Júlia Ribas y Mario Stafforini se saludan efusivamente nada más salir del coche. Son dos de los primeros artistas en llegar a la inauguración del ´Supermercat de l´Art´, que por tercer año consecutivo abre sus puertas en Garden Art Gallery. Caminan animados hasta la sala, donde, a pesar de que acaba de abrir, se congrega ya un nutrido grupo de personas. Júlia se interesa por Mario, que muestra su mano izquierda, con un dedo vendado. Se lo pilló con una puerta. Por suerte no fue la mano derecha, con la que pinta sus cuadros.

En la puerta, preparada para recibir a artistas y visitantes está ya Bernadette Chapu, propietaria de la galería, para quien el ´Supermercat de l´Art´ se ha convertido ya en una tradición navideña. Ilusionante, aunque no exenta de trabajo y de momentos complicados, como la selección de artistas. «Antes se hacía en Ebusus, pero esto es más pequeño», apunta. Por eso algunos se quedan fuera: «Hay una base de artistas fijos y algunos que el año pasado participaron y éste no. No quiere decir que sean buenos o malos, sino que hay que dar posibilidades a otros».

El público, y los artistas, miran las obras de las carpetas. Dos escultores y 16 pintores. Formas abstractas. Figuras. Texturas. Colores. También algunos trazos reconocibles. Una marina. Las cúpulas de un paisaje árabe. Las hojas de una chumbera. «Normalmente la galería es de orientación abstracta, pero se hace una excepción para el ´Supermercat de l´Art´ (abierto de 9 a 20 horas hasta final de enero) porque la gente pide figurativo y la intención es que todo el mundo pueda encontrar algo», comenta Bernadette sin perder de vista a la gente que va llegando.

Entre 50 y 1.100 euros

También para eso, explica, los artistas han rebajado un poco sus precios. La obra más barata que ayer se podía adquirir en la galería costaba 50 euros. La más cara, 1.100. La mayoría, en cambio, se mueven entre los 175 y los 400 euros. «Las que están colgadas en la pared son algo más grandes, pero las de las carpetas son muy asequibles. Fuera del ´Supermercat´ se venderían más caras», recalca la parisina.

La galerista recuerda que el año pasado muchas de las obras acabaron como regalo de Navidad o de Reyes: «Cuando a alguien le gusta algo, la familia se pone de acuerdo y lo compran entre todos. Es diferente. Original». Dentro de la sala, dos niñas se entretienen revisando las carpetas. Stafforini aprovecha los dibujos de Boberman para recordar a los visitantes más cercanos que el artista ruso falleció en Ibiza cuando tenía 90 años y que viajó por toda Europa antes de llegar a la isla.

El parking -«una ventaja, porque en Vila está fatal, no se puede aparcar», destaca Bernadette- continúa llenándose mientras los asistentes más madrugadores charlan animadamente y beben en el jardín. Alguno, incluso, disfruta de la calma de un paseo entre los impresionantes cactus del vivero. La propietaria de la galería confía en que la experiencia este año vaya aún mejor que en la pasada edición, cuando en más de una ocasión tuvo que llamar a los artistas para pedirles más obras porque las que habían llevado estaban a punto de agotarse. «A veces hay que reponer, decirles ´rápido, tráeme más cosas´», indica.

«¡Ojalá se venda un poco más!», desea Bernadette, a la que asegura que le da «mucha alegría» ver que a la gente le interesa el arte. Confía en que las visitas (y las ventas) se animen durante el próximo puente de la Constitución. También en fechas clave como días antes de las festividades de Navidad y Reyes.