La procesión del Santo Entierro de Vila sumó anoche devoción, silencio y un crono espectacular. A las 23.15 horas todas las imágenes de las cofradías habían superado el Portal de ses Taules, prueba del buen ritmo de la marcha, una agilidad que siempre agradecen los devotos, sobre todo los de más edad y los más pequeños.

La cofradía más joven, la del Jesús Cautivo de Santa Cruz que sale por segunda vez en calidad de hermandad, abrió puntual (20 horas) la procesión al grito de «¡esos valientes!», con el que el capataz, José Manuel Gallego, alentaba a los costaleros a comenzar el calvario de la empinada bajada desde la Catedral al centro de Vila. «Es difícil describir cómo me siento un día como hoy, se cruzan la sensaciones, es todo muy intenso. Se vive con alegría pero también con la pena de que esto se acaba», explicaba el capataz, que asegura que ha perdido varios kilos de peso en las semanas previas por la responsabilidad y los nervios, un desgaste que comparte con otros compañeros, capataces y costaleros.

Los dos puntos de máxima tensión, tanto para este paso como para todos los demás, están muy localizados: la puerta de la catedral y el arco del Portal de ses Taules. Los costaleros sufren agachándose con todo el peso de los pasos sobre sus espaldas para superar estos dos vanos que son más bajos que la mayoría de las imágenes. Un esfuerzo que fue recompensado ayer con los aplausos y vítores del público presente.

Otro obstáculo son los cables que cruzan de lado a lado las calles de Dalt Vila. Los cofrades los tienen que sortear levantándolos con pértigas y además afean el recorrido. «Vamos a pedir a Patrimonio que los soterren, ya no solo por la Semana Santa sino porque queda feo en un conjunto histórico como este», comentaba ayer el capataz Gallego.

Pasadas las 20.15 horas ya estaba fuera del templo la imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, la segunda cofradía más joven de Vila que en poco tiempo ha logrado lucir un paso muy bien ornamentado con una imagen que cuenta con una gran devoción. «Hoy, Viernes Santo, estoy con los nervios a flor de piel, deseando salir ya», explicaba el presidente de la cofradía, Jesús Osuna, exultante poco antes de iniciar la marcha.

La cofradía del Santo Cristo de la Agonía de Santa Cruz, muy aplaudida en su salida de la catedral, estuvo acompañada de la Virgen de la Esperanza, una imagen que portan mujeres. El público y sus compañeros de hermandad las animaron durante el recorrido con vítores y gritos de: «¡arriba esas costaleras!».

Sobre las 20.40 horas ya estaba fuera del templo la imagen de la cofradía de Nuestra Señora de la Piedad de Sant Elm, un momento que muchos devotos aprovecharon para tocar la mano del Cristo que yace sobre la Virgen María una vez descendido de la cruz. «Esta imagen es la que más me conmueve porque soy madre y abuela y pienso en el sufrimiento de esa madre en ese momento terrible», comentaba con los ojos nublados de lágrimas Antonia Soler, valenciana de visita a Ibiza en un viaje del Imserso.

Momentos de emoción enfatizados por la música de la Agrupación del Cristo Yacente que acompañó la salida de esta imagen para más tarde incorporarse a la procesión tras las imagen de su cofradía, la del Yacente de la Catedral. Cada hermandad contó con el refuerzo de las agrupaciones musicales.

Las camareras de la Virgen vistieron con mimo una de las imágenes más bellas y elegantes de la Semana Santa de Vila: Nuestra Señora de los Dolores, que salió del templo a las 21 horas. El repicar de un único tambor acompañó a esta imagen en la plaza de la catedral, contribuyendo así a crear un ambiente de recogimiento y silencio propicio para recibir, a continuación, la imagen del Cristo Yacente, en su impresionante urna iluminada y rodeada de claveles rojos.

Tacones peligrosos

La salida de la procesión la cerró el obispo Vicente Juan Segura, acompañado por algunas autoridades civiles como el presidente del Consell, Vicent Torres; la consellera Marta Díaz, que vivió su particular martirio bajando Dalt Vila sobre unos tacones altísimos, además del conseller popular Alex Minchiotti y la exalcaldesa de Vila Virgina Marí.

A su paso por Santo Domingo, el Jesús del Gran Poder y el Santísimo Cristo del Cementerio se encontraron, y esta última cofradía se sumó a la procesión con su imagen principal y la del Ecce Homo. Varios cofrades de esta hermandad, la más antigua de Vila, lucían los pies descalzos.

Poco antes de las diez el Cautivo ya estaba en el Patio de Armas, buena muestra de que la procesión fue a buen ritmo, ya que la última imagen, la del Yacente, pasó por el mismo punto solo una hora después.

Un dispositivo especial de Protección Civil veló por la seguridad del público y de los cofrades, desplegando voluntarios a lo largo de todo el recorrido y en especial en los puntos conflictivos, como las curvas, además de llevar varios vehículos equipados con lo necesario para atender una emergencia. «Normalmente no tenemos incidencias graves, alguna torcedura, caída o tropiezos como mucho» explicaba ayer uno de los voluntarios, Miguel Ángel Navas.