­Más de tres años le ha costado a Esther Pérez Vargas construir la trama de su primera novela, ´Corpus hierático´. La sevillana, además, ha perdido la cuenta de los estudios, revista científicas y libros sobre antropología, mitología, medicina y hasta física cuántica que ha leído para que la trama resultara creíble. Todo comienza cuando un trabajo de Rebeca Estrada, una reputada antropóloga, pone en duda el origen de la humanidad y el señor Sapir, el millonario que subvenciona su estudio, quiere conocer todos los detalles. Evidentemente, todo se complica con alguien que no quiere que Rebeca llegue al fondo de su investigación. La autora, cuya otra pasión es la moda, presenta el libro este viernes a las 20.30 horas en el Club Diario y el domingo a las 20 horas en el Centro Cultural Cervantes de Sant Antoni.

-¿Ha averiguado ya el origen de la humanidad?

-Para eso hay que esperar al final del libro, pero nada es lo que parece.

-¿Cuánta bibliografía ha consultado para escribir la novela?

-¡Mucha! He pasado casi tres años escribiendo e investigando y como salían noticias nuevas, las iba incorporando. Además de documentación científica he tenido que consultar libros de mitología, de arquitectura... Me pasaba el día leyendo, enlazando las historias, pillándolo todo con alfileres. ¡He leído cosas hasta de física cuántica!

-¿Y cuánto hay de teorías reales y cuánto de ficticias?

-Excepto el descubrimiento, al principio, del esqueleto que parece un humano actual pero que el carbono 14 data mucho antes del homo sapiens, todo es real. Lo que se menciona del australopithecus o las revistas de ciencia, es real. Lo que pasa es que esa trama para descubrir el origen de la humanidad está mezclada con la religión y otros temas. Hay mucha invención, como la asociación Corpus Hierático, cuyos miembros huyen del contacto físico, que es una mentira como un camión. Intento incluir detalles reales para dar verosimilitud a la ficción. Quizás alguien piense que descubrimientos como los que se mencionan en el último capítulo y cambian todo son ficción, pero no.

-¿A qué se refiere?

-A ver, no quiero contar mucho, pero aparece la telomerasa, el vampirismo del siglo XXI. Eso es verdad. La están inyectando a ratones viejos y el hipocampo y el corazón se les vuelve joven. Hay mucha verdad, pero los protagonistas y la trama son mentira.

-¿Si la reescribiera ahora, habría más descubrimientos que añadir?

-Lo que no habría sería otra cosa.

-¿Qué?

-No habría ni una falta. Se publicó corriendo para que estuviera en Navidad, sin la última corrección porque al parecer se equivocaron de galerada, y me llevé un sofocón de mil demonios. Por eso me comprometí a pagar un vuelo de ida y vuelta a Roma a uno de los lectores cuando se acabara la primera edición. Tengo una pena... Después de tanto trabajo...

-¿Cree en los extraterrestres?

-No. Bueno, a ver. Extraterrestre es todo lo que provenga de fuera de la Tierra y más vida debe haber.

-Entonces sí cree.

-Sí, pero no en los verdes que imagina la gente. Extraterrestre es que suena muy raro, pero somos una ínfima parte del universo y creo que debe haber vida en otro sitio. ¡El egocentrismo de la humanidad! No somos tan importantes. El libro tiene bastante de concienciación, de mostrar que somos muy insignificantes.

-Habla de unos seres sin emociones y con las relaciones prohibidas. ¿Metáfora de hacia dónde vamos?

-Sí. Lo vemos todos los días. Si hay un grupo de amigos en una cafetería, todos están mirando el móvil. La gente no habla, no se relaciona. ¿A eso queremos llegar? Por eso al principio del libro incluyo la definición de humanidad, porque que el ser humano la está perdiendo. Ves el telediario y parece que nos hemos vuelto locos. Mira lo de los rusos con los ingleses en la Eurocopa. ¿La gente no piensa? Me da miedo en lo que se está convirtiendo la humanidad. Y con las nuevas tecnologías todo se hace por Internet, la gente no conoce ni al vecino.

