La asociación de vecinos de es Clot convirtió el parque de la Paz en un cabaret para celebrar ayer el entierro de la sardina. Decenas de personas se despidieron del carnaval y vieron cómo quemaban a la sardina gigante a ritmo de burlesque. Además, se repartieron un total de 80 kilos de sardinas entre los asistentes.

Una veintena de personas de la asociación de vecinos de es Clot protagonizaron ayer el cortejo fúnebre, que acompañó a la sardina por las calles País Valencià, Navarra, Múrcia y Josep Riquer i Llobet antes de llegar al Parque de la Paz.

Mientras los participantes de este pasacalles recorrían las calles de Ibiza entre sollozos y carcajadas, los más fieles a esta tradición esperaban ansiosos la entrada de la sardina en el parque de la Paz. Allí comenzaron a prepararse los 80 kilos de sardinas que se repartieron entre los asistentes, 17 más que el año pasado.

A las 20 horas ya guardaban cola los que preferían recibir al cortejo fúnebre con algo en el estómago. Hincándole el diente a una sardina se encontraban Juan González y Ángeles Torres, dos vecinos de Ibiza a los que les encanta esta celebración. «Venimos cada año porque nos gusta mucho esta fiesta. Lo mejor es el baile», opinó esta pareja.

Juana Sánchez, por su parte, no había probado ni una sardina. «¡Me gustan mucho, pero estoy a régimen!», lamentó esta vecina de Ibiza de 80 años, que aseguró que asistía cada año a esta celebración por la música.

A las 20.25 horas se escucharon desde lejos los repiques de tambores, ruido que anunciaba que el pasacalles se acercaba. Segundos después entró la sardina, a la que este año habían vestido de bailarina de cabaret. Las plañideras caminaban detrás suya y sus sollozos se mezclaban con sus carcajadas. Con motivo de este peculiar entierro, las mujeres iban vestidas de negro y lucían boas y pelucas de colores. Algunos completaron su vestimenta con elegantes tocados.

De hecho, las integrantes de este cortejo fúnebre se llevaron los primeros flashes, ya que nada más pisar el parque de la Paz se acercaron a ellas decenas de curiosos para fotografiarlas mientras llevaban a la sardina hacia el escenario.

En este entierro simbólico participaba por primera vez Isabel Rodríguez. «La gente de es Clot es encantadora y me animaron a participar. Es una experiencia muy divertida, no solo hoy, sino desde el momento en que comienzas a preparar el traje», aseguró Rodríguez.

La sardina, en el escenario

Con la sardina ya sobre el escenario, su creador, Basilio Gómez, le colocaba los pendientes de aro rojos y comprobaba que el resto de accesorios estuvieran en su sitio. Antes de echarla al fuego, los vecinos de es Clot amenizaron la velada con una actuación, en la que sonaron las canciones ´El tío calambre´, de Luis Aguilè, y ´Que me coma el tigre´, de Lola Flores. «Hemos organizado un espectáculo de baile y de cachondeo», contó Pepe Pérez, presidente de la asociación de vecinos de es Clot.

La música no salvó de las llamas a la sardina, que fue quemada ante la multitud. Sus cenizas pusieron punto final al carnaval en Vila. La fiesta continuó con la actuación de Ricardito y con los bailarines de es Clot.