasadas las ocho de la tarde, comenzó a desfilar la procesión, encabezada por la Santa Cruz de los obreros de la parroquia. Enmarcado por la luz del atardecer y en el bello marco del Puig de Missa, la comitiva continuó con la hermandad de los Romanos, constituida en 1960 y cuyos trajes son los mismos que se lucieron en sus inicios. Los cofrades desfilaron en silencio, que fue la tónica general durante la procesión, roto solo por alguna saeta.

La Samaritana y Los Apóstoles, a los que dan vida los integrantes del grupo de confirmación de la parroquia, dieron paso a la Agrupación Musical Nuestra Señora de la Estrella. Participó en el desfile con unos 50 miembros, muchos de ellos muy jóvenes. «Es muy bueno tener cantera», subrayaba Borja Jiménez, de 18 años y encargado de la percusión de la agrupación. Esta banda precedía a la cofradía de Santa Marta, a la que pertenece el alcalde del municipio, Vicent Marí.

Entre turistas y devotos

Los cofrades del Cristo Atado a la Columna enfilaron la bajada del Puig de Missa cuando ya caía el sol y comenzaba a refrescar, después de una tarde de abril con unas temperaturas inusualmente altas. Así, no fueron pocos los turistas en chanclas y camiseta que se echaron los pareos y las toallas sobre los hombros para sobrellevar el frescor de la noche.

La Banda Municipal de Sant Antoni también participó, dirigida por Frank Cogollos. Los intérpretes bordaron las marchas procesionales y otros temas que interpretaron a lo largo del recorrido.

A continuación, la imagen de la cofradía del Nazareno, muy numerosa en componentes. Esta dio paso a La Verónica, que mostraba el paño con la Santa Faz: una impresión que, según la tradición católica, quedó del rostro de Cristo en la tela tras enjugar en ella su sudor y sangre en su viacrucis.

Un cofrade con los pies desnudos portaba a continuación el estandarte del Cristo de la Oración. «Esta es la imagen más bonita de todas, la que tiene más dramatismo», comentaba una vecina a su paso.

La Hermandad de Caballeros Legionarios llevó la Cruz con el Cristo crucificado por el pueblo, y a continuación, la cofradía de Cristo Yacente portó la imagen de Jesús en su féretro de cristal y sobre un lecho de claveles.

Jaime Manuel Ribas, al frente de la Banda Municipal de Santa Eulària, dirigió a los músicos en varias marchas procesionales que también interpretaron con solemnidad y precisión.

La Virgen de los Dolores, con varios cofrades descalzos en penitencia, contó con el séquito de las Manolas, con sus características mantillas negras que expresan el luto por la muerte de Jesucristo.

La comitiva la cerraba el párroco, Vicent Ribas, y el equipo de gobierno municipal de Santa Eulària. A ellos se sumaron varios representantes de la comunidad de polacos católicos del rito oriental. Las Iglesias católicas orientales son cristianas y reconocen la autoridad del Papa por lo que forman parte de la iglesia católica. Es más, la parroquia ha llegado a un acuerdo con esta comunidad para que puedan reunirse en la capilla de Lourdes.

A mitad de recorrido, en el calle Sant Vicent, la cofradía del Cristo de la Oración se apartó para poder regresar desde allí a su templo que es, precisamente, la capilla de Lourdes. Una a una, las demás hermandades fueron mostrando sus respetos a la imagen de este paso para después seguir su recorrido hasta el Puig de Missa.

La procesión transcurrió a buen ritmo y sin incidentes. De ello se ocuparon los efectivos de la Policía Local y los voluntarios de Protección Civil.

Tal y como recordó el párroco Vicent Ribas en la celebración de la Pasión del Señor en la iglesia, a partir de las 22 horas de hoy sábado se celebra la Vigilia Pascual tras la que los vecinos compartirán un ágape con viandas llevadas por los propios fieles. Las celebraciones se cierran el Domingo de Pascua.