-Esa reticencia a los sentimientos centra la trama más personal.

-Sí, la protagonista tiene un conflicto familiar muy grande. No quiere enamorarse, pero eso está relacionado con la trama del origen de la humanidad, tiene un sentido.

-La novela transcurre en Nueva York, París, Capri, Roma... ¿Siente predilección por alguno de estos lugares?

-Sí, la Piazza Navona de Roma. Me encantó. Recuerdo estar allí con mi marido, un lugar idílico. Pero me cuesta quedarme con un lugar. Me quedo con la Piazza Navona, pero Capri también es divino. De los lugares que salen en el libro reconozco que no he estado en Nueva York, pero me lo han descrito con pelos y señales.

-¿Hay algo de usted en Rebeca Estrada, la protagonista?

-Un poquillo. He dicho que no en alguna ocasión, pero gente que me conoce dice que hay mucho de mí en ella. Supongo que todo el mundo escribe sobre lo que conoce y yo me conozco bastante.

-¿Por qué todos los personajes que salen en la novela son guapos?

-¡Para llamar la atención! ¡Para vender! Una novela tiene que tener de todo, ciencia, romanticismo, misterio, para que le guste a todos los públicos. Si fuera muy teórica la gente se aburriría, hay que poner un poco de todo. En las presentaciones me he dado cuenta de que los lectores se fijan mucho en las cosas. Uno me preguntó por qué definía a todos los personajes al detalle menos a Rebeca.

-¿Y por qué?

-Pues porque la novela está escrita desde sus ojos. No es lo único real del libro. Ella tiene una raya de la mano que es muy extraña. Yo la tengo y una chica que sabía quiromancia me dijo que era muy poco habitual.

-Lo que sí define es la ropa. Rebeca incluso lleva prendas de su propia marca.

-¡Claro! Como diseño y tengo el blog hay quien pensaba que recurriría más a la moda en el libro y se han sorprendido de que sea sólo pinceladas, de que no me he despistado con eso. Pero hay moda porque me gusta.

-¿Es más complicado escribir una novela o hacer un patrón?

-Escribir una novela. Lo que pasa es que yo lo complico todo. Los patrones también. Hay vestidos en los que utilizo hasta cuatro piezas en la parte delantera para buscar un efecto óptico, para disimular y potenciar. Un patrón no es fácil, y menos hacerlo para que la ropa siente como un guante.

-¿Qué es lo más difícil de componer una novela?

-Que todo enlace y perfilar los personajes, dotarlos de sentimientos y de una personalidad que la gente se crea y que vibre con ellos.

-Imagino que publicar también.

-Depende. Ahora mismo, con la autopublicación, no tanto. Tiene sus ventajas y sus inconvenientes. La promoción te la tienes que hacer tú, pero llevas la voz cantante de todo. Además, si eres novel, una editorial no te da más que el 10% de los beneficios, si te lo da, no te enteras de los libros que venden y te mueven a su antojo. Además de que te puedes tirar media vida para que te publiquen. De esta forma pagas una parte, te hacen un cribado y ven si tu obra encaja o no con la editorial. Publicarla ha sido como un capricho, para ver si la novela enganchaba o no y porque no quería morirme sin publicar un libro. Estoy muy contenta. Me gustaría enviarlo a alguien que entienda y me diga. Tengo en mente lo de las editoriales, pero no lo he intentado.

-¿Habrá segunda parte?

-Si pudiera editarla, sí. Está en mi cabeza, tengo mucha información y el principio sería un bombazo, pero necesito tiempo y una editorial detrás, no la locura de esta primera vez.

-¿Le hubiera gustado ser antropóloga como su protagonista?

-No. Me hubiera gustado estudiar Medicina. Mi madre querría haberlo sido y tenía como una obsesión, quería que todas las hijas lo fuéramos. Y ninguna lo somos.

-¿Entre el trabajo, la literatura y la moda, tiene tiempo para leer?

-Cuando me voy de vacaciones. Si tengo tres días, aprovecho. Tengo ganas de leer a Javier Sierra porque me han dicho que tiene relación con lo que yo escribo.