­Sa Nostra Sala alberga desde hoy y hasta el 27 de enero la exposición ´A cel obert´, compuesta por 33 fotografías que han sido tomadas Toni Pomar, un «autor de trayectoria reconocida» que para la ocasión se ha centrado en «el paisaje y la arquitectura» de la isla como tema principal, según explicó ayer David Ribas, conseller de Cultura y Patrimonio, durante la presentación pública.

«Pomar -añadió Ribas- ha vuelto a los orígenes de su carrera como fotógrafo. En estas imágenes busca plasmar con ojos de artista paisajes y arquitectura de Ibiza, ser testimonio del momento» que atraviesa la isla, de esos rincones «que aún se pueden disfrutar» pero de los que empiezan a quedar con cuentagotas: «No sabemos qué será de ellos en el futuro, solo esperamos que se preserve el entorno».

A Pomar no le fue fácil encontrar esos lugares aún sin mancillar por el turismo o por el hormigón, rincones «sin tocar» del archipiélago: «Busqué lo que queda de virgen e insólito de la isla. Pero a veces resulta difícil hallar esos espacios porque la isla está bastante degradada. Cuando no te encuentras con un poste de electricidad de alta tensión, hay unos cables que cruzan el horizonte», comentó Toni Pomar.

400 imágenes

En ese sentido, la muestra supone «una reivindicación de lo que aún tenemos en la isla». Las imágenes fueron captadas entre los años 2015 y 2016 y forman parte de un lote de 400 que han sido adquiridas por el Arxiu d´Imatge i So del Consell de Ibiza, que pagó por ellas 4.000 euros (sin IVA), según explicó ayer a este diario Lina Sansano, responsable de ese archivo documental. En principio, esas fotografías estaban destinadas a ilustrar un libro de carácter institucional (para regalo) en el que participan otros tres fotógrafos de la isla y que será editado próximamente.

Sobre arquitectura de la isla sobresalen tres fotos de Ca na Rosa, la Torre d´en Rovira y el baluarte de Vila. Pero la mayoría son sobre paisajes, especialmente los marinos. Las hay de s´Illot des Renclí, de olas batiendo ses Salines, de la rocosa sa Punta de sa Penya, del Port de ses Caletes captada con un ojo de pez, de s´Aigua Blanca, de Tagomago, Cap des Falcó, es Vedrà (de nuevo con ojo de pez), del faro de Moscarter, del islote des Bosc, de es Botafoc (repleto de gaviotas), de sa Punta de sa Torre, de sa Conillera y sa Figuera Borda en el ocaso, y de una nube (la que da nombre a esta exposición) cuyo blanco inmaculado destaca sobre el fondo azul oscuro del cielo y el verde del bosque de es Fornàs.

Llama la atención una imagen «mística» de es Vedrà al atardecer, con intensos tonos anaranjados. Guarda un pequeño secreto. El observador solo tiene que fijarse en una pequeña silueta posada sobre uno de los peñascos de la parte más alta del islote. El autor asegura que es obra del Photoshop, una broma con intenciones reivindicativas. Otra cosa es que medioambientalmente sea un despropósito. Y no es una lagartija ni un virot.