Una escultura de un gran mero, ´El solitario´, preside la exposición que el artista Pepe Monserrate (Madrid, 1973) inauguró ayer en la galería Marta Torres de Vila y que permanecerá en la sala durante todo el mes de mayo. En la muestra, titulada ´Mar antiguo´, el escultor busca la esencia mediterránea a través de los peces, las fiestas o las formas de vida. «Lo que pretendo es contar historias y despertar emociones y el marco más cómodo y más cercano para mí es el Mediterráneo, porque ha marcado mi vida profundamente», explica el escultor, nacido en Madrid pero que ha pasado parte de su vida en la Azohía cartagenera, junto al Cabo Tiñoso, y que, como amante del mar, ha recorrido los puertos mediterráneos y en especial las islas griegas.

Esa influencia está muy presente en su obra. Sus figuras humanas remiten a primera vista al arte ancestral de las islas Cícladas y los peces hacen pensar en las aguas transparentes. Monserrate se recrea contando las historias que han inspirado cada una de las piezas, como ese ´Solitario´ que para él simboliza la superación, el poder, la fuerza, pero también la calma. «Para llegar a ese tamaño un mero ha tenido que superar muchas pruebas, muchas batallas que le han hecho fuerte», dice. Es una gran escultura móvil formada por 18 piezas ancladas con barras de hierro con la que pretende sugerir «movimiento y ligereza». «He jugado desde las bases oxidadas a las barras, que recuerdan la posidonia, un símbolo de nuestro Mediterráneo», explica.

Las esculturas están realizadas en pasta refractaria blanca con chamota fina, sobre las que también aplica porcelana o zinc y trata con ácidos para envejecerlas y dotarlas de texturas. También en las bases trata los hierros con óxido y ácidos.

Llama la atención una escultura sobre los espetos, que hace referencia a las tradicionales moragas, las fiestas de los pescadores en la playa: «Simboliza la alegría de cuando había un buen día de pesca y con los excedentes se hacía una gran fiesta en la playa. Para mí son las noches estrelladas de verano, los espetos, la sal... el buen rollo, en dos palabras, y he querido rememorar la emoción de aquellas noches».

La cuna de la cultura

También de recuerdos están hechas las cabezas de aspecto cicládico. La escultura se llama ´Templo de Poseidón´ y remite al Cabo Sounion, cercano a Atenas. «Cuando estás allí -afirma- y miras al cielo te das cuenta de que ves lo mismo que veían los griegos clásicos hace 2.000 o 3.000 años y sientes una conexión muy fuerte con los antepasados. Toda mi obra intenta hablar de los pueblos del Mediterráneo, de los griegos, romanos, fenicios, cartagineses... que son la cuna de nuestra cultura, de la filosofía, del humanismo».

Aunque ya conocía Ibiza a través del mar, esta es su primera exposición en la isla: «Me siento muy feliz de exponer aquí y de la acogida que he tenido por parte de los ibicencos. Fue Marta Torres (la galerista) la que se interesó por mi obra y pensó que era perfecta para un sitio como Ibiza, también imbuido en esa esencia mediterránea. Así que estoy súper agradecido de mostrar mi obra aquí», termina